domingo, 25 de noviembre de 2007

Paula Rego en el Reina Sofía






Aconsejado por Mercedes, una fría y soleada mañana de un domingo otoñal me pasé por el Reina Sofía para ver la exposición de Paula Rego, pintora de la que no sabía absolutamente nada, y de la que pensaba que era una pintora española y (relativamente) joven. Lo segundo lo deseché cuando vi que tenía obras de mediados de los 50; y a la salida, cuando me hice con un programa de mano, vi que era portuguesa.






La primera etapa estaba compuesta por obras como esta, collages y murales bidimen- sionales en los que se desa- rrollaban distintas escenas, con figuras más o menos informes. En el catálogo pone que son muy políticos y critican con dureza la dictadura de Salazar, pero imagino eso será en el folleto explicativo del cuadro, porque no creo que a Salazar le quitase el sueño ni éste ni 5000 cuadros como éste que se pintasen.

















El caso es que Paula se pasa a la figuración en los 60, y de ahí no se mueve. En el programa se habla de Goya y Hogarth, pero a mí a quién me recuerda es a Gutiérrez Solana, aunque algo (no mucho) menos tremebundo. Dado lo extenso de la exposición, me quedé en los 80, en una serie bastante terrible de retratos femeninos que llevaban por título "Aborto", y que indefectiblemente mostraban a mujeres solas postradas en lechos que evidenciaban no pertenecer a ningún hospital, y donde la ausencia masculina era evidente. Pero esa ausencia estaba en toda la exposición. Hay hombres en elgunos cuadros, pero en la mayoría no. Lo que no quiere decir que el mundo de Paula Rego sea el de una feminidad autosuficiente. Las figuras de las mujeres suelen llenar la superficie del cuadro (en general, el espacio de sus cuadros se reduce a una habitación esquemática, un mueble, algún juguete, un animal...). Nada del orden del goce fálico se manifiesta en esta obra, si acaso. a veces, algo parecido emerge en juegos con animales, bastante presentes a lo largo de su obra.








Según parece, este es uno de los cuadros más famosos de nuestra pintora. Se llama "Familia", y muestra una escena cotidiana teñida de un aura siniestra. En el dormitorio familiar, una mujer, ayudada por quién se supone es su hija, desviste al marido. El rostro del hombre está tapado por el brazo de la mujer, pero en sus ojos se adivina una mirada de pánico (en la obra, no en esta reproducción canija). La posición de la niña es obscenamente incestuosa, con su sexo pegado al de su padre. Una segunda niña, más pequeña, asiste complacida al extraño ritual. En la pared del fondo, una representación muestra al paradigma del héroe cristiano occidental, San Jorge aplastando al dragón espada en alto, irrisión irónica del falo. Es curioso que en el apunte que hay de este mismo cuadro en la exposición no aparezca esta alusión en clave sarcástica al héroe masculino.

Breve encuentro



El viernes me acerqué al Bibliometro que hay en la estación de Legazpi para devolver el ejemplar de 2666 que cuatro semanas antes me había llevado del Bibliometro de Moncloa. Todavía no lo he terminado, pero Inma me había sacado otro ejemplar de la biblioteca pública de Villaverde, así que voy a poder terminarlo en este mes.

Mientras ojeaba el catálogo para ver si tenían Blade Runner (que pensaba podía ser una lectura interesante para Quique, que me había pedido un libro tras haberse leído en dos días La sombra del viento, y en otros dos La muerte lenta de Luciana B; y sí estaba, y en este caso ha tardado un día en leerlo, y me ha recordado la bulimia lectora que yo tenía a esa edad, cuando era capaz de leerme Rojo y negro de una sentada, por ejemplo, mientras que hoy es raro que esté una hora seguida leyendo) apareció una mujer que indicó que precisamente quería el libro que yo acababa de dejar. Tras aconsejarla que le dejasen el libro cuatro semanas (que es lo que me lo dejaran a mí), entablamos una pequeña conversación acerca de las bondades del libro, sobre las que mis conocimientos, obviamente, eran superiores a los suyos. Y así, elevado por una buena acción que tan poco me había costado, me fui con mi libro de Philip K. Dick a casa; y por el trayecto hasta me dio tiempo a ver que en la novela Deckard está casado, y que participa de todas las características paranoicas de nuestro hiperparanoico autor.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Blade runner




Blade runner ha sido remasterizada por enésima vez para la distribución en dvd de una edición conmemorativa, lo que ha justificado su estreno en cines como forma de publicidad. La proyección digital en Kinépolis es espectacular, con una precisión de todos los detalles en cualquier punto de la pantalla que es casi imposible encontrar en las proyecciones anamórficas. Pero con el paso del tiempo los defectos de la película se hacen más evidentes. Ridley Scott atesoró prestigio y dinero gracias a Alien y a Blade runner, decayendo luego su estrella crítica según acumulaba metraje mediocre. El hecho de que la fama de sus dos éxitos se mantuviera hizo que empezasen a circular teorías acerca del verdadero autor de las citadas películas. Hay que decir que, en muchos aspectos, los aciertos de Alien y Blade runner hay que adjudicárselos a otros colaboradores, gionistas, diseñadores de producción, escenógrafos, reconociéndole al bueno de Ridley el que no estropease en exceso las cualidades de los que le rodeaban.
Madres en Blade Runner
Blade runner es un mundo sin madres. Las androides creadas son, literalmente, putas. Sin embargo, en el comienzo del film, esa ausencia está muy marcada. En el interrogatorio al que es sometido Leon, la violencia estalla cuando este es interrogado acerca de la suya. Un recuerdo agradable de ella. Frente a esa demanda aparentemente inocua, o amable, el personaje (del que todavía no sabemos que no es humano) saca una pistola y mata al interrogador. El origen será un asunto especialmente delicado en esta película. Los androides llevan implantados recuerdos falsos de una infancia más o menos feliz. Rachel enarbola oegullosa y desafiante una foto en la que aparece recostada en los brazos de su madre. Pero también recuerda como una multitud de arañitas, recién escapadas del huuevo, devoran a su madre.
Las personas de la trinidad viven solas
Mientras que los androides son más o menos sociables y solidarios, y suelen moverse en parejas y preocuparse por sus colegas, los tres personajes masculinos (Tyrrell, JF Sebastian y Deckard) viven solos. Los tres espacios en que se mueven son muy diferentes: Tyrrell (el Dios Padre Creador de esta Trinidad) se mueve entre un despacho inmenso e hipertecnológico y un dormitorio decimonónico y barroco, iluminado con infinidad de velas, con doseles en la cama. Sebastian, temeroso e infeliz Espítitu Santo, habita un inmenso edificio deteriorado, de principios del siglo XX, acompañado de juguetes sólo un poco más desoladores que él. Deckard, el héroe que tal vez comparta la condición humana y divina (o replicante) vive en un extraño piso de soltero, donde conviven estatuas de Buda con (supuesta) alta tecnología (en la novela Deckard, al menos en las tres primeras páginas, está casado). Deckard tiene un siniestro ángel de la guarda que le deja mensajes herméticos en forma de papiroflexia. El futuro, nos dice la película, será un detritus de naufragios históricos y espirituales.
El futuro se ha quedado anticuado
Aunque en la película está más o menos implícito, el libro nos cuenta que la historia de Blade Runner transcurre en una Tierra, arrasada tras una guerra, de la que todo el que tiene un poco de dinero escapa. La guerra ha debido de ser dura, porque ha acabado con internet, los móviles y los televisores de plasma (y con las cámaras de vigilancia). En realidad Blade Runner es cine negro con una pátina de estética futurista. Parece raro que cueste tanto encontrar a unos replicantes tan bien hechos (para luego encontrárselos en cada esquina de una supuesta megalópòlis que, al parecer, sólo tiene una calle), cuando hoy se localiza cualquier llamada en cuestión de segundos.
La historia más simple jamás contada
Unos cuantos superandroides se escapan de su lugar de trabajo y se vuelven a la Tierra a conocer a su padre. La policía da orden de cargárselos, para lo que hay un cuerpo especializado denominado Blade Runner. Se lo encargan al supuestamente más listo de todos, aunque vista su actuación uno se pregunta cómo ha podido sobrevivir tamaño zopenco con ese curro. El susodicho mataandroides se los va encontrando uno a uno, repitiéndose en todos los casos la misma estructura: el robot lo infla a hostias, y en el momento en que va a rematarlo, algo pasa que da la vuelta a la tortilla, y el poli se lo carga, con o sin ayuda (el último se muere sólo, en una de las escenas más famosas y-todo hay que decirlo- cursis de la película). En la ciudad donde todo esto se desarrolla (llamada Los Ángeles) siempre llueve y siempre es de noche, o por lo menos el sol brilla por su ausencia (salvo en el zigurat donde habita la suprema divinidad). Por ignotas razones cuyo secreto sólo concen el director y el iluminador, los personajes están casi siempre a contraluz, y tal vez la única norma del ausente gobierno que se cumple es que todas las luces tienen que ser azules. En algunas de las posteriores ediciones que se hagan de la película, alguien debería darse cuenta de que la música de Vangelis es insoportable. Con la evolución de la tecnología, tal vez será posible algún día cambiar al merluzo de Harrison Ford por un actor medio en condiciones. Y ya puestos, un programa de ordenador tal vez consiga arreglar espantos como la muerte pretenciosa y ridícula de la primera ejecutada, atravesando cristales a cámara lenta entre maniquíes, y acompañada por el trompeterío electrónico de la banda sonora con un corte que parece pensado para otra cosa. Todo llegará

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Marat-Sade, de Brook

"La persecución y asesinato de Jean Paul Marat interpretada por lo pacientes del manicomio de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade" es una famosísima obra de teatro de Peter Weiss que fue llevada al teatro en los años 60 por el archirrequeteafamado Peter Brook con la Royal Shakespeare Company, que tras el abrumador éxito recogido hizo una película basada en su montaje y, según los títulos de crédito, rodada en los estudios Pinewood. Como cuenta el título, Sade aprovecha algunas de las temporadas que se pasó en el manicomio a instancias de su suegra (sin duda una mujer sensata e inteligente) para escribir obras que son interpretadas por los locos. Al parecer esto es un hecho cierto, aunque no parece que escribiese ninguna acerca del asesinato de Marat a manos de Cordelia Corday. Probablemente a estas alturas ya ha quedado claro que la película me pareció un rollo, y que aproveché el tiempo para dar unas cabezaditas, dado que el llenazo que había en la sala chica da la Filmo impedía la salvífica huida sin molestar a demasiada gente. Hay que reconocer que la copia estaba impecable, y que para la torpeza que había demostrado Brook en la película que había hecho sobre un libro de Gurdjieff ("Encuentro con hombres notables") Marat-Sade demostraba cierta maña. Pero, salvo como explicación de por qué la izquierda ha naufragado a (casi) todos los niveles tras el 68 (a saber, compelida a elegir entre las paranoicas peroratas apocalípticas de Marat, el delirante nihilismo hipernarcisista de Sade y los griteríos inarticulados de Jacques Roux la izquierda se ha hecho el harakiri en cuanto a posibilidad de intervención social), la cinta no tiene mayor interés (y esta entrada tampoco, así que a otra cosa)

martes, 20 de noviembre de 2007

Berlín

Gasset me llama y me cuenta que hay que poner en marcha el festival de Berlín del año que viene. Me quedo un poco de piedra, porque lo último que imagino es que el año que viene voy a estar en disposición de acudir como responsable de producción a un festival de cine, pero me doy cuenta de que lo mejor es tirar para alante, porque nunca se sabe qué es lo que va a pasar.

2666





Sigo leyendo el tochazo de Bolaño (más de mil páginas). Está compuesto de cinco libros con bastante independencia entre sí, aunque se cruzan ciertos temas y personajes. El primero tiene cierto carácter satírico, los protagonistas son profesores universitarios europeos obsesionados con un escritor alemán aquejado del síndrome de Pynchon (no hay fotos suyas, nadie le ha hecho nunca una entrevista), lo que les permite viajar por toda Europa asistiendo a congresos literarios y entregándose a variaciones sentimentales. Al final acaban en un periplo más o menos delirante en un pueblo industrial de la frontera de México y EEUU, donde emerge el verdadero tema de la novela, perfectamente ceñido por la cita de Baudelaire que abre el libro:


" un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento"


El horror emerge en la forma de los asesinatos en serie de mujeres. Este tema va adquiriendo más peso en el siguiente libro, que gira en torno a un profesor universitario español afincado en Santa Teresa (nombre de la ciudad mexicana, que no sé si existe, aunque es obvio que se trata de Ciudad Juárez) que tiene una hija en edad "asesinable", sobre la que van creciendo presagios inquietantes. El tercer libro sigue a un periodista negro que, tras la muerte de su madre (¿un guiño a Camus?), se embarca en un viaje de trabajo a Santa Teresa para escribir una crónica de un combate de boxeo. Allí conoce a la hija del profesor del libro anterior, en unas compañías poco recomendables, de las que consigue escapar en el últinmo momento, y contacta con una periodista que consigue atrapar su interés hacia los asesinatos. El cuarto libro se ocupa directamente de los crímenes. Si Rosa (la chica que ha aparecido en los dos últimos libros) escapa salvada por el periodista negro, peculiar paladín, no ocurre lo mismo con las mujeres que son asesinadas en esta parte central del libro (literalmente central, el libro tiene 1100 páginas y este capítulo ocupa de la 400 a la 700). El horror estalla totalmente. La lista de asesinadas es interminable, algunas mueren a manos de su novio o su chulo, pero la mayoría responden al mismo patrón: pelo largo, sus cuerpos aparecen en un basurero, son violadas anal y vaginalmente (así aparece reflejado literalmente siempre, la novela adopta el punto de vista forense para describir los crímenes), y a menudo se cita un coche negro con las ventanillas tintadas, auténtico carro de la muerte. Algunas de las muertas permanecerán en el anonimato siempre, de otras conocemos una pequeña biografía. Las hay niñas, maduras, embarazadas. La lectura bordea lo insoportable. Entre medias conocemos los entresijos de la corrupta policía de la ciudad (en una escena se detiene a las compañeras de una prostituta asesinada. Un recién llegado al cuerpo policial oye gritos en la comisaría, cuando baja a los calabozos se queda de piedra viendo a sus compañeros violando a las detenidas; de este tenor es esta parte del libro). A su vez, se relata las hazañas de un profanador de iglesias, un maníaco que entra a mearse y a defecar en los altares. En cierta manera, la desacralización de los templos y el brutal asesinato de las mujeres pertenecen al mismo universo: la mujer es tratada como un trozo de carne, y luego eliminada como un desperdicio excrementicio, mezclada con la basura; una negación brutal del carácter sagrado de la mujer. El carácter completamente infernal que adquiere la ciudad aquí recuerda un poco al de James Ellroy, aunque Bolaño es mejor escritor y más honesto. Y en esta parte estoy.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Cumpleaños de Alejo

Tras un corecto examen para sacar la plaza de redactor de televisión me fui a casa de Alejo, que había preparado una soirée cinematográfica y una cena. Cuando llegué acababa de empezar uno de esos cortos que hacían los animadores checos con plastilina. Era la historia de un pobre hombre que tras un accidente tiene que andar con los ojos vendados, y como consecuencia de ello todo su entorno cotidiano se convierte en un espacio hostil y acerado. En esas surge un ser angelical, una especie de ángel de la guarda que le socorre en los peores momentos. Tras la recuperación de la vista, el ex-ciego descubre que esa figura cuyo nivel de realidad no estaba claro resulta ser una enfermera cuya bondad sólo tiene parangón con su belleza. Al final todo se llena de color y la pareja asciende a los cielos abrazada. El corto es naif y bonito, y marcará el tono de las secuencias con las que Alejo nos amenizará durante la velada. Así, nos regalará con una de las secuencias más desarmadoramente kitsch de la historia del cine, cuya sinceridad hace que bordee el ridículo para aposentarse con seguridad en los dominios de lo sublime: Catherine Deneuve implorando a su chico que no se aliste en Los paraguas de Chersburgo. Luego vendrán Candilejas (el éxito de la bailarina en la representación de Cascanueces), un inquietantemente hermético cortometraje del Polansky de los inicios polacos, una sorprendente secuencia de una película de los primeros años del sonoro, Amanecer en París, Rouben Mamoulian, y algunos vídeos musicales de Michel Gondry, a la vez brillantes y sencillos. En uno de ellos, una cantante que parece que es Kylie Minogne se da una vuelta por su barrio en un plano secuencia muy coreografiado, para volver de nuevo al punto en que empezaba la acción, momento en que una doble de la cantante aparece y repite el trayecto de la primera, que no desaparece de plano, y así una tercera vez. Creo que Gondry se ha convertido en el maestro sentimental de una generación de cinéfilos, con esa puesta al día de los cuentos de hadas que hace. La verdad es que resultó una selección curiosa para alguien que cumplía 23 años. A mí me pareció digna de alguien bondadoso, aunque a Mercedes le resulte insoportable. Qué le vamos a hacer.

Redactor de radio

El examen de redactor ha sido relativamente sencillo, pero ha tenido un problema. Ha consistido en la redacción de una crónica de un minuto y cuarto a partir de una rueda de prensa de Víctor García de la Concha y de Juan Luis Cebrián, y de un reportaje de unos cuatro minutos que había que elaborar a partir de tres extensos teletipos. Y ahí estaba el problema: el primero contaba la aventura de dos policías argentinos que, patrullando de madrugada, se tropezaban en el campo con cuatro extraterrestres más bien canijos, que tras el encuentro se volvían a su nave y desaparecían. El segundo recogía una rueda de prensa en la que 14 individuos de diferentes países pedían a Estados Unidos que volviera a retomar la investigación del fenómeno de los OVNIS, fenómeno que al parecer, en un momento de sensatez, alguien suspendió en 1969. El tercero hablaba de un profesor universitario tinerfeño que funda asociaciones y escribe libros para criticar (o deconstruir, hablando en posmodernés) las comunicaciones paranormales (o para anormales) que pululan por los medios acerca de este asunto. Lo dicho, cada loco con su tema, pero no parece de recibo que haya que escribir una extensa pieza sobre semejante majadería para una oposición en la que mucha gente se juega su futuro laboral. El tono del escrito ha sido de pitorreo, porque no se me ha ocurrido otro, y doy por perdida la posibilidad de pasarme a la radio, aunque si lo que hay que escribir es esto, prefiero dedicarme a otra cosa.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Primer examen

Sábado, 17 de noviembre de 2007. Una de la tarde, Escuela de gestión y marketing en Pozuelo, probablemente uno de los lugares en la Tierra con menos proporción de pobreza por metro cuadrado. Casi todos los presentes son más jóvenes que yo, pero me junto con los fijos que conozco, de mi edad o peor, y con poco ánimo. Pasamos a una sala inundada de ordenadores. El primer ejercicio consiste en escribir una noticia para internet a partir de tres o cuatro teletipos, cuyo tema central es la luna: los rusos junto con los indios van a mandar un laboratorio allí, los chinos acaban de lanzar su primer satélite de órbita lunar, una nave japonesa ha grabado en alta definición un amanecer de la tierra grabado desde la luna, un astronauta ha presentado un video juego en España. Lo engarzo todo bien y le meto un par de fotos. No es la bomba, pero demuestro mis conocimientos de política exterior (la carrera espacial china está causando bastante revuelo en EEUU). Luego tenemos que pergeñar la portada de una web de noticias con 10 titulares. Mi experiencia me dice que las declas de Casillas defendiendo a Luis Aragonés se llevarían siempre el hueco más importante. El resto es a rellenar con las fotos más molonas, y noticias como las huelgas en Francia y Alemania, o la ley de la violencia de género, al basurero de recuadros chicos. La tercera prueba consistía en desarrollar la página web de un programa. Desgraciadamente había que elegir entre la de una serie, Desaparecida, y el programa de RNE España directo. Para desaparecida sólo se me ocurría algo como Ringu, la peli de miedo en que la gente que veía un vídeo moría a la semana. Pues igual, cualquiera que se metiese en la página web de la serie, al paredón. Así que optp por el programa de radio, pero no se me ocurre mucho. Para terminar, nos largan un vídeo de Al Gore recién nobelizado. Titular y entradilla; a esas alturas no tengo ganas de ser brillante, y remato la faena con la solvencia (que creo) necesaria para aprobar (el vídeo es en inglés, lo que nos favorece a los algo parlantes, aunque algo me dice que somos casi todos).
En un rato, el segundo examen.

jueves, 15 de noviembre de 2007

La importancia de la simetra en la vida cotidiana

Hoy, jueves, he salido de Prado con Mercedes. Hemos llegado a Plaza de España, y la he acompañado al H&M que hay en la Gran Vía, haciendo prácticamente el mismo recorrido que hice el martes con Susana. La he dejado en la puerta, y antes de coger el metro me he metido en la Casa del Libro, para que la sucesión de hechos sea similar. Voy decidido a comprar (por fin) Nocilla dream. Mientras espero al lado de un ordenador a que algún dependiente dé señales de vida echo un vistazo a la caja, para ver si está la misma chica que el otro día me llamó la atención. Su rostro, desde tan lejos, parece petrificado. Mientras pasa el tiempo fantaseo con que la chica, al ir a pagar, me reconoce; pero antes de que la narración imaginaria se desarrolle mucho aparece la ansiada librera, que, al alimón con un colega suyo, me indica que el libro está agotado, así que me marcho, vagamente inquieto porque la simetría con la tarde anterior se ha visto alterada, pero confiado en que la intención haya sido suficiente para aplacar a los dioses que velan por el orden en nuestras vidas.

Pecados y penitencias

Me he comprado el abono transporte del mes de noviembre, información tal vez poco significativa, dado que cientos de miles de madrileños comparten conmigo esa costumbre mensual. Tengo el B-1, que me permite coger el tren ligero que pasa por la puerta de Prado. Dos veces a la semana lo cojo hasta la estación de Aravaca, y allí me monto en el Cercanías hasta Majadahonda, estación que ya pertenece al área que corresponde al abono B-2. Como nunca pasa un revisor no compro el billete preceptivo. Pero ayer sí pasaron, y justo en los dos minutos que median entre la parada de El Barrial y Majadahonda. Ni siquiera me molesté en fingir ignorancia. Me quedé de piedra cuando me hicieron pagar 8'30 € de billete. Los pagué sin rechistar, ideando alguna queja al servicio de cercanías, o una carta a algún medio gratuito. Pero, al fin y al cabo, está bien que se nos haga pagar por nuestros pecados aunque tanto la magnitud de estos como el de la penitencia sea pequeña.

Pequeños presagios sin importancia

Jueves, nueve y venticinco de la mañana, línea 3, trayecto entre Lavapiés y Sol. Tengo el tiempo justo para coger el autocar que sale a las diez menos venticinco. Pero el vagón se para un rato, primero entre Sol y Callao; después entre Callao y Plaza de España. Me resigno a hacer transbordo, llegar hasta Colonia Jardín y tomar el tren ligero. Un pequeño desánimo se abate sobre mí, y pienso que va a ser un mal día.
Pero no lo ha sido.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Obras de Banksy






He aquí alguno de los grafitis y obras sobre papel de Banksy, del que ayer no sabía nada, pero que tras una búsqueda superficial en internet se puede decir que me he convertido en un experto.

Más Banksy



Esto aparece como manifiesto en la página de Banksy

http://banksy.co.uk/




An extract from the diary of Lieutenant Colonel Mervin Willett Gonin DSO who wasamong the first British soldiers to liberate Bergen-Belsen in 1945.


"I can give no adequate description of the Horror Camp in which my men and myself were to spend the next month of our lives. It was just a barren wilderness, as bare as a chicken run. Corpses lay everywhere, some in huge piles, sometimes they lay singly or in pairs where they had fallen. It took a little time to get used to seeing men women and children collapse as you walked by them and to restrain oneself from going to their assistance. One had to get used early to the idea that the individual just did not count. One knew that five hundred a day were dying and that five hundred a day were going on dying for weeks before anything we could do would have the slightest effect. It was, however, not easy to watch a child choking to death from diptheria when you knew a tracheotomy and nursing would save it, one saw women drowning in their own vomit because they were too weak to turn over, and men eating worms as they clutched a half loaf of bread purely because they had to eat worms to live and now could scarcely tell the difference. Piles of corpses, naked and obscene, with a woman too weak to stand proping herself against them as she cooked the food we had given her over an open fire; men and women crouching down just anywhere in the open relieving themselves of the dysentary which was scouring their bowels, a woman standing stark naked washing herself with some issue soap in water from a tank in which the remains of a child floated. It was shortly after the British Red Cross arrived, though it may have no connection, that a very large quantity of lipstick arrived. This was not at all what we men wanted, we were screaming for hundreds and thousands of other things and I don't know who asked for lipstick. I wish so much that I could discover who did it, it was the action of genius, sheer unadulterated brilliance. I believe nothing did more for these internees than the lipstick. Women lay in bed with no sheets and no nightie but with scarlet red lips, you saw them wandering about with nothing but a blanket over their shoulders, but with scarlet red lips. I saw a woman dead on the post mortem table and clutched in her hand was a piece of lipstick. At last someone had done something to make them individuals again, they were someone, no longer merely the number tatooed on the arm. At last they could take an interest in their appearance. That lipstick started to give them back their humanity."


Source: Imperial War museum

Un rostro en la librería

Como delante de mí había dos o tres personas pagando los libros adquiridos en La Casa del Libro, tuve tiempo suficiente de fijarme en la chica que atendía la caja. Al pronto me pareció bastante guapa, pero tenía un rictus que al pronto pensé era de cansancio o de disgusto o de resignación ante la impericia del maduro comprador que tenía en ese momento delante, y esperé a que esa mueca que le disfugaraba la cara desapareciese para apreciar esa belleza prometida. Con el siguiente cliente la cara le cambió. Era un joven que, según percibí cuando giró la cabeza atendiendo una llamada que venía de mi fuera de campo (que es casi todo el campo), era bastante atractivo. Pero la cara de la chica seguía sin regresar a su estado de reposo, si es que eso existe. Me pareció que sus rasgos estaban en perpetuo movimiento, girando alrededor de una forma nunca alcanzada, pero siempre prometida, lo que generaba una particular forma de anhelo erótico, el de vigilar su rostro para descubrir el momento en que se producía el milagro de la coincidencia entre la cara y la máscara.

Pasión por los números

Absorbido por un sudoku especialmente difícil se me ha pasado la parada de Prado cuando iba en el tren ligero. Buscando un número para un hueco he vislumbrado la ruta de Torrespaña en la rotonda de entrada a Prado, pero yo creía estar en otro sitio, y he sentido ese extrañamiento próximo a la psicosis que sentimos cuando encontramos una cosa (o una persona) en un sitio que no le corresponde. Cuando me he dado cuenta de lo que pasaba me he limitado a seguir haciendo el sudoku y bajarme en la siguiente parada. Cuando esperaba el tren he encontrado un 3 que me ha abierto la puerta para desbloquear el juego. El problema es que he vuelto a coger un tren en el sentido que me alejaba de Prado. Así que me he tenido que bajar otra vez, y ya he acertado con el tranvía, he terminado el sudoku y me ha dado tiempo ha enfrascarme en sesudas reflexiones acerca de la locura que acecha tras los números, y en por qué los hombres se abisman en juegos matemáticos y las mujeres en estructuras narrativas. Por fin he llegado a Prado, y he abierto el ordenador para fundirme con mi avatar virtual.

martes, 13 de noviembre de 2007

Un día con Vicente Luis Mora

Empecé el día con la revista Quimera, a la que estoy suscrito desde hace años sin que habitualmente haga mucho más que hojear sus páginas, simplemente para comprobar que este mundo está lleno de lumbreras de la Literatura cuyo nombre no conozco de nada y probablemente permanezcan en ese limbo por toda la eternidad. Pero en el metro me leí un artículo sobre un blog que giraba en torno a lo que al parecer se denomina generación nocilla, que agrupa a un conjunto de nuevos talentos nacidos en los 70 (más o menos) y que tendrían en Nocilla dream su obra más conocida. Como no tenía mucho que hacer en el trabajo me dediqué a sobrevolar por el blog citado, para descubrir que, en general, era una recopilación de artículos aparecidos en distintos suplementos culturales, por lo que es fácil imaginar su interés. Pero había varios links con blogs de los autores citados, entre ellos el de Vicente Luis Mora, que es el que visité. Vicente tiene un par de libros de creación y de ensayo, y un grupo de lectores que le cuentan cosas. Tiene un standard de jazz de banda sonora de la página de inicio, que me ha acompañado toda la tarde mientras hacía otras cosas en el ordenador. Como uno se vuelve caprichoso con la edad, o tal vez nunca deja de serlo, he pensado que me podía pasar por la Casa del Libro para hacerme con el Nocilla dream, y así añadir lustre a mi currículum, una vez que de Foster Wallace y de Palaniuk puedo hablar con soltura. Todo se ha puesto a mi favor, ya que Susana iba en la misma dirección, y su compañía me ha ayudado a superar la incomodidad de recorrer la Gran Vía ya de noche pero llena de gente. No he encontrado Nocilla dream, pero sí Circular 07, un proyecto que se define como work in progres, del ya a estas alturas omnipresente Vicentito L. Mora. Pero lo mejor es que bajando por Preciados para alcanzar el metro alcanzo a oír una melodía muy familiar que encuentra inmediatamente acomodo en mi cerebro antes de darme cuenta de que era el mismo tema que V. Luis Mora tiene te portada en su web. Reconfortado por estos destellos de un orden oculto y estético, que a veces parece emerger para decirnos que este mundo es probable que no tenga sentido pero a menudo tiene buen gusto, me he metido en el vagón, sólo para descubrir que el circular del título es la línea de metro con ese nombre, tal vez una indicación amistosa de ese mismo orden para recordarme las distancias entre ficción y realidad, ya que la línea que me lleva a casa es la 3.

Una aventura de nuestros días

Según iba camino del metro recién salido de casa me he dado cuenta de que me había dejado el móvil. Descontando la pereza que causa siempre desandar lo ya caminado, me asaltó la curiosidad de como sobreviviría un día sin el depositario de nuestra identidad y nuestra alma. Y así ando, sin móvil. Desgraciadamente tengo que confesar que nada novedoso me ha ocurrido, esa zambullida en el anonimato, similar en nuestra contemporaneidad a lo que probablemente es fundirse con el tao, no se ha producido. El siguiente paso en esa radicalidad negadora será abandonar el móvil e internet.

El grafiti más bonito del mundo

Me encuentro esta foto en el blog de Vicente Luis Mora; al parecer el autor es un tal Banksy, principal estrella del universo grafitero, conocido sobre todo por haber soltado un globo en Disneylandia de un preso de Guantánamo, intervención realmente brillante.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Contenedores

Ayer noche llamaron al timbre a las doce de la noche. Inma y yo estábamos dormidos. Quique, que al parecer estaba leyéndose el libro de Luciana B., vino a despertarnos, imagino que porque se asustó de una visita a horas tan intempestivas. Para cuando nos levantamos el visitante se había ido. Esta mañana, al mirar por la ventana, hemos visto que habían quemado el contenedor de papel que tenemos enfrente del portal, y que el coche que había al lado también había sufrido los efectos del fuego, aunque desde arriba era difícil comprobar la gravedad del daño. El coche es de un amigo nuestro, así que Inma, que es una máquina compulsiva de establecer relaciones causales, rápidamente llegó a la conclusión de que una vecina había subido a avisarnos de que estaba ardiendo el coche, y que si podíamos avisarle. Al salir a la calle para coger el metro me he encontrado a Ramón (el dueño del coche) examinando los desperfectos, que eran bastante aparatosos vistos desde cerca. Algo culpable me he sentido, porque en ese momento he pensado que deberíamos haberle llamado nada más descubrir el suceso. Pero bueno, le he acompañado en la profusión de insultos hacia los vándalos, he convenido con él en que ya podían haber cogido a los culpables (no es el primer contenedor que arde por la zona) y le he dejado con su hija, a la que iba a llevar al colegio, mientras yo enfilaba la calle que me lleva al quiosco donde compro el periódico todos los días antes de meterme en el acogedor espacio del metro.

domingo, 11 de noviembre de 2007

La muerte lenta de Luciana B

Mercedes me ha pasado un libro de un escritor argentino para mí desconocido, Guillermo Martínez, aunque según lo que leo en la solapa (donde se le define sin rubor como "un autor de referencia de la literatura contemporánea") debo de ser el único mortal que permanecía en la ignorancia acreca de tan preclaro escribiente. La muerte lenta de Luciana B. es un divertimento cuyo origen es obvio, aunque la bibliografía que acompaña a la novela ayuda a discernirlo, ya que ahí averiguamos que Guillermo tiene un libro sobre Borges (y la matemática). Y es que esta nouvelle es una especie de variación extendida de un relato de Borges, al que se cita más de una vez (la novela está llena de citas explícitas, que funcionan como pistas evidentes para que el lector aprecie el juego). Así, tenemos abundantes reflexiones sobre el azar y la necesidad, y sobre el escritor como demiurgo menor de mundos paralelos que acaban conectándose con el mundo real; hay referencias a sectas gnósticas más o menos de pacotilla y a distintas teorías acerca de la creativadad artística; y el relato se estructura con un montón de simetrías y estructuras dobles: en varios episodios se apunta a que Kloster y el narrador son la misma persona, o dos variaciones de la misma persona separada por 10 años (prácticamente tienen la misma experiencia con Luciana cuando trabaja para ellos, el narrador recoge la vida solitaria y apartada de Kloster cuando éste se entrega a una vida pública desenfrenada, los dos escritores parecen conocer sorprendentemente todo lo que escribe el otro), los mismos que separan a Luciana de Valentina, que es descrita al final explícitamente como un doble (algo mejorado) de su hermana mayor, que como en el retrato de Dorian Gray pareece haber cargado con todo el peso de la tragedia familiar precisamente para que su hermana resplandezca.
El problema de la novela, al margen de frase como "librado a las fuerzas de la entropía" para decir que el cuarto estaba desordenado, es que los personajes son marionetas necesarias para que la estructura narrativa avance, pero no tienen nada de vida (lo mjismo que en los relatos de Borges, todo hay que decirlo). El libro es un puro artefacto, y el interés que provoca es mecánico; hasta la acumulación de referencias que buscan hacer cosquillas intelectuales en el lector cómplice resulta cargante. Tal vez para sacar musculatura profesional funcione, o como descanso entre obras de más entidad, pero desde luego no anima a seguir la trayectoria del señor Martínez.

Oposiciones a productor

Pues no hubo ni trampa ni cartón. No pusieron trampas en el examen a productor. Había que hacer un plan de trabajo y un presupuesto de la gala de presentación de la Expo, y un plan de trabajo de un desfile del rey en día de la constitución. Cuando leí los supuestos tuve una revelación: ni tenía ganas de hacer el examen ni pensaba dedicar el resto de mi futuro profesional a hacer presupuestos de algo tan absurdo como una gala de la expo. Así que emborroné de manera poco elegante un montón de cuartillas, las metí en un sobre y me marché a casa a dormir tras el cansancio provocado por la falta de sueño.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Cena en Gastromaquia

Contaré la salida nocturna desde el presente hacia atrás, en plan narrativa posmoderna, y es que estoy sentado en la biblioteca del barrio porque al levantarme esta mañana tras haber dormido no más de cuatro horas (afortunadamente no me dolía la cabeza ni tenía resaca, cosa sorprendente después de lo que bebí) había tal peste a tabaco en el salón que he agarrado las ropas infectadas y me he ido a la calle a que se aireen, ellas y yo. El problema es que en la calle no se nota, pero al sentarme en el ordenador he tenido la impresión de que en kilómetros a la redonda apesto a nocturnidad y ausencia de ducha.
El caso es que creo me acosté a las tres, me dormí en el taxi, y el taxista, que afortunadamente tenía GPS, me despertó en mi calle, que no en mi portal. Me costó darme cuenta donde estaba. El taxi lo había cogido en la Gran Vía, no tuve que esperar nada, y eso que la últinma conversación con Alejo y Alicia (los dos contertulios que aguantaron hasta el final en la Taberna del Pan, donde recalamos para las obligadas copas) giró en torno a la dificultad de encontrar taxis en Madrid a esas horas, y la posibilidad de ir en búho a casa (yo hababa de oídas, porque en la noche de los tiempos se perdía la última vez que tuve que recurrir yo a un transporte nocturno). El caso es que, como suele ser habitual con Alejo, acabamos hablando de los males que acechan a nuestra civilización, inmersa en una imparable espiral de decadencia por culpa del desprecio hacia el espíritu de la doxa contemporánea.
Enla Taberna nos encontramos con Nando, lo que fue divertido porque por un momento se me pasó por la cabeza mandarle un sms para que viniese a la cena, momento que pasó con la misma velocidad con la que llegó. Mercedes todavía llegó a entrar en el oscuro antro, a pesar de que estaba cansada y tenía a Bernardo convaleciente en casa. No sé como la convencieron para que continuase el periplo nocturno, porque ni una copa se tomó. En un momento dado Ana Belén, su novio y Mercedes se marcharon, y me puse a hablar con Nando de Jesse James, Gijón, su futuro profesional y el rollo en el que le ha metido Arranz para que le hagan fijo, cuando probablemente es lo que menos desea en este mundo.
La cena estuvo bien, pero probablemente adoleció de un problema estructural. Como todo surgió a raíz de que fuese a ver a Oliva para darle el móvil, lo que posibilitaba quedar para tomar un vino con algún amigo, la idea era (por mi parte) tomar algo ligero y que cada cual partiese para lo que la noche le tuviese preparado (razón por la que quedé tan pronto, a las nueve). Pero nadie llegó a las nueve. Para cuando estuvimos los seis sentados (Mercedes sin Bernardo, Ana Belén con su chico, Alejo con Alicia, y yo) ya estaba claro que la noche iba a ser eso, la cena y las copas, pero pedimos un número exiguo de raciones (lo cual a mí me venía bien, pues regresaba de un rodaje en Extremadura donde lo pantagruélico había sido la norma) para conformar un ágape en condiciones. Por alguna razón que se me escapa, me pagaron la cena, cuando el pacto era que invitaba yo, pero la jugada se fraguó cuando estaba en el servicio, y tendrán que ser otros los que cuenten esa historia.
De los platos, el más curioso era algo que al parecer se conoce (supongo que paródicamente) como tortilla de patatas deconstruida, un puré de patatas servido en copa con yema en el fondo y cebolla caramelizada en la superficie. Se podría hacer un sesudo ensayo acerca del aire de los tiempos sólo a partir de semejante invento (al fin y al cabo, la tortilla de patatas es algo que alcanzó la perfección hace siglos, y que ha permanecido más o menos invariable desde entonces, con variaciones de corte familiar que se transmitían dentro de círculos privados, pero en torno a un núcleo duro inalterable), pero nos conformamos con sacar una foto que incluyera a Mercedes y a Alejo para mandársela a Susana, que estaría plácidamente entregada a su deporte favorito, que es estar lo más lejos posible del mayor número de prójimos.
Mercedes y Alejo tuvieron el detalle de regalarme libros suyos, y no comprados para la ocasión, cosa que siempre me ha parecido de muy buen gusto porque a mí me encantan que los libros hayan pasado por otras manos y que otros ojos hayan leído esas mismas líneas (recuerdo que, antaño, en la biblioteca del Instituto Alemás se apuntaba a mano el nombre de los lectores que cogían los libros, y yo seguía el iotinerario de las personas que cogían los mismos libros que yo, y alguna vez pensé en dejar alguna nota señalando que teníamos trayectorias lectoras parejas).
Y aquí termina el relato, porque se acaba el tiempo del ordenador y voy a cogerme un Conrad, escritor que conviene releerse cada cierto tiempo y que no suele decepcionar.

En Extremadura

La retransmisión de la Misa desde Arroyomolinos de Montánchez, el pueblo natal de Agustín Fragoso (regidor durante más de 15 años de El Día del Señor, y a punto de jubilarse) me llevó dos días a tierras de Extremadura. Como el pueblo es bastante pequeño y no tiene hoteles, y en Montánchez el único alojamiento que cumplía con las sacrosantas normas del convenio en cuanto a categoría y estrellas estaba cerrado, nos tuvimos que ir al hotel de tres estrellas más cercano, que resultó ser un local en un polígono industrial en Miajadas. Resultó que la caerretera de Miajadas a Arroyomolinos está toda levantada, a la espera de ser asfaltada casi en su totalidad. Yo tenía la impresión de que Agustín era una celebridad allói, pero en realidad no va casi nunca, y sólo tiene primos como familiares cercanos.
La primera noche (que también habría de ser la última, porque en cuanto dimos carpetazo al reportraje salimos escopetados de allí) no pegué ojo, no sé por qué, ya que la cama era bastante cómoda, y eso me permitió hacer un cursillo acelerado de televisión nocturna: Muchachada Nui, La (2) Noticias (a quién se le habrá ocurrido lo de los paréntesis), 59 segundos, Noche Hache, Caiga quién caiga, programas que hacía meses que no veía (si es que había llegado a verlos alguna vez), consumidos en poco más de una hora.
Tenía el alojamiento acústica tan refinada que el menor soplido proferido en la otra punta llegaba con claridad meridiana a mis oídos. A altas horas de la noche una cama se puso a crujir como si estuvieran haciendo gimnasia encima, pero por más que aguzaba el oído ni el más mínimo sonido proferido por cuerpo humano, ya sea voluntaria o involuntariamente, llegaba hasta mí ¿Estarían follando dos sordomudos?¿estaría un atleta pobre ensayando números en el colchón como si fuese una cama elástica? No fui el único que oyó la dichosa cama, y coincidimos en que no debían de pasárselo muy bien los que ayuntaban tan silenciosamente.
Para comenzar el rodaje nos fuimos a Montánchez, donde las ruinas convenientemente restauradas de un castillo dominan, como es su obligación, varios panoramas que se extendían hasta muy lejos. Era una mañana preciosa, con un sol diáfano. Yo había llevado abrigo y jersey de cuello alto, por las noticias que llegan del frío extremeño en invierno, pero me pasé todo el día en camiseta. En el pueblo hicimos acopio de jamones y lomos, rodamos unos molinos de agua (también restaurados), una panorámica del pueblo, calles con escudos con blasones, fachadas e interiores de la iglesia y de la ermita, y un reportaje más. El párroco había sido misionero, y en la comida nos contó anécdotas de su paso por Camerún y el Amazonas (a pesar de que en los medios los curas sólo aparecen cuando sueltan soflamas más o menos reaccionarias o cuando son acusados de pederastia, la mayoría de ellos son gente agradable, bondadosa, y de conversación más que amena). Tras la vuelta al hotel infame por la infame carretera no hubo problemas para consensuar una huida veloz hacia las hospitalarias tierras de nuestro querida y contaminadísima urbe, y a las once estaba en casa, para sorpresa y alegría de Inma, alegría que fue objeto del habitual choteo por parte de mis hijos.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Aznar el grande

Copio las declaraciones de Aznar en A-3 de la transcrpción que hace el País:
"Los que idearon estos atentados yo creo que no están ni en desiertos remotos, ni en montañas lejanas [...] (No pienso) en nadie en especial porque no lo sé, digo que ese atentado tenía un objetivo muy especial que era un objetivo político de cambiar el curso histórico de España y desgraciadamente consiguió sus objetivos".
Se ha armado un montón de revuelo, como cabía esperar, estando todos los medios en plan análisis talmúdico de las comas de cada declaración, pero me parece raro que no se haya señalado mucho lo más alucinante de esta declaración (porque al fin y al cabo ni en la sentencia ni en ninguna parte se dice nada de desiertos remotos ni montañas lejanas, los atentados se idearon y planificaron y prepararon y ejecutaron en España por inmigrantes marroquíes que llevaban tiempo en nuestro país, y efectivamente en la misma sentencia se dice que el objetivo era histórico y político, implantar en España una república islámica con la sharia como legislación máxima): la desbocada y paranoide megalomanía que implica la idea de que el hecho de que el PP perdiera (por no demasiado) las elecciones de hace tres años ante el PSOE, elecciones a las que, al menos teóricamente, Aznar no se presentaba, es elaborado por el ex-presidente como "un cambio histórico de España"; cuando, que se sepa, el ordenamiento político y jurídico es el mismo de entonces, y no parece que los matrimonios homosexuales y las leyes de igualdad de género, proyectos que evidentemente Rajoy no hubiese llevado adelante, sean el resultado que los islamistas esperaban encontrarse realizados. Aznar debería ser más claro y decir: "Dado que soy el político, estadista y presidente más acojonante que ha tenido España en siglos y Europa en decenios, no puede ser que un atajo de moros de mierda muertos de hambre hayan conseguido tumbar mi proyecto de perpetuarme en el poder a través del pringao de Rajoy. Ahí han tenido que intervenir fuerzas poderosísimas que no soportaban el renacer imperial que estaba llevando a cabo en España, ahí tienen que estar no sólo la ETA, que son unos rojos separatistas y por tanto imbéciles, ahí tienen que estar los masones, los judíos, la KGB, los franceses, que engañaron a los moros de mierda para que pusieran las bombas con el único objetivo de hundir el glorioso porvenir que a la Patria le esperaba bajo mi proverbial mandato. Eso es lo que querían cambiar, el destino histórico de nuestro país, y eso es lo que han conseguido"

lunes, 5 de noviembre de 2007

Moi, Pierre Riviere...

La Filmoteca nos permitió ayer ver una película mítica y secreta, Yo, Pierre Riviere, habiendo asesinado a mi madre, mi hermana y mi hermano..., realizada por Rene Allio a mediados de los 70, a partir de un conocido texto de Foucault con el mismo título (publicado en español por Tusquets)basado en un hecho real ocurrido en Normandía en 1835. Allio se fue a los mismos lugares donde tuvo lugar el suceso, y utilizó a los campesinos para encarnar a los personajes de la tragedia. Como indica el título, el relato se vertebra a partir de la narración en primera persona del asesino, que en la cárcel hace una detallada pormenorización de las razones que le llevaron a cargarse a sus familiares. La película gozaba de cierta fama, pero no había tenido oportunidad de verla nunca. Hay que decir que el éxito de la propuesta es total. Díficilmente se ha visto una reconstrucción tan lograda, en la que los actores parecen haber llevado esas ropas toda su vida, y haber manejado esos utensilios desde pequeños. Las interpretaciones también son sobresalientes, la historia apasionante.
Nicolas Philibert fue ayudante en ese rodaje, y 30 años después ha vuelto a los mismos lugares donde se rodó la película. El resultado es Retorno a Normandía, cinta que se pasó en Cannes y acaba de estrenarse en Francia (donde también se ha reestrenado el film de Allio) y que aquí tiene comprada Karma, que ya se forró con el anterior documental de Philibert, Ser y tener.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Promesas del Este

Un elemento tal vez secundario de Promesas del Este sirve perfectamente para acceder a ella: a pesar de que está ambientada en nuestros días, entre el muy violento submundo de la mafia rusa (o ex-soviética), en la película no aparece ningún arma de fuego; en realidad, no se ve ningún arma. La violencia corre a carga de instrumentos afilados, pero de trabajos manuales: una navaja de afeitar, unos cuchillos de esquilar ovejas... Por otro lado, a poco que uno se distencie de la absorbente trama, se dará cuenta de que es imposible que los mafiosos rusos se parezcan tanto a los protagonistas de los dramas de Shakespeare o de las tragedias griegas: y es que, en realidad, Promesas del Este parece más bien una variación del Antiguo Testamento (esa niña que es abandonada en las oscuras aguas de un río por orden de su padre, ese patriarca que ve hundido su reino por el amor incondicional por un hijo incompetente, esa fascinación/odio entre hermanos), o del Nuevo (esa virgen adolescente que vaga en Navidad de puerta en puerta pidiendo ayuda para dar a luz una hija -Cristina- concebido del dios siniestro que reina en la película, ese héroe que resucita redimido tras el calvario que sufre por orden de ese mismo dios padre en una sauna, emplazamiento subterráneo -como un sepulcro- y acuático -como el bautismo-, ese plano en que Mortensen entrega a Naomi Watts la niña, como una imposible sagrada familia).

Los exámenes de la tele

Éramos un montón en Caminos. Me encontré a Juanma, que estaba de apoyo a su novia, que iba con un grupo de amigas que estaban un pelín histéricas (o excitadas). También me encontré con Javier Ocaña, que me desconcertó, porque yo pensaba que era Javier Ocaña y me parecía que era imposible que estuviese allí (también acompañaba a su mujer, aunque por lo que me contó del mundo exterior no hubiese suido raro que él mismo se hubiera presentado).
Los exámenes parecieron fáciles, aunque habrá que esperar a ver las notas. En la mayoría de los casos eran supuestos prácticos, como ordenar noticias en un boletín, o a qué fuentes acudirías, o qué titular es era el más conveniente. El de radio fue el más fácil, y en el de internet descubrí mis lagunas, y lo fácil que debe de ser llenarlas. Estuvimos mucho tiempo allí, todos estábamos cansados, el bar estaba abierto a primera pero cerró en seguida (y tenía la música altísima). Mucha curiosidad por saber las notas.

La peor misa

Todos los problemas del mundo se concentraron la mañana que más interés tenía por terminar pronto, ya que a las cuantro tenía la oposición para informador. De entrada, el camión con el material de iluminación no aparecía. Temí que tuviera una dirección equivocada y que estuviese rumbo a Hoyo de Manzanares, donde se había retransmitido otra misa recientemente, pero no: simplemente se había averiado y estaban, en el momento en que llamé a la empresa, mudando las cosas a otro camión. Éste llegó, pero quienes no aparecían por ningún lado eran los tres operadores de luminotecnia que nos estaban asignados. Y no aparecieron. Entre el el encargado (Carlos Coroas), el iluminador (Esteban Mayoral), el grupista (Zacarías) y el conductor del camión y el mozo auxiliar se arregló el entuerto (más o menos), pero ya llevábamos un considerable retraso, y teníamos que grabar una entrevista. El jefe técnico de la unidad (la B-14, un deshecho prácticamente) no era el que la opera habitualmente; y dado que con la nueva política de personal no tenemos derecho a un control de cámaras, tiene que ser él el que ejerza las funciones. Pues bien, era incapaz incluso de abrirlas. Finalmente hubo que operar con el diafragma en automático. Esteban montó en cólera, y Armando lo secundó (ambos se han quejado repetidamente de que no se disponga de un control en condiciones, en lo que estoy de acuerdo con ellos). La intercomunicación no funcionaba, había problemas con la rotulación. Empezamos a grabar la entrevista casi a la una, cuando los invitados llevaban sentados desde las once. Tras grabarla, Armando decidió repetirla; al pareecer hubo un problema con los rótulos. Esta segunda vez salió bien, pero Armando quiso meter un inserto y la chica de vídeo debió de tocar algo y se cargó la grabación, así que nos tocó repetir una tercera vez el reportaje. A las dos, hora a la que habitualmente estamos ya todos en casa, teníamos que empezar a montar el operativo para la retransmisión, y recoger el de la entrevista. Menos mal que el coro se había ido. Al final, a las tres, dije que me tenía que ir. Al poco llamé al conductor y me confirmó que todo se había terminado.

sábado, 3 de noviembre de 2007

El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford

En mi labor evangelizadora que llevo a cabo con mis hijos y el cine le tocó ayer a Quique acudir a las minisalas del pasadizo de Martín de los Heros para verse las más de dos horas y media que dura este western que ha dado que hablar más de lo que se podría suponer a priori. La película se presentó en Venecia, donde fue recibida con distanciamiento altivo por parte de la crítica. Sorprendió que se llevase el premio de interpretación masculina Brad Pitt (incluso ciñéndonos a la película, hay consenso acerca de que el que está inmenso es Casey Affleck -consenso al que me sumo-), y trascendió que el actor, también productor de la película, ordenó remontar el film original, que duraba más de cuatro horas. Es difícil saber si es verdad o no, pero con esta información en la cabeza imaginé que la voz en off es un añadido impuesto (como en Blade runner), aunque es probable que estuviese ahí desde el principio, dado lo bien que casa con el tono de la película ¿Y cuál es el tono de la película? Pues un empacho de influencias y ambiciones. Es lírica, árida, hipnótica, realista, mítica, alegórica. Por alguna extraña razón, uno tiene la impresión de que la película está al borde del desastre en todo momento, pero la grandilocuencia a la que apunta se ve redimida por el tono banal de muchas de las secuencias (el lado Monte Hellman -o Antonioni- del film). Es casi rohmeriana en su manera de filmar la naturaleza: la película transcurre en un arco temporal que recorre todas las estaciones, y la película transmite las diferentes sensaciones climáticas, el frío en invierno, los trigales amarillos mecidos por el viento en primavera, la melancolía de los atardeceres otoñales. Siendo realista en la reconstrucción de la época y en la descripción de los personajes, se mueve dentro del espacio clásico del mito: se podría decir que es una variación posmoderna del clasicismo fordiano (por un lado, Jesse James es un personaje del cine contemporáneo, un serial killer paranoico; por otro, apunta a la figura del héroe clásico; dibujando un perfil pretendidamente naturalista y verosímil, el film nunca pierde de vista las evidentes similitudes con los dos grandes relatos occidentales sobre la traición, la de Bruto y la de Judas). Pero tal vez la gran influencia de la película (apuntada en el título) haya que buscarla en Bresson: está claro que lo que Andrew Dominik quisiera ser es el director de Un condenado a muerte se ha escapado.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Desayuno con Angelines (y Ana Belén)

Angelines se ha subido el Paseo de Extremadura, pero yo iba pegando la hebra con Fernando acerca de lo que va a tardar en abandonar su puesto de productor ejecutivo, y no ha sido hasta que hemos llegado a Prado que no me he puesto a hablar con ella. Nos hemos tomado un café en el comedor y me contado sus primeros días en Versión, algo acerca de Charo, y un montón de pequeñas cosas como la pugna para que Angelines vaya los lunes a picarle el texto a Gasset, a lo que Menchero se ha negado. Ana Belén se ha incorporado un poco más tarde, y me ha dicho que me han echado de menos en Valladolid; y por lo que ha contado no ha sido un elogio retórico. Como emocionalmente tengo el síndrome de la cáscara vacía me ha dado todo un poco igual, aunque me hace gracia que nos tomemos en serio tantas chorradas.

Un día triste

El miércoles 31 le mandé un email a Marga diciéndole que tenía (muchas) ganas de verla, y que aprovechando que era su cumpleaños, y que ya hacía tiempo que no nos veíamos, podíamos quedar para tomarnos una cerveza rápida, un tipo de encuentro en que, por su brevedad, era difícil que emergiesen aristas dolorosas. Tras el paréntesis del Día de Todos los Santos me encontré con una contestación afirmativa, que si en un principio me llenó de alegría, luego dio paso a cierta inquietud, aunque un tanto difusa. Teníamos muy poco tiempo para vernos, porque había quedado para comer, y tenía que encontrar hueco para escaparse antes de la oficina. Yo pensaba pedir al conductor que me había llevado a Albarracín que me dejase en Buñuel. Pero el desastroso trámite me había puesto de muy mal humor, y el tiempo huía velozmente, así que le puse un sms contándole que prefería posponer la visita. Me contestó que ella también lo prefería pues disponía de muy poco tiempo. De repente me vi inundado por toda la tristeza que no había sentido hasta entonces.

Gestiones en el Ayuntamiento

Hoy he tenido que ir a recoger un permiso de aparcamiento a la cale Albarracín para la Misa que retransmitimos este fin de semana (era la segunda vez que iba esta semana). Había un joven sentado en la mesa (del lado de los peticionarios) hablando constantemente por el móvil, con la actitud de llevar bastante tiempo así. No había nadie en el lado de la mesa en el que debía estar sentado un funcionario. Al cabo de un largo rato ha llegado una mujer, han despachado algo y, al poco tiempo, el peticionario se ha levantado y ha dejado la silla al que estaba esperando, que no ha tardado mucho y me ha dejado el puesto a mí. Por la mañana había llamado y me habían confirmado que la petición estaba tramitada. Pero allí nos hemos dado cuenta de que la fecha estaba mal: habían cursado el permiso para el 3 y 4 de diciembre. Había que bajar al segundo piso y deshacer el entuerto con el técnico del informe, del que se hablaba con unos términos y un tono que en la Grecia Antigua debía de estar reservado al oráculo de Delfos. Como era obvio, el técnico firmante estaba de puente, o de cañas, o de lo que fuese, y era impensable que ninguna otra persona metiese mano en esa especie de incunable que debe de ser un informe técnico del ayuntamiento para permitir una reserva de espacio. Afortunadamente no terminaban ahí los problemas: la ínuca impresora de todo el edificio que podía imprimir los formularios del pago de tasas estaba estropeada, así que la funcionaria (que era bastante amable) los tenía que escribir a mano, con la consecuencia de que en el banco no los admitían por defectos de forma probablemente al alcance de la comprensión de una minoría elitista iniciada en los arcanos de los números bancarios. Tras casi dos horas metidos en el pasillo donde nos hemos ido apiñando los que llegábamos, me he ido con una autorización inútil y un cabreo considerable.

La maldición de Persépolis


Ayer 1 de noviembre intenté acercarme a ver Persépolis con mi hija, misión que se mostró complicada, ya que tanto el Ideal como el Renoir mostraban nutridísimas colas (bueno, el Plaza de España ni siquiera eso, todas las salas estaban completas). El caso es que ya en el Festival de Cannes intenté, por tres veces, ver la peli, y en ningún caso lo conseguí (aunque entrevisté a los directores, que son la autora del cómic y su novio). En revancha me leí los cuatro volúmenes del cómic, lo que inició una frenética inmersión en el mundo de los volúmenes ilustrados que dio como resultado el conocimiento de la obra de Joan Sfarr (el gato del rabino) y de Marjane Satrapi (Persépolis y Pollo con Ciruelas), y el convencimiento de que si a estas alturas sé tan poco del mundo del cómic es porque no me interesa demasiado, a pesar de los consejos de Mercedes.