lunes, 26 de diciembre de 2011

De misiones bastante raras



En Misión imposible, 4, el malo se mete en el Kremlin no se sabe cómo (porque en ese momento la peli está entretenida mostrando como se cuela el Tom Cruise team, una secuencia muy divertida) a robar unos archivos que tampoco está muy claro para qué los quiere. Unos días antes, ha mandado a una secuaz (¡Lea Seydoux haciendo de asesina a sueldo!¡Que echen al director de casting!) a birlar unos códigos de lanzamientos de misiles nucleares que, tampoco se explica por qué, viajaban en un maletín por Centroeuropa, en concreto Budapest. Bueno, pues el malo y la Seydoux quedan para intercambiar códigos por diamantes (dato este que es prácticamente lo único verosímil de la historia, porque a estas alturas de la crisis quién quiere pasta como salario) en... Dubai!¡Pero si estaban al lado!¡Para quedar en una habitación de hotel, que lo mismo podían haber quedado en un café de Praga! Y toda la peli así, cuando salimos tuve que preguntar varias cuestiones que no entendía en absoluto, aunque me intentaron convencer de que era más simple que el asa de un cubo.


Hay un par de elementos notables en esta interesante saga producida por el peculiar actor, uno es la voladura del Kremlin, notable desplazamiento del 11-S al antiguo enemigo de los EEUU, un plano bastante impresionante que debe de formar parte de cierto inconsciente americano, aunque en cierta manera funciona como la inscripción visual de la aniquilación del destinador simbólico: la otra curiosidad es que, si en anteriores episodios la figura paterna acababa emergiendo como un traidor, aquí es asesinada no más acaba de enunciar la tarea que le encomienda al protagonista, que deviene un paria, una especie de huérfano textual, aspecto este que, por otro lado, es totalmente desaprovechado por la narración.


MI-4 linda en muchos momentos con la parodia, si bien se nota que a Brad Bird no le han dejado llevar demasiado lejos esa vertiente que se apunta en el film: por ejemplo, la tecnología falla un montón, y el equipo fracasa en casi todo lo que se propone, siempre llega tarde y tienen que improvisar chapucillas constantemente. A pesar de toda la tecnología punta de la que dispone, Tom Cruise se pasa más de la mitad del metraje corriendo, por no hablar de la somanta de golpes que se lleva continuamente. Eso sí, castiga mucho el cuerpo, pero nada de sexo, que debe de ser el espía más frígido de la historia del cine.

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Hace un rato mi mujer y yo nos preguntábamos fastidiados por qué la película no está en la sala 25 de Kinépolis y está "Inmortals". Probablemente es porque Tom Cruise es para las generaciones que llenan ahora las salas algo así como Humphrey Bogart. Iremos a verla a otra sala, pues.

abbascontadas dijo...

Es que la sala 25 es tan inmensa que tendrán que renovar la película proyectada todas las semanas.
Pues yo pensaba algo parecido, si bien con respecto al enfrentamiento EEUU-Rusia: ¿sabrán los chavales de ahora lo que fue la guerra fría?
Aquí no salen chinos (como no sea de manera alusiva en todos esos gadgets que fallan bastrante, y que deben de hacerse en Asia), se ve que con ellos no se atreven.
Y del neo peplum digital no he visto nada, ni siquiera 300 (el cómic me pareció un rollo, así que me ahorré la peli) o Troya.