viernes, 30 de diciembre de 2011

K & K



En una escena de Le Havre, Claire e Yvette (madre e hija) van a visitar a Arletty (la mujer del protagonista, Marcel Marx) al hospital donde está ingresada y recibe un tratamiento contra el cáncer. Allí, sentadas, le leen un texto, un cuento de Kafka que pertenece a Contemplación, el primer libro que publicó. Se trata de Niños en la carretera, un relato vagamente onírico y epifánico en el que el narrador, un niño, se escapa de casa por la noche con unos amigos. Al final del mismo, cuando deja a sus compañeros para regresar al hogar, se desvía y marcha "por senderos a través del bosque". Quiere llegar "a la ciudad en el sur", de la que se comenta que


"¡Allí hay gente, pensad, que nunca duerme!

¿Y por qué no?

Porque nunca se cansan.

¿Y por qué no?

Porque están locos.

¿No se cansan acaso los locos?

¡Cómo podrían acaso cansarse los locos!"



Stalin vive!



Me cuenta una amiga documentalista que cuando los programas de TVE del corazón piden imágenes de Urdangarín, especifican que en los planos tiene que salir solo.

Cine en familia



Ayer me llevé a toda mi familia a ver Le Havre (a mi mujer y a mis tres hijos, incluido el pequeño, que tiene doce años, y al que pensaba eximir de la obligación, pero que se apuntó igualmente). Una experiencia de lo más sorprendente: lo primero que dijeron los tres, nada más encenderse las luces, es que habían alucinado porque era la primera vez que veían... ¡Euros en una película!


(A mis hijos les gustó y a mi mujer no le llamó la atención)

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un método (de producción) peligroso



Vaya por delante que, contra todo pronóstico y expectativa, esta peli de Cronenberg me ha parecido un rollo superlativo y una majadería sin paliativos. Es más, la pondría al lado de El árbol de la vida como ejemplo de la reacción New age que nos asalta. Toda ella apesta a encargo de qualité del Jeremy Thomas a su amigo Cronenberg, que con estos actores ha debido de quitarse de encima la ilustración de lo que se adivina una plúmbea obra de teatro en tres semanas.


En cualquier caso, gracias a la peli me entero de que Freud no cortó con Jung por la ingente cantidad de chorradas que éste último acumuló en su obra, sino porque tenía más pasta y el vienés se mordía las uñas de envidia y resentimiento social. Si bien Mortensen dibuja un estomagante Freud, todo soberbia y petulancia, incapaz de aceptar que nadie le lleve la contraria, la peor parte se la lleva Sabina Spielrein, una de las figuras más brillantes (y trágicas, a su marido se lo llevó Stalin por delante y ella fue asesinada por los nazis) del primer psicoanálisis, aquí interpretada por una sobreactuada Keira Knightley que la convierte en una calientapollas psicótica. Si bien todo esto queda enterrado por la aparición de Vincent Cassel dando vida al stirneriano Otto Gross, cuyas sandeces sin fin dan pie a alguna de las secuencias que más vergüenza ajena me han provocado en los últimos tiempos.

lunes, 26 de diciembre de 2011

De misiones bastante raras



En Misión imposible, 4, el malo se mete en el Kremlin no se sabe cómo (porque en ese momento la peli está entretenida mostrando como se cuela el Tom Cruise team, una secuencia muy divertida) a robar unos archivos que tampoco está muy claro para qué los quiere. Unos días antes, ha mandado a una secuaz (¡Lea Seydoux haciendo de asesina a sueldo!¡Que echen al director de casting!) a birlar unos códigos de lanzamientos de misiles nucleares que, tampoco se explica por qué, viajaban en un maletín por Centroeuropa, en concreto Budapest. Bueno, pues el malo y la Seydoux quedan para intercambiar códigos por diamantes (dato este que es prácticamente lo único verosímil de la historia, porque a estas alturas de la crisis quién quiere pasta como salario) en... Dubai!¡Pero si estaban al lado!¡Para quedar en una habitación de hotel, que lo mismo podían haber quedado en un café de Praga! Y toda la peli así, cuando salimos tuve que preguntar varias cuestiones que no entendía en absoluto, aunque me intentaron convencer de que era más simple que el asa de un cubo.


Hay un par de elementos notables en esta interesante saga producida por el peculiar actor, uno es la voladura del Kremlin, notable desplazamiento del 11-S al antiguo enemigo de los EEUU, un plano bastante impresionante que debe de formar parte de cierto inconsciente americano, aunque en cierta manera funciona como la inscripción visual de la aniquilación del destinador simbólico: la otra curiosidad es que, si en anteriores episodios la figura paterna acababa emergiendo como un traidor, aquí es asesinada no más acaba de enunciar la tarea que le encomienda al protagonista, que deviene un paria, una especie de huérfano textual, aspecto este que, por otro lado, es totalmente desaprovechado por la narración.


MI-4 linda en muchos momentos con la parodia, si bien se nota que a Brad Bird no le han dejado llevar demasiado lejos esa vertiente que se apunta en el film: por ejemplo, la tecnología falla un montón, y el equipo fracasa en casi todo lo que se propone, siempre llega tarde y tienen que improvisar chapucillas constantemente. A pesar de toda la tecnología punta de la que dispone, Tom Cruise se pasa más de la mitad del metraje corriendo, por no hablar de la somanta de golpes que se lleva continuamente. Eso sí, castiga mucho el cuerpo, pero nada de sexo, que debe de ser el espía más frígido de la historia del cine.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Una película salvajemente provocadora


De las cuatro películas actuales que me he visto esta semana (Le Havre, Drive, Millenium y Route Irish, enumeradas por orden decreciente de interés), las tres últimas, siendo bastante diferentes, vienen a contar la misma historia, o tienen la misma estructura, que es la del desvelamiento del lugar del padre (el lugar de la Ley) como un espacio habitado por la locura o la maldad. Los mafiosos que apadrinan y quieren cargarse al protagonista en Drive son eso, mafiosos, si bien más del lado psicótico de Scorsesse que del clásico de Coppola. En Route Irish se tardan diez segundos en adivinar que el individuo que toma la palabra en el funeral del comienzo y canta las alabanzas a la abnegada labor de los mercenarios en Irak es un completo canalla y el verdadero malo del film (que no se entiende como el protagonista tarda casi dos horas de peli en descubrirlo). Millenium es un batiburrillo en el que hay de todo; aquí la gracia está en que los personajes que encarnan una figura paterna decente (básicamente, que no se cepillan a sus hijas) son castigados por la deidad que vela por la ortodoxia del cine contemporáneo con un ataque al corazón que los condena a los márgenes de la narración.


La imagen verdaderamente salvaje, transgresora, brutal y casi insoportable, aquella cuya mera descripción provoca sarpullidos en la tertulia de la comida y discusiones sin fin, aparece en la fascinante e irreprochablemente clásica Le Havre (un film de infinita belleza): ¡Una mujer que le plancha la ropa a su marido! (en un plano previo la misma mujer le sirve la cena, pero estoy convencido de que esa secuencia va a tener que ser censurada para que la película pueda estrenarse).

jueves, 22 de diciembre de 2011

Por un asesino en serie que no lea la Biblia


Como no he leído la famosa trilogía ni me tomé la molestia de ver las adaptaciones suecas desconozco si el Millennium fincheriano es fiel a sus fuentes o aporta alguna novedad aparte del curioso hecho de que todos los suecos de la peli hablen inglés, aunque por razones desconocidas los periódicos si estén escritos en sueco. Tampoco se entiende como es posible que quedan mujeres en los países nórdicos, ya que, a raíz de lo que se puede deducir de las novelas y películas que nos llegan de allí, Suecia y sus vecinos son sitios donde todas las féminas son violadas desde su más tierna infancia hasta que a una edad imprecisa y variable son asesinadas por un psicópata sexual.

A estas alturas uno podría suponer que un asesino en serie que va dejando versículos bíblicos a su paso sólo sería plausible en un programa de José Mota o de Joaquín Reyes, pero no, en Suecia se ve que todavía le dan al Levítico (lo que no deja de ser extraño, habida cuenta de que se trata probablemente del libro más tedioso de la Biblia) ¿No leen los psicópatas Mortadelo y Filemón?¿Todos tienen que ser exquisitos degustadores de alta cultura?¿Y cómo es posible que todavía haya películas en el que al investigador se le ilumina la cocorota cuando ve un par de fotos?¿Por qué a Lisbeth Salander nunca le falla el ordenador?¿Y de donde le viene esa facilidad para moverse por Suiza?¿No canta un poco que esa chica parezca un friki andrógino cuando va vestida, y que esté tan buena cuando se despelota?

Route Irish


Esta mañana me he ido al pase de prensa de Route Irish y Paul Laverty se ha sentado a mi lado, lo que ha sido un engorro porque, como soy muy educado, me ha dado palo marcharme del cine. Parece una película subvencionada por el Gobierno británico para explicar que ellos también han asesinado y torturado civiles en Irak, y que tienen contratistas sin escrúpulos capaces de hacer negocios por encima de los cadáveres que haga falta. Que qué es eso de que los americanos se echen solitos la culpa del desbarajuste iraquí. Por supuesto, aparecen mercenarios atormentados por la violencia provocada, y desde la segunda secuencia se sabe quién es el malo. Eso sí, los malos ingleses son un poco más cutres que los norteamericanos, o al menos están tecnológicamente bastante por debajo de ellos. Un rollo, vamos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

La entrevista feliz



Sonia Uría me ha mandado esta foto, en la que aparezco con Jean-Claude Carriére en el pasado festival de San Sebastián, tras una de las entrevistas de las que mejor recuerdo guardo. Carrière es amenísimo y da la impresión de que ha conocido a todo el mundo, uno podría estar escuchándolo durante horas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La familia y nada más



Sangue do meu sangue da lo que promete: un círculo familiar cerrado donde reina una madre que sale siempre alimentando a sus retoños (o sea, haciendo de madre, aunque los retoños estén creciditos). La familia vive en un barrio pobre, colindante con las chabolas de Pedro Costa, aunque en un estrato un poco superior: las mujeres trabajan como cajeras o auxiliares de peluquería, si bien la falta de intimidad es la misma: todo se oye, las conversaciones se filtran a través de las paredes, la discreción es una piadosa ficción. Joao Canijo filma a sus personajes muy de cerca, el encuadre oprime a los personajes en espacios pequeños, siempre constreñidos a estar demasiado cerca, lo deseen o lo intenten evitar.


En este universo familiar formado por la madre, su hermana pequeña y sus dos hijos, todos adultos, un eje separa dos posibilidades de relato, un poco simétricas. La madre que vigila a su hija mayor, que con grandes sacrificios estudia enfermería a la vez que trabaja en un supermercado. La tía que vive en una intimidad bastante incestuosa con su sobrino, el hermano pequeño que trabaja para un camello del barrio al que intenta a estafar.


La película cuenta la intromisión, y la dolorosa expulsión, de dos hombres en esos dos universos cerrados e incestuosos, el amante casado de la joven en el primer caso, el camello que castiga el intento de estafa en el segundo, dos intentos infructuosos, y a veces brutales, de que la Ley haga su aparición en ese espacio dominado por la madre, por el cuerpo, la promiscuidad, la sangre del título.


Sangre de mi sangre es una película extraordinaria que se pasó en el festival de San Sebastián, creando un grupo de admiradores "subterráneo" (Daniel Quinn la consideró, probablemente con razón, la mejor del certamen), pero el viernes en la Filmoteca no éramos demasiados en uno de los pocos pases de la película de los que se podrá disfrutar en Madrid, ya que es impensable que ningún distribuidor se arriesgue con ella, lo que vuelve a poner sobre el tapete la visibilidad del cine más interesante que se hace hoy en día, al menos en nuestro país.

martes, 13 de diciembre de 2011

La mala de Transporter 2



El otro día ponían Transporter 2 en la tele, donde aparece una versión hard dark de esa fascinante figura erótica de nuestra época que es la que llamo la doncella fálica. Aquí es la mala, y durante toda la película se gasta esta inverosímil indumentaria de lencería de puticlub. En un plano fascinante, al comienzo del film (bueno, en realidad cuando empecé a verla), la chica se abre la bata y ¿qué nos encontramos? Que esta mujer sí la tiene! Donde no debería haber nada nos encontramos con ¡Dos! falos que la asesina maneja con maestría.



Transporter 2 pierde todo interés cuando Kate Nauta desaparece de la pantalla y nos quedamos con el sosainas de Jason Statham repartiendo mamporros, aunque algunas persecuciones, exageradas como dibujos animados, tienen su gracia. Incomprensiblemente, el film desperdicia la secuencia que todos esperamos, el encontronazo final entre los dos, cuya potencialidad erótica se arroja a la basura. Después debían de venir más persecuciones, tiros, explosiones y demás pirotecnia, pero yo me fui a la cama.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Goya y Manet



Por entonces Manet tenía en mente otra cosa: un cuadro con dos figuras en un balcón. Una vez más lo tomó ... de Goya. Al menos una de las figuras debía tener cierto ardor hispanizante. Manet pensó entonces en Berthe Morisot, en su mirada incurablemente oscura, demasiado penetrante, en su palidez. En su rostro dramático, inteligente, más perturbador de lo que convenía en una mujer. Junto a ella, los otros dos personajes aparecen como meros figurantes, en pose de circunstancias. Mientras que la mirada de Berthe, tan lejana de la de Olympia, su melancolía incontenible, dejaría entrever el fondo negro detrás de la "claridad rubia" de Manet, como la llamaba Zola. Nació así El balcón, con la prodigiosa barandilla de un verde chillón y el abanico estrechado en la mano de Berthe, que mira hacia un punto preciso, absorta y desolada, con los grandes iris que oscurecen las córneas. Ciertamente no los dirige al espectáculo de la calle sino al de su vida, que se abre -y se cierra- con el signo de Manet.

La folie Baudelaire, Roberto Calasso, Anagrama, traducción de Edgardo Dobry

jueves, 8 de diciembre de 2011

El viajero perfecto


"A menudo se decía que Roussel, mientras viajaba, principalmente leía y escribía."

(Texto de la exposición Locus Solus, en el Reina Sofía")

Calasso y el Degas fotógrafo


Calasso dedica unas líneas a dos célebres fotografías de Degas.


En toda la imagen proliferan las molduras y los marcos, como para recordar que el marco no es menos importante que la imagen que encierra, aunque sólo sea porque advierte que estamos entrando en una metarreailidad. A propósito de Degas, Vollard observa: "Otra de sus preocupaciones era que se cambiaran los marcos de sus obras." El odio por el marco señalará, en la pintura, el inicio de la agonía.



El cuerpo desnudo y brillante de la niña esculpida, que parece suspendido en el vacío a a la altura de la mirada de Degas, como un fantasma que acabara de brotar de sus ojos.



miércoles, 7 de diciembre de 2011

A woman's face, o el alma es el espejo del rostro


Contrariamente a lo que sería la doxa contemporánea, este excelente thriller melodramático de George Cukor narra el trayecto de una mujer desde la tentación demoníaca (la pulsión del goce puro de la aniquilación del otro, especialmente si es éste es una mujer hermosa) hasta la articulación de un deseo simbólico (el anhelo de la fundación de una familia, cuando la protagonista ha conseguido purgar, hasta cierto punto, las tensiones que la habitan). La elección de Joan Crawford como actriz principal da bastante espesor al personaje: nunca manifiesta una locura más honda que en su declaración final, cuando le dice a Gustaf Sefert, el médico/héroe que le ha devuelto su rostro/alma purificado, que desea tener hijos, y desea tenerlos con él. La violencia que se anota en su gesto hace emerger lo radical de esa demanda: comparado con ella, las veleidades delictivas de la etapa oscura de Anna Holm parecen un juego de niños.

Es la violencia que yace en el personaje es la que descubre el malo del film, Torsten Barning, en realidad una versión diabólica del bondadoso médico (esa capacidad del cine clásico para generar sentido, en este caso la similitud en la caracterización de ambos personajes, con un bigote y un tono de pelo similar, pero con unos rasgos más afilados en el malo, una tensión permanente, como si fueran Jekyll y Hyde). En un extraordinario contraplano al comienzo del film, Barning aguanta la visión del rostro deformado de Anna, una pura llaga, incluso anota cierto goce obsceno. Esa breve articulación narrativa esconde una enseñanza casi esotérica, la vulnerabilidad de la mujer ante la mirada ajena, especialmente la masculina.

Por otro lado resulta curiosa la debilidad que impregna al personaje bueno, el médico interpretado por Melvin Douglas, un galán ligeramente blando, al que su mujer engaña compulsivamente. Si bien ésta es presentada bajo tintes negativos, esa incapacidad para "sujetar" a la esposa anota cierto déficit en el campo del deseo ¿por qué tendría que engañarlo su mujer, si no es porque algo falla en el campo de lo masculino? Significativamente, la pareja no tiene niños. Torsten Barning, sin embargo, parece no tener problemas para colmar el anhelo de la mujer en el campo del sexo, aunque se equivoca completamente al plantear la prueba de fidelidad, precisamente el asesinato del hijo (del niño al que él la destina en cuanto figura materna).

Finalmente A woman's face resulta ser la aventura de una mujer que renuncia a su apacible y respetable carrera como chantajista y potencial asesina para entregarse a la salvaje experiencia de ser madre.

Fish tank, o la iniciación en tiempos profanos


Tras quedar deslumbrado con su adaptación de Cumbres borrascosas me he puesto a desandar la corta trayectoria de Andrea Arnold, realizadora a la que no le había prestado atención alguna a pesar de debutar por todo lo alto en la Sección Oficial de Cannes con Red road, que además se llevó algún premio importante.


Fish tank es un cuento de hadas contemporáneo, con los mimbres de un relato clásico pero desestructurado, hay una adolescente guapísima que, al igual que Heathcliff, está habitada por la pulsión y parece incapaz de relacionarse con sus prójimos en unas condiciones mínimas de sociabilidad (Mia sólo entiende la intersubjetividad como agresión, aunque no haya razón para ello), y la puesta en escena se articula a través de las miradas de su protagonista, que observa frágiles estructuras sociales en las que, aún así, es incapaz de integrarse (exactamente igual que Heathcliff otra vez).



En este panorama hace su aparición el príncipe azul del cuento, de la mano de la madre, perfecta encarnación de la madrastra de Blancanieves contemporánea, una joven descerebrada que compite con su hija pos los mismos objetos de deseo. Que nadie se asuste, el príncipe de Fish tank es un fraude, como el espectador intuye desde el principio y el film muestra en su última parte. Y, sin embargo, esa mínima aparición de algo del lado del orden de la Ley (aunque sea de una manera tan paródica que el chico en cuestión, un Fassbander caracterizado como un Orlando Bloom poligonero, es un guardia de seguridad en una gran superficie) parece trazar un camino para el deseo de Mia, que en vez de acabar sumida en la psicosis encuentra una (también) fragilísima vía de salvación en un amigo que parece ser capaz de establecer unas condiciones mínimas de compromiso, alguien que surge en el film como una minúsculo reflejo del príncipe deseado y que acaba emergiendo como el personaje más positivo del film.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Cine y conspiranoia


Un documento de la NASA ultrasecreto demuestra que la versión oficial acerca de la llegada del hombre a la luna (que todo fue rodado en estudio) es falsa. El memorandum, recientemente desvelado, dice así:

"El presupuesto presentado por Kubrik es desorbitado e inasumible. Aconsejamos rodar en los escenarios naturales, como hacen los franceses."

jueves, 1 de diciembre de 2011

Medea como heroína



En Purgatorio Medea y Jasón aparecen en un Hades que está a medio camino entre una cárcel y una consulta de psicoanalista. A las almas que descienden a ese peculiar submundo se les ofrece la posibilidad de purgar sus pecados terrenales y volver redimidos a una nueva encarnación, aunque para ello deban someterse a una terapia interminable. Si bien el truco es artificioso, a mí me convence, aunque no es una opinión compartida.


Allí Jasón se manifiesta como un trilero que se adapta rápidamente a las reglas del juego y se presta a todo tipo de compromisos para escapar de allí. Medea, sin embargo, se niega a repudiar sus (monstruosos) actos y asume sus implicaciones de manera radical (lo que implica una condena para la etrenidad). En uno de los mejores momentos de la obra, grita que si alguna vez pide perdón por ellos, no será ella quién lo pida.


La obra de Ariel Dorfman hace visibles (y compatibles) las dos posibles lecturas de la figura de Medea, la feminista radical (un goce del lado de la mujer de la que el hombre está excluido) y la conservadora patriarcal (la mujer como bastión del orden paterno al borrar de manera brutal la inscripción del nombre del padre cuando quien lo sustenta no está a la altura de su papel).

Guateque con mi hijo



Me llevé a mi hijo pequeño a ver The party, película de Blake Edwards que todos conocemos por El guateque. La verdad es que no la había visto. A él le encantó, a mí me gustó, aunque me pareció un poco trabajosa, se notaba demasiado el esfuerzo por recuperar la comicidad del slapstick, en general los gags parecen más divertidos sobre el papel que en su definición en la pantalla.