sábado, 31 de octubre de 2009

Para hablar de Wittgenstein en sociedad


Para Susana, que ahora no tiene tiempo de leerse el Tractatus


El tractatus es uno de los libros de filosofía más famosos del siglo XX, y hasta los que no son conscientes de ello conocen su punto 7, ése al que vuelve siempre Fernández Mallo en la cálida compañía de los pezones:
"Aquello sobre lo que no se puede hablar, acerca de eso se debe callar"
("Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen", la traducción es mía y deliberadamente poco "española", la edición que manejo - Alianza editorial, Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera- prefieren un más fluido "De lo que no se puede hablar hay que callar")
El Tractatus consiste en una serie de aforismos organizados como una tesis doctoral: punto 1, 1.1, 1.11...3,261, y habla del mundo y su decibilidad:
1.1 El mundo (die Welt) es la totalidad de los hechos (Tatsachen), no de las cosas (Dinge)
3.221 A los objetos sólo puedo nombrarlos. Los signos hacen las veces de ellos. Sólo puedo hablar de ellos, no puedo expresarlos. Una proposición sólo puede decir cómo es una cosa, no lo que es.
Antes de cerrar el libro con el punto 7 (tras el que, obviamente, nada puede ser escrito), W, empieza a meterse en berenjenales:
6.522 Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico
(Para W. el ámbito de la metafísica no era inexistente sino inexpresable, algo bastante diferente)

Poema 20.1 de Joan Fontaine Odisea, del wittgensteiniano Fernández Mallo:

"Cada mañana el mismo verso repetido,
composición porcentual o por 100 gr.
en la caja de Kellog's.
De un tiempo a esta parte existe la manía
de escribir lo prosaico en columna.
Lo dijo Parménides, todo está
lleno de Ente, y también,
el Ente está penetrado en el Ente."

(Negritas mías, cursivas del autor)

viernes, 30 de octubre de 2009

Nocilla party


En esta sala tuvo lugar la presentación de Nocilla Lab, para cuando llegamos las gradas estaban llenas y nos sentamos en primera fila. Los dos Fernández estaban en la puerta, saludando a conocidos, y como en toda presentación que se precie un pequeño mostrador tenía ejemplares del libro para animar a la compra. En una barra más concurrida daban botellines de Carlsberg a todo el que quería, que eran (éramos) muchos.




De esta guisa era la instalación, una pantalla donde se proyectaban imágenes de diversa procedencia (yo sólo reconocí un fragmento de Taxi driver, pero también salieron videoclips, anuncios y videojuegos), una mesa, un par de ordenadores, un par de flexos, un par de botellas de agua.


Porque eran dos los Fernández que actuaban, Mallo y Porta. Leyeron fragmentos de la novela, poemas de Mallo, textos teóricos ad hoc y todo resultó un poco pretencioso, entre otras cosas porque la acústica del local era bastante mala y se ve que estos chicos no han dado clases de dicción ni declamación, por lo que el efecto buscado se quedaba a medio camino, aunque por la cara de arrobamiento que se apreciaba en la numerosa concurrencia femenina igual esta apreciación es puramente subjetiva. De fondo sonaba música electrónica, y en un momento dado pincharon un tema de los Smiths, lo que me recordó que, aunque aquello tenía el aire entre desafiante y arrogante de una toma de postura adolescente, Mallo tiene mi edad (42 años), aunque se gaste ese aire de jovencillo despistado.



La verdad es que si las Nocillas funcionan bien como texto de culto para iniciados (o sea, para tirarse el rollo entre snobs -como yo-), elevarlas a paradigma literario dominante me parece que es hacerle un flaco favor; desgraciadamente (para ellas) parece que los siempre perezosos medios de comunicación han decidido concentrar en Mallo todas las virtudes de la figura del escritor "moderno", con lo que se ahorran el trabajo de conocer otros.



De vuelta a casa me encontré con este aterrador anuncio en la marquesina de la parada de autobúa que flanquea mi portal; me acerqué curioso pensando que era un gore de una psicópata caníbal o algo por el estilo, pero es un anuncio de algún ministerio de Zapatero, con una admonición a las parejas para que no se peguen entre allas (maltrato cero, como se dice en la pedestre sintaxis zapateril)

jueves, 29 de octubre de 2009

De libros


MALLO EN OTOÑO

Hoy, 29 de octubre, tiene lugar la publicitadísima presentación de Nocilla lab en el Matadero, al alimón Fernández Mallo y Fernández Porta (el ideólogo de la generación), que según me cuenta mi hermana van a pinchar, no sabemos si música o un pupurrí de poesía española con el fin de producir constructos postpoéticos. Como a mí me han gustado las nocillas anteriores y mi hermana se ha venido de Pequín poco menos que para asistir a este acontecimiento planetario, por allí andaré, aunque aviso a mis fans que no firmaré autógrafos para no restar protagonismo a la estrella literaria indiscutible del momento.

Para entretener la espera me leo su libro de poemas Joan Fontaine Odisea (mi deconstrucción) en el parque Fuente del Berro cuando, atendiendo a las prescripciones de Seguridad e Higiene, abandono un rato el ordenador, y del que prometo transcribir varios poemas próximamente, alguno especialmente postpoético (por ejemplo, uno sobre la composición de los Kellogs que incluye un manifiesto literario en dos versos), para solaz de mis compañeras de blog, que fueron testigos del histórico momento en que me compré Nocilla Dream (con su dinero, además).

El caso es que el evento puede señalarse como el definitvo asalto a la Bastilla del grupo literario arremolinado alrededor de los 70, y llamado a desbancar a los escritores que han capitaneado la transición (Javier Marías, Muñoz Molina, y todos los que uno quiera poner a su alrededor). Manuel Vilas también saca novela en Alfaguara hoy mismo, Aire nuestro, y todos se dedican a contar en sus blogs lo buenos que son todos los libros, que la principal característica del grupo es que son blogueros empedernidos (lo que se nota bastante en su literatura), además de aficionados a proclamas y manifiestos teóricos.


NARRATIVA JOVEN DE VERDAD



Según anota la edición de Las tribulaciones del estudiante Törless que acabo de terminar (Sexto Piso), Musil escribió esta bildungsroman ejemplarmente moderna en 1906, cuando tenía 26 años (esto es para los que se imaginan que Musil fue siempre un escritor maduro -entre los que me incluyo, todo hay que decirlo-). Como todo el mundo sabe, aunque sea por la peli de Schlondorf, cuenta la iniciación al sexo en su variante siniestra de un adolescente bien en un instituto exclusivo. Como buen relato de iniciación de nuestro tiempo, no hay ningún personaje que guíe al protagonista en su encuentro (o encontronazo) con lo real del cuerpo, ejemplificado en el libro en la figura de Bozena, una prostituta que Törless no puede dejar de asociar a su madre, y a Basini (para los lectores perezosos llamo la atención acerca de la similitud fonética de ambos nombres), un andrógino y apocado compañero de escuela al que los dos crueles colegas de parranda del prota torturan y humillan sexualmente.

El joven héroe se enfrenta a ciertos descubrimientos "epifánicos" sin encontrar en los discursos que le rodean (sus profesores, sus padres) asidero para incorporarlos. Musil desarrolla uno de sus temas favoritos, la imposibilidad del lenguaje para hacerse cargo del fluir inaprensible de la existencia, ya desde la cita de Maeterlinck que abre la novela, que debería leerse como un texto magnífico en sí mismo y no como una preparación para el opus magnum musiliano, El hombre sin atributos.


NO ME GUSTA PYNCHON



Lo he vuelto a intentar con La subasta del lote 49, que tiene la ventaja sobre el resto de sus tochazos de no llegar a las 200 páginas, pero no hay manera, las novelas de Pynbchon se me caen indefectiblemente en la página 60, una vez pasado el efecto de las burbujas de la brillantez formal y las acrobacias lingüísticas y la ironía postmoderna y todas las cualidades que se quiera que tiene el escritor escondido más famoso del planeta. A esas alturas te das cuenta de que los personajes/marioneta que aparecen en el libro no le interesan al autor más que para hacer gala de su ingenio, y me digo que si a él no le interesan no voy a ser yo menos, y paso a otra cosa. Ya sé que como análisis literario este comentario no vale gran cosa, pero estoy seguro de que hay más antipynchonianos en el mundo que no se atreven a salir del armario, y aquí se les tiende una mano.

DODERER ¿DE MODA?



Y para que se vea que no me asustan los grandes empeños me he puesto con Los Demoinios, el inmenso volumen que El Acantilado acaba de sacar, más de 1.500 páginas del escritor centroeuropeo menos cool de la historia. Lo primero que he hecho ha sido confirmar la sospecha de que una novela así no se publica si no es con ayuda pública; y efectivamente, ahí estaba la nota de que una institución austríaca ha subvencionado la traducción, ésta y supongo que la de toda la obra dodereriana, que la editorial anuncia publicará en su totalidad, que no sé como será, porque en español sólo se había editado previamente (que yo sepa) Un asesinato que todos cometemos, de la que guardo un buen recuerdo pero que leí hace más de 20 años. Así que podremos leer Las escaleras de Strudhof, que creo es su obra más conocida, al parecer también enorme; y es que tengo la idea de que Doderer que es muy poco conocido fuera del ámbito alemán (donde no parece tampoco que arrastre multitudes); a mí me suena porque Magris le dedicaba un capítulo de su celebérrimo ensayo dedicado a la litaratura mitteleuropea, y para decir que se apartaba de la línea principal de los escritores guays de verdad (Musil, Kafka, Svevo), entregados ellos a la causa de cantar la desintegración de la ficticia unidad del sujeto (o algo por el estilo), mientras que el ingenuamente reaccionario de Doderer se empeñaba (infructuosamente, por supuesto) en volver a dotar de sentido a la inscripción del sujeto en el mundo a través de su literatura. Total, que semejante escritor se me hizo simpático desde entonces, y las pocas páginas que llevo leídas hasta el momento parecen más que prometedoras.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Lo que la ola se llevó


El mismo día que me vi Casque d'or en la filmo me puse Adieu, philippine en casa, que no está mal, pero que queda lejos de la película de Becker. Esto me hizo recordar la tonelada de artículos y reportajes que estos meses nos han caído sobre la nouvelle vague, en muchos casos escritos por gente a la que le suena de algo el nombre de Truffaut, que según recuerdo es el que más arremetió contra sus mayores cinematográficos. Por ignotas razones (en las que la pereza ha debido de influir mucho) sus palabras se consideraron una especie de revelación divina, y no el obvio quítate tú que me pongo yo de toda la vida.


El caso es que no estaría mal hacer alguna referencia a lo que la nouvelle vague borró del mapa, como una concepción meticulosa de la puesta en escena, una profesionalidad en todos los oficios y unos guiones bastante trabajados, factores todos ellos que se denigraron con el concepto de qualité, y que hoy es lo que nos alegra la vista (y el oído), ya que ese gusto por lo bien hecho se echa en falta hasta en producciones solventes contemporáneas. Y esto no es sólo en el cine de Becker (o Renoir); da gusto reencontrarse con Carné o Duvivier, y hasta se puede apreciar sin problemas un Clouzot, como me pasó hace poco con Las diabólicas, que sin ser nada del otro jueves me pareció mejor que casi todos los Truffaut que he revisitado recientemente, y que en general me han aburrido un poco.

martes, 27 de octubre de 2009

El pentateuco de Isaac

Sed respetuosos con las creencias ajenas, pero no seáis sumisos y dóciles ante la fe propia, porque es lo que tratarán de imponeros los sacerdotes a sueldo de los falsos dioses, tanto celestiales, como terrenales. Querrán hacer de vosotros esclavos y sirvientes en los banquetes de los grandes, os querrán ciegos en la oscuridad de la ignorancia y la mentira, y no gente libre encaminada hacia la Luz. Nuestro padre y profeta Moisés trajo del monte Sinaí las Tablas de la Ley que reúnen una gran sabiduría y por eso las tenéis que obedecer, pero con la razón, y no como un rebaño de brutos que puede llegar a precipitarse al abismo. No cumpláis la Ley al pie de la letra, sino observad su espíritu. No seáis siervos humildes, sino jueces valerosos.


lunes, 26 de octubre de 2009

La decisión de Sophie




Esto es un no parar, entre toma y toma y cambio de pañal veo pelis sin parar, quién me lo iba a decir (pero que no se entere la Sgae, que me las bajo todas de internet). Tenía muchas ganas de ver desde hace tiempo "La decisión de Sophie", pero no había manera de que la pasaran por la tele y, que yo sepa, tampoco está editada en España. El pasado fin de semana se distribuyó por un euro con El público, pero me equivoqué de día y me la perdí, así que me he conseguido una copia malísima de la red, pero suficiente como para poder comentarla.


Me pareció una excelente adaptación de la novela de William Styron, que leí hace un par de años precisamente porque no había manera de ver la peli, en una reedición publicada por Belaqua. Confieso que llegué virgen a la historia, quiero decir que la leí sin saber en qué consistía la elección de Sophie.




Sophie es una muchacha polaca (católica), dulce y atractiva que vive en una casa de huéspedes del Brooklyn de los años cuarenta junto a Nathan, un joven judío obsesionado por el pasado, con el que mantiene una tormentosa relación y Stingo, el tercero en discordia, un joven procedente del Sur que llega convencido de que será un escritor de éxito ( y alter ego de propio Styron, que en la novela introduce notas autobiográficas). Los tres se hacen amigos inseparables en un ambiente en apariencia alegre y desenfadado. Poco a poco nos enteramos de cómo Sophie, superviviente de Auswitch, intenta superar su pasado. De una extraña manera, ya que en su relación con Nathan se reproducen los mismos esquemas de dominación y sumisión que la chica sufrió en el campo de concentración. Y como yo llegué a la historia, repito, sin conocer lo más importante, no lo cuento para no destriparlo, por si alguien no lo sabe.



En la peli Meryl Streep está maravillosa (al parecer tuvo un oscar a la mejor actriz por este papel), aparece a la vez guapísima y frágil, con la cara pálida super transparente y una sonrisa preciosa. Desde la Joanna de “Kramer contra Kramer” a la Francesca de “Los puentes de Madison”, e incluso en las comedietas “El diablo viste de Prada” o “Mamma Mía”, siempre está sencillamente genial.


Es una historia tremenda y me imagino que Styron se basó en hechos reales porque me cuesta creer que nadie sea capaz de imaginar tanto horror.

Pilotos en tierra


Le regla del juego y To be or not to be tienen en común varias cosas: son de la misma época, tardaron décadas en estrenarse en España, son dos de las mejores películas de la historia del cine, y la más importante de todas, me las he visto este fin de semana, lo que me ha permitido darme cuenta de que en ambos casos el motor que pone en marcha la ficción es la misma: un aviador se enamora de una mujer que no es de su medio. El piloto se tiene que mover en tierra en un entorno cuyas reglas no controla, lo que genera todo tipo de situaciones cómicas. En ambos casos las alturas en que se mueven los protagonistas funcionan como metáfora de la integridad moral de los pilotos, que por caprichos del destino vienen a caer en entornos de lo más frívolo: la aristocracia francesa en la peli de Renoir, una compañía de teatro en la de Lubitsch.


Como hacía años que no veía To be or not to be, que tiene uno de los guiones más perfectos jamás escritos, he podido comprobar la influencia de esta película en dos estupendos filmes recientes, El libro negro (el cuerpo femenino que atraviesa el espacio habitado por el mal sin perder su capacidad de fascinación), e Inglorious Basterds, que puede considerarse la hipertrofia de la secuencia del estreno teatral del final de To be..., donde también repite presencia Hitler.

domingo, 25 de octubre de 2009

Dos cabalgan juntos

Ford dirigió The horsesoldiers, mi película favorita del director, en 1959. Cuando uno vuelve a ver alguno de los films que hizo hasta retirarse con 7 mujeres se queda asombrado de lo buenos que son; de la década prodigiosa de los sesenta tal vez sólo El hombre que mató a Liberty Valance ha alcanzado el Olimpo de las películas incuestionables.


Dos cabalgan juntos va viendo crecer su prestigio poco a poco, pero imagino que sigue resultando desconcertante: es inconfundiblemente fordiana, pero vagamente diferente. Para protagonizarla incorporó a dos actores muy conocidos pero que nunca habían trabajado con él, que yo recuerde (los dos, James Stewart y Richard Widmark, repetirían). La apreciación global se ha resentido de la fama que adquirió un largo plano fijo en el que los protas tienen un largo diálogo acerca de una mujer (siempre se habla de la intrascedencia del diálogo, cosa que no es cierta: Stewart le explica a su amigo que ha aceptado el extraño encargo porque lo prefiere a aguantar a su novia). Con toda la pinta de haber sido rodada con la gorra, a ratos da la impresión de que Ford quería demostrar que lo de la modernidad cinematográfica estaba chupado, que eso de los tiempos muertos, la vaciedad narrativa, las referencias intertextuales y la ambigüedad moral era lo más fácil de rodar. De hecho, aunque el film es sencillo la trama es bastante compleja, mientras que parece que la cámara siempre se ocupa de otra cosa: el ejército encarga a un sheriff corrupto la misión de comerciar con los comanches el rescate de unos prisioneros blancos, presionado por instancias políticas preocupadas por la brecha nunca cerrada entre el Norte y el Sur, aunque progresivamente nos enteramos de que en realidad hay una misión secreta (de la que nunca tenemos claro qué grado de conocimiento tiene cada personaje), eliminar a un indio pureta que se niega a pactar con el gobierno, y al que han decidido eliminar tanto los blancos como los indios. Para ello ninguna de las instancias tiene problema alguno en utilizar los peones que haga falta, desde el entregado teniente de la caballería (un Widmark que ya andaba cerca de los cincuenta pero que se supone que es un joven algo idealista, a estas alturas Ford hacía ya lo que le daba la gana) hasta la mujer del indio a eliminar, a la que utilizan de cebo sin mayores consideraciones.

Quizás uno de los problemas de esta película es que requiere un conocimiento previo de la obra de Ford (cosa que tampoco es mucho pedir). Escrita por Frank S. Nugent, Dos cabalgan juntos es una summa de la colaboración del guionista con el director, que incluye varias de las películas sobre la caballería y Centauros del desierto (y El hombre tranquilo). Otro es el tono general: siendo uno de los films más pesimistas de Ford (todas las comunidades que aparecen son extremadamente precarias y aparecen atravesadas por tensiones irresolubles, hay una imposibilidad para traspasar los límites que las separan, y los personajes que lo hacen acaban pagando un precio terrible por ello) resulta en muchos momentos absolutamente hilarante, como en el comienzo, cuando se nos presenta a un sheriff que tiene su "oficina" a las puertas del burdel del pueblo, con cuya dueña anda más o menos amancebado mientras se busca un partido más lucrativo.


Aquí ya aparece el tema "benjaminiano" central de Liberty Valance, el asesinato primordial que sustenta el orden social de una comunidad, ese punto "irracional" que en el origen da lugar a la Ley. Pero en última instancia el film da un giro "feliz": si en The searchers Ethan Edwards se alejaba solitario en el cierre de le película, aquí su doble cínico (creo que fue un acierto el cambio de protagonista, con Wayne Dos cabalgan juntos hubiera sido diferente) encuentra una partenaire lo suficientemente "marginal" para que se abra un futuro común: Elena, la mexicana que durante años fue la esposa del indio "malo", y cuya figura es fuente de repulsión/fascinación sexual en la puritana sociedad anglosajona (a la que Ford retrata con ferocidad indisimulada). Si en Ford el héroe tiene que ser un desarraigado, alguien que pueda moverse entre las distintas comunidades sociales sin pertenecer a ninguna, aquí encontró, por fin, a su compañera ideal, alguien cuya mancha la convierte en inasimilable en cualquier círculo respetable.

SICKO

Pues si, a pesar de estar rodeada de interesantes sugerencias cinematográficas que aparecen sin cesar en este prestigioso blog, yo he dedicado las últimas horas de este sábado a ver esta peli del inefable Michael Moore. Y paso a comentarlo. En Sicko critica el sistema público de salud estadounidense... o la falta del mismo, vaya, en el habitual tono maniqueo y manipulador que Moore emplea para todo. Lo compara con la sanidad pública europea, en Gran Bretaña y Francia, lugares donde que te atienda un médico y las medicinas son "gratis", por no hablar de otro buen montón de acciones sociales que facilita el estado, a diferencia de Estados Unidos, donde te dejan morir en la calle si no tienes un buen seguro médico que te cubra y donde las compañías aseguradoras forman un poderoso lobby contra el que es difícil enfrentarse. Lo más divertido es una secuencia en la que Michael Moore se lleva a un grupo de ciudadanos americanos enfermos con dificultades para recibir asistencia sanitaria en su pais a ¡La Habana! y allí son todos atendidos de manera inmediata y gratuita por los diligentes médicos cubanos (que nos han vendido que son los mejor formados del mundo, aunque no me termina de quedar claro de dónde sacan las aspirinas). El caso es que me parecía oportuno ver esta película ahora que Obama se plantea reformar el sistema sanitario americano. Más que una reforma sanitaria creo que supondrá (si se lleva a cabo con éxito) todo un cambio de mentalidad. Mientras tanto, con toda mi admiración por los EEUU, me siento muy afortunada de poder ponerme enferma en Europa.

jueves, 22 de octubre de 2009

Sacks/Philibert/Chesterton


Sacks cuenta casos de ciegos de nacimiento que, mediante una operación, recuperan la vista de adultos, y son incapaces de decodificar el infinito flujo de imágenes que les llega, hasta el punto de que suplican que les "devuelvan" la ceguera. En cualquier caso, cuando se mueven en entornos conocidos, como su casa, se sienten más seguros caminando con los ojos cerrados. La anécdota me impresionó mucho, y después he leído en otras fuentes que es cierta.


En la muy divertida El país de los sordos, de Philibert, un joven cuenta una anécdota parecida: sordo de nacimiento, le colocaron un aparato que le permitía escuchar los sonidos, pero no habiendo aprendido a jerarquizarlos, esa avalancha le parecía una pesadilla, por lo que al volver a casa se lo quitaba para poder disfrutar de ese silencio infinito en el que estaba acostumbrado a vivir.
Otro joven cuenta como su familia está compuesta, desde cinco generaciones atrás, por sordos: abuelos sordos y tías sordas se casan con abuelas sordas y con tíos sordos y tienen hijos sordos. En un momento dado, en esa enumeración genealógica surge una excepción, un hijo que oye: "le pauvre est entendant (el término que al parecer hay en francés para designar a las personas que oyen)". Uno se imagina el suplicio de ese niño rodeado de personas que no escuchan los sonidos que él oye.


Esa sorprendente forma de desolación me ha recordado ese cuento de Chesterton en el que una especie de fugitivo llega a un valle aislado donde descubre que todos sus habitantes son ciegos. Convencido de que el sentido de la vista le dará una ventaja definitiva para hacerse el amo del cotarro, acaba descubriendo que su "privilegio" es un hándicap a la hora de moverse en un mundo pensado para las tinieblas.


miércoles, 21 de octubre de 2009

Jennie


Jennie fue una de las películas que Selznick produjo a mayor gloria de la que sería su mujer, Jennifer Jones. Según cuenta el programa de mano de la Filmoteca, se sintió bastante decepcionado al verla, lo que en su caso era bastante habitual, aunque viendo el film no se entiende los peros que le podía poner: Jennie mezcla con perfecta fluidez dos recurrentes temas del fantástico, el de la mujer que regresa del más allá para conocer el amor que le ha sido negado en vida y el del artista al que se le "concede" un demiurgo femenino que le guíe e inspire en su camino de crecimiento artístico.



Dieterle filma con absoluta convicción esta arriesgada historia, presta al batacazo (pensemos en aquel desastre de Paul Auster, La vida secreta de Marin Frost). Estamos, por supuesto, en el campo del fantasma, aquí modulado en clave sublime (pocos años después Hitchcock rodaría la versión "deconstruida" y siniestra, Vértigo), tal vez porque el "resto" que deja esa presencia fantasmática con la que es imposible el encuentro sexual es del orden de la producción artística, esa obra maestra que Joseph Cotten sólo puede acabar cuando Jennie haya desaparecido de su vida.


(Por cierto, no recordaba la irrupción del color en el último plano del film, el del cuadro, que anticipa la explosión cromática de los últimos planos de Andrei Rubliev, otro filme acerca de la experiencia de la creación)



Tal vez Selznick no podía encontrar nada a la altura de su musa (es fácil imaginar que ese cuadro "absoluto" era una metáfora de la película que le quería regalar, pero esa imposibilidad del arte para alcanzar su meta pertenecería a un cine posterior), pero los espectadores no tenemos por qué compartir esos prejuicios: Jennie es uno de los melodramas más sublimes de la historia del cine.












martes, 20 de octubre de 2009

Neoplatónicos


"No hay nada que mi corazón desee más intensamente que saber cuál es el camino que conduce, con más certeza, a la felicidad."

Carta de Cosimo de Medici a Marsilio Ficino



"De todo aquello que nos es propio sólo la sabiduría es buena en sí misma. Tan sólo la ignorancia es mala en sí misma. Puesto que todos deseamos ser felices, y la felicidad no se logra sin el uso adecuado de nuestros talentos, y siendo así que el conocimiento revela su adecuado uso, deberíamos dejar a un lado cualquier otra cosa y esforzarnos, con el pleno apoyo de la filosofía y la religión, en llegar a ser tan sabios como sea posible. Porque de ese modo nuestra alma alcanza la mayor semejanza con Dios, que es la sabiduría misma. En esa semejanza consiste, según Platón, el más alto estado de felicidad."

Carta de Marsilio Ficino a Cosimo de Medici

(Cartas de Marsilio Ficino, Volumen I)

lunes, 19 de octubre de 2009

Escándalo monumental


La hija de McCain ha tenido que pedir disculpas y retirar esta foto de su página de twitter ante el escándalo que se ha montado al aparecer con un libro en la mano, e incluso confesar que se lo estaba leyendo. Según la nota de disculpa, cogió el libro pensando que era de fotos de Beckham, y que cuando lo abrió y vio que tenía letras y fotos de latas de sopa y coca colas ya era tarde, desmentido que no ha evitado que los rumores acerca de que la hija de McCain sabe leer y se interesa por el arte contemporáneo se hayan extendido como la espuma, poniendo en peligro el futuro político de esta promesa de los republicanos. Fuentes del PP han defendido a la hija del candidato republicano y ex-héroe de guerra, diciendo que, el fin y al cabo, Warhol es más conocido como fiestero que como artista, denominación que tal vez le venga grande, pero que en cualquier caso en la política española no podría darse un caso similar puesto que es imposible encontrar a un político conservador con un libro en la mano.

Finde en familia III: Museo del Traje


Desayunando con mi mujer, mi hermana y mi hija (de izquierda a derecha) en una de mis cafeterías favoritas, la del Museo del Traje, con esos enormes ventanales que dan al cuidado jardín de lo que en mis tiempos de estudiante era el Museo de Arte Contemporáneo. Yo me inscribo en la escena en calidad de fotógrafo. Una visita ideal para las frescas y soleadas mañanas de otoño. Hay una interesante exposición del vestuario de Ágora, aunque mi hija se quedó prendada de un traje de Givenchy que luego descubrió que era el que se ponía Audrey Hepburn cuando iba a desayunar a Tiffany's.



Gracias a su labor investigadora descubrimos que el traje se subastó en esta década por casi un millón de dólares, por lo que hemos deducido que el que tienen en el museo no es el original. Debo confesar que hasta ese momento desconocía quien era Givenchy, aunque visto lo que he aprendido me resulta incomprensible como he podido sobrevivir hasta ahora sin ese conocimiento.

Finde en familia II: Youth without youth


De esta guisa los hermanos Ballesteros (casi) al completo se entregaban al placentero arte de despellejar el desastre de Youth without youth, la película que Coppola rodó en Rumanía antes de afrontar Tetro, y que en España nunca se ha estrenado. Este fin de semana la ponían en La Casa Encendida, y allí que fuimos colmados de ilusiones.



El film está basado en una novela de Eliade, y tiene toda la pinta de ser un encargo (rumano). Le pasa, entre otras cosas, lo mismo que a Tetro (que es mucho mejor): que le falta mucha pasta para las ambiciones que alberga, con lo que hay escenas sonrojantes por sus carencias de producción, aunque en muchos casos la vergüenza ajena viene directamente del guión, como cuando Tim Roth se pone a soltar filípicas nietszcheanas sobre el hombre posthistórico, o la humanidad posthumana, o cosas así.



El protagonista es un Tim Roth que empieza de anciano profesor universitario, en el declive de una vida en la que ha fracasado en sus ambiciosísimos proyectos teóricos a los que ha sacrificado su vida emocional, al que le cae un rayo del Cielo y lo convierte en un superhéroe intelectual: rejuvenece 40 años, se vuelve inmortal, aprende por gracia divina chino, sánscrito, japonés y cualquier lengua que se le tercie, y adquiere capacidades asombrosas, algunas tan útiles como adivinar el número que va a salir en la ruleta y otras tan extendidas como saber el contenido de un libro leyendo sólo la contraportada.


Total, que los cielos le dan la oportunidad de llevar a cabo la obra de su vida, un estudio acerca de lo que es el hombre desde sus comienzos, sobre todo a través de sus creencias religiosas (la especialidad de Eliade, claro) y el origen del lenguaje. Para ello se le envía a una especie de ángel (femenino, por supuesto), que es idéntico al amor de su vida, y que funciona de mediadora con los poderes invisibles, o como se llame en el argot New Age. El problema es que la chica tiene que pagar con su existencia el esfuerzo de ponerse a hablar a las tantas de la noche en egipdio, sumerio y hasta en una cosa que se llama babilonio, que debía de ser el cockney de la época, y aquí entra en juego conflictos morales que atormentan a profe rumano.




Al margen de lo marciano de la propuesta y lo fallido de su ejecución, por debajo del film se aprecia la deshonestidad del material literario de un Eliade que parece querer autoredimirse de los puntos oscuros de su vida, esto es, sus oscuras vinculaciones con el pujante fascismo rumano de los 30 y cierta actitud depredadora respecto a las mujeres, puntos oscuros de los que al parecer se ha librado con cierta solvencia, aunque de vez en cuando emergen por esa obscena querencia de nuestros tiempos a airear trapos sucios.


Finde en familia I: Los caballeros las prefieren rubias


Un poco por recuperar el espacio de la televisión, en los últimos años monopolizado por mis hijos, y otro poco como experimento sociológico para ver como funciona la comedia clásica con las nuevas generaciones, me llevé este musical lleno de color y delirio a casa. El guión notiene ni pies de cabeza, aunque Hawks se emplea a fondo en los diálogos de las protagonistas, que resultan brillantísimos.




Jane Rusell y Marilyn Monroe no tienen problema en merendarse a sus partenaires masculinos, mucho más sosos (con la excepción de Charles Coburn, muy gracioso de viejo rijosillo), y exacerban los tópicos de sus personajes. Salvo el número más famoso del film, el de Los diamantes son el mejor amigo de una chica, los números musicales son bastante sobrios, en una época en que se tendía a la desmesura. La película es bastante menos ácida que el relato de Anita Loos, aunque el gag más divertido del film (un niño se hace pasar por "el cuerpo" de Marilyn, atasacada en una ventana, y tiene que librarse de las acometidas de Charles Coburn, empeñado en meterle mano) probablemente no podría rodarse en nuestros tiempos.
La película no llega a la hora y media y a mi hija se le hizo muy corta, lo que supongo que quiere decir que le gustó.

domingo, 18 de octubre de 2009

Citas dominicales

KITSCH Y PUREZA


"Si pensamos sin reflexionar, el cielo y la tierra nunca podrán juntarse. Pero si nos detenemos a considerar el punto comprenderemos que sí podrán, a condición de que un decisivo acto de pureza tenga lugar. Para cumplir una acción tan celosamente querida, es preciso jugarse la vida, desdeñando la ganancia o la pérdida personales. Es preciso transformarse en un dragón y espolerarlo a través del huracán vertiginoso rasgando los negros nubarronos para que se pueda ver el azul del cielo."
Caballos desbocados, Mishima

MUSIL BEFORE MUSIL


"De por sí no vivía ni experimentaba nada y su vida se consumía en una permanente indiferencia."

Las tribulaciones del estudiante Törless, Musil

Nunca me abandones



Mientras leía Nunca me abandones me acordé de El bosque, la estupenda película de Shyamalan, en cuya primera secuencia un hombre se abrazaba, arrasado por el dolor, a un ataúd diminuto que contenía el cadáver de su hijo. ¿Qué faltaba en esa escena (y en el resto de la película)? Un sacerdote, esto es, un mediador simbólico que articulara una distancia entre el acontecimiento real y su impacto emocional. Los alumnos de Hailsam tampoco tienen iglesia, y tampoco reciben un relato que les hable de lo que hablan todos los relatos míticos, el origen (el sexo) y el destino (la muerte), con lo que se pasan el día pergeñando frágiles y delirantes mitologías.



Para paliar esas carencias se les atiborra de deportes y actividades creativas, con la palmaria intención de dotarles de un inconsciente, o de un alma, como se dice textualmente en la novela, aunque lo único que se consigue es crear una pantalla de narcisismo para enfrentarse a los demás que es desgarrada continuamente: Nunca me abandones es una sucesión de escenas banales y atroces a la vez, una novela de iniciación en la que cada gesto o palabra puede hundir a cualquiera de sus protagonistas.




Como Mercedes señalaba, Ishiguro no hace trampas con la novela y no se saca conejos de la chistera a medio libro para epatar al lector. Intuimos que la narradora miente (o manipula) algunas veces al narrar los hechos en los que participa, y se nos evitan sobreexplicaciones (tenemos que adivinar que los protagonistas tienen los sentidos más desarrollados de lo normal, por ejemplo). Y parece escrita para ser convertida en guión cinematográfico con facilidad.
(Por si no se distingue en la foto, es Keira Knightley la que parece ser que va a protagonizar la adaptación)

viernes, 16 de octubre de 2009

La última vez que vi París



Me estrené en el ciclo de Brooks con esta película, que no había visto ni siquiera en televisión. Basada en un relato (o una novela) de Fitzgerald, cuenta con una reconocible constelación, una pareja brillante y frívola que se va al garete por la afición al alcohol y a los cuerpos ajenos; el marido es un escritor en búsqueda desesperada de reconocimiento y el sitio elegido para beberse hasta el agua de los floreros es la Francia de la postguerra. Hay también una niña a la que quieren pero a la que no hacen caso (o no saben qué hacer con ella) y otra pareja que es como un doble sosainas de los carismáticos protagonistas.







Yo me esperaba un melodramón intenso, pero desconcertantemente Brooks opta por un tono monocorde que le da un aire bastante moderno a la película, que a mí me recordó, curiosamente, a...Garrel (que podría haber rodado este guión cambiando alcohol por drogas y la postguerra por los finales de los sesenta).




Pero lo que impide que La última vez... sea la gran película a que apunta es un garrafal error de casting, un Van Johnson que se supone que respira el encanto y el carisma que uno se imagina en los personajes de Fitzgerald pero que resulta inverosímil que vuelva loco a dos hermanas al primer golpe de vista (¡A Elizabeth Taylor!). Mi hija comentó lapidariamente que tenía cara de tonto, y en el film la Taylor y sobre todo un inmenso Walter Pidgeon genial en su papel de padre cínico y bon vivant lo sacan de la imagen con un soplido. Basta imaginar lo que hubiera sido esto con el Bogart de In a lonely place, que este sí parecía un escritor.