jueves, 22 de diciembre de 2011

Por un asesino en serie que no lea la Biblia


Como no he leído la famosa trilogía ni me tomé la molestia de ver las adaptaciones suecas desconozco si el Millennium fincheriano es fiel a sus fuentes o aporta alguna novedad aparte del curioso hecho de que todos los suecos de la peli hablen inglés, aunque por razones desconocidas los periódicos si estén escritos en sueco. Tampoco se entiende como es posible que quedan mujeres en los países nórdicos, ya que, a raíz de lo que se puede deducir de las novelas y películas que nos llegan de allí, Suecia y sus vecinos son sitios donde todas las féminas son violadas desde su más tierna infancia hasta que a una edad imprecisa y variable son asesinadas por un psicópata sexual.

A estas alturas uno podría suponer que un asesino en serie que va dejando versículos bíblicos a su paso sólo sería plausible en un programa de José Mota o de Joaquín Reyes, pero no, en Suecia se ve que todavía le dan al Levítico (lo que no deja de ser extraño, habida cuenta de que se trata probablemente del libro más tedioso de la Biblia) ¿No leen los psicópatas Mortadelo y Filemón?¿Todos tienen que ser exquisitos degustadores de alta cultura?¿Y cómo es posible que todavía haya películas en el que al investigador se le ilumina la cocorota cuando ve un par de fotos?¿Por qué a Lisbeth Salander nunca le falla el ordenador?¿Y de donde le viene esa facilidad para moverse por Suiza?¿No canta un poco que esa chica parezca un friki andrógino cuando va vestida, y que esté tan buena cuando se despelota?

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