Hay algo extravagantemente hipnótico en un fracaso tan absoluto como el que representa Jack Reacher, película que un tal McQuarrie, algo así como un guionista de cámara de ese peculiar actor que es Tom Cruise, ha pergeñado a medida de la estrella, que se ve que ha intervenido hasta tal punto en el proyecto que resulta embarazoso de contemplar en pantalla la infantilizada proyección de como le gustaría que el público le viera.
No tengo ni idea de como es el personaje en las tropecientas novelas que Lee Child ha escrito con él de protagonista (y que para mi sorpresa he descubierto que están publicadas en español), pero en el film Jack Reacher es un frankenstein en el que se juntan pedazos de personajes clásicos (Sherlock Holmes, sobre todo) con todos los residuos de la mitología (en el sentido barthesiano) de la cultura popular norteamericana, el cowboy solitario, el justiciero nómada, el (coñazo del) loser, Rambo, Bourne, el propio papel que interpreta Cruise en esa franquicia en eterna decadencia que es Misión imposible... La suma de todo eso es una muestra de la absoluta impotencia del cine norteamericano contemporáneo para crear un personaje, quiero decir un personaje de talla mítica, un Ethan Edwards, para entendernos. El único que queda es Clint Eastwood, al que ya la crítica europea empieza a darle la espalda por dedicarse a hacer obras maestras tan antipáticas como El francotirador, película que desde aquí aconsejamos fervientemente a McQ y a Cruise que se abstengan de ver si no quieren verse abocados a una depresión insuperable.