lunes, 31 de mayo de 2010

Auge y caída de la autoridad patriarcal


El auge es el que se vivió en mi casa el viernes pasado, día en que cogí a mis hijos mayores y les dije que fueran renunciando a sus rituales botelloneros porque esa tarde se venían conmigo a ver Anatomía de un asesinato. Supongo que el shock traumático que les supuso ver emerger en su espacio doméstico tamaña manifestación de la Ley en su vertiente más opaca y arbitraria los dejó sin habla, por lo menos hasta que en la Filmoteca vieron que la película duraba casi tres horas y era en blanco y negro. que es cuando empezaron a quejarse (y hasta mi hijo mayor, que pasa entre cinco y siete horas al día viendo pelis y series en el ordenador, se permitió el alarde de decir que el formato 1:1'66 indicaba que la pantalla era un sello de correos).




La verdad es que no apuntaron a la crítica más obvia: para qué ese despliegue de autoridad paterna, si al final los metí a ver una peli, sí, apasionante, pero que lo que viene a contar es la insuficiencia de la Ley (y además a lo bestia, la Justicia con mayúscula) para hacer frente a los procelosos torbellinos de lo real.

Un par de constantes se repiten en todas las películas que he visto de Preminger esta semana (In harm's way, Anatomía de un asesinato, El cardenal y El factor humano): el retrato de corporaciones eminentemente masculinas (el ejército, la judicatura, el establishment vaticano o los servicios secretos), con preferencia por miembros célibes (en el caso de El cardenal se da por supuesto, pero los abogados de Anatomía... parecen todos solteros), y la aparición recurrente de una secuencia en la que una mujer baila "escandalosamente" en medio de un grupo de hombres, apuntando a un deseo insatisfecho y explicitando las carencias de la figura masculina que tan palmaria es en (al menos) esta etapa del cine del director.

Si bien el abogado que interpreta James Stewart escapa a las trampas libidinales que le tiende una estupenda Lee Remick, y no cae en ese espeso entramado perverso que es el de la pareja protagonista (Lee Remick y Ben Gazzara se entregan a un juego manifiestamente retorcido, en el que él, aparentemente, sólo se excita exponiendo a su mujer a la mirada ajena para exacerbar no tanto su deseo como sus celos, lo que apunta a cierta pulsión homosexual y a algún grado de impotencia, ya que sabemos que la pareja no tiene hijos), no puede evitar entrar en una competición con los abogados fiscales, bajo la mirada de un apacible juez que es la encarnación misma de una Ley completamente despegada del goce. Así, Anatomía de un asesinato vendría a describir el proceso por el que la Ley, en su tiempo Sublime (entroncada con el movimiento fundacional del establecimiento de los EEUU), habría perdido todo contacto con el "espíritu" vivificador y habría cortado toda relación con un posible goce, con lo que la proliferación de un escolastismo legal correría parejo a un estallido psicótico de pulsiones, sin que entre ambos universos hubiera contacto posible.

viernes, 28 de mayo de 2010

Entrevista con Apichatpong Weerasethakul



- Quería hacer una película que no fuera épica, porque el tema de la muerte es bastante serio, pero no quería hacer un film severo. La muerte es sólo una parte de la vida.

-La gente en Oriente cree que cuando mueres, no mueres realmente, simplemente te manifiesta en otras formas, como un animal o una planta.
Para mí la idea de la transición de la vida a la muerte es algo natural, de la que no hay que tener miedo. Por supuesto, todo el mundo la teme, incluyendo el protagonista de mi película. Pero la película presenta este paso de una manera muy diferente, y esta es la creencia que quiero transmitir.

- Quiero que la audiencia sienta que no sólo los protagonistas están presentes en el film, sino también que las plantas, los animales y la naturaleza son parte del Universo.
Cuando haces un film sobre la reencarnación y la transformación de las personas en otras realidades es muy importante marcar la presencia de estos seres vivos alrededor de los personajes. Esta es la razón de mi manera de filmar y de utilizar el sonido, conseguir que el espectador tome consciencia del entorno natural.



- La idea central es que el hombre no muere y deja de existir, sino que simplemente se transforma en otra cosa, un árbol, el suelo... La energía sigue circulando por todo el mundo. Esto parece un discurso filosófico, pero yo lo quiero presentar de una manera muy sencilla, incluso como una película para niños, muy naif.

- Me gusta filmar
en ese momento entre el día y la noche porque es en el momento en que los hombres se van a descansar cuando los espíritus hacen su aparición. Es el instante del cambio en el que coinciden dos mundos, el espiritual y el humano.



- Esta película es un homenaje a la infancia, a mi lugar de nacimiento al sitio donde crecí, en el Noroeste de Tailandia. Rinde tributo al cine que he vivido. Si uno se fija, en el film hay seis realidades diferentes, filmadas de maneras distintas, cada una con su propio estilo, iluminación, ritmo e interpretación. A veces tiene un tono documental, otras es bastante dramática, otras resulta deliberadamente anticuado.

- El episodio de la princesa es un homenaje a los melodramas de época con los que crecí, pero al mismo tiempo habla de las múltiples vidas que un film puede tener. No sólo uncle Boonme, también el film tiene varias vidas.

jueves, 27 de mayo de 2010

In harm's way



A pesar del disuasorio metraje (164 minutos, según la ficha de la Filmoteca) me acerqué a ver In harm's way, película de Otto Preminger de la que no sabía nada, y como yo imagino que mucha gente, porque en la sala del Cine Doré éramos cuatro gatos.

La película empieza con un plano deslumbrante, una cámara que nos introduce en una fiesta de oficiales en una piscina, y termina con unos títulos de crédito sobreimpresos sobre unas agresivas imágenes de aguas marinas en plena turbulencia. La película se puede entender como el trayecto que lleva al agua plácida de la piscina inicial a la pulsión desatada que cierra el film, la narración del definitivo derrumbe de la figura patriarcal y falocrática en el cine de Hollywood, para lo que, curiosamente, Preminger elige el comienzo de la última guerra heroica y victoriosa que llevaron a cabo los EEUU, la del Pacífico contra los japoneses. In harm's way también es una obra maestra absoluta, un film tan fastuosamente inteligente y bien hecho que el espectador siente que le supera, que una primera visión sólo sirve para tomar contacto con su abrumadora grandeza, sin que, por otro lado, el director se dedique a hacer aspavientos visuales para señalar su brillantez (como a menudo le pasa a Welles o incluso a Hitchcock).

Hasta el casting es una muestra de genio, con John Wayne, el icono más representativo del cine clásico, acompañado de Kirk Douglas, estrella de la emergencia de las escrituras postclásicas. Preminger saca petróleo gracias al uso que hace de los arquetipos que ambos han solido encarnar en la pantalla, acompañados de la gran Patricia Neal, defenestrada para la industria tras su sonado romance con Gary Cooper en la extraordinaria The fountainhead.

En el centro de la primera secuencia, la de la fiesta de oficiales de marina (y por tanto representantes de cierto orden aristocrático y encarnación de la Ley), el director coloca el "cuerpo" del escándalo, la mujer de uno de ellos que hace gala de un comportamiento provocativo, haciendo pública su demanda de satisfacción sexual, demanda que en seguida descubriremos "ilegítima" puesto que a continuación sabremos que su marido está de maniobras en otra parte. En esa quiebra de la autoridad masculina sitúa Preminger la emergencia del peligro japonés, manifestado en seguida en el ataque de Pearl Harbour, peligro casi siempre mantenido fuera de campo y que sirve de metáfora de la crisis de autoridad que en el campo de la ley sufría EEUU en la época del film, a mediados de los 60, con Kennedy asesinado y el país enfangado en Vietnam.


Y es ahí donde emerge, como posible cortafuegos (a la desintegración del discurso cinematográfico o del orden social), la imago de John Wayne. Uno de las muchos puntos apasionantes que se juegan en el film se refieren a la posibilidad de que su personaje lleve a buen fin el proceso de transmisión simbólica con su hijo, al que dejó atrás muchos años antes a cargo de su madre, y al que reencuentra con ocasión del estallido de la guerra. No es la única relación paterno-filial de la película, porque en esta obra de prodigiosa y sutilísima estructura los elementos narrativos suelen estar repetidos y/o doblados, con pequeñas variaciones que hacen avanzar la historia, y así el personaje de Patricia Neal también tiene a su cargo una jovencísima colega a la que dirige en sus primeros pasos por la vida, y que acaba de novia del hijo de John Wayne, como espejo "virginal" de la pareja que acaban formando los dos actores maduros (sin que la edad impida que Preminger dote de alto voltaje erótico a las secuencias íntimas, si bien al director se le dan bien todo tipo de escenas, lo mismo si tiene que meter en un plano a un personaje que a cinco que a una multitud, y tan descomunalmente solvente se muestra rodando los rituales cotidianos como los entresijos del poder o la violencia de la pulsión).

No voy a contar el destino que les corresponde a los dos "hijos" del film porque sería chafar algún giro argumental clave para quien no lo haya visto, pero sí adelanto que ejemplifica esas tensiones que aparecen en el cine norteamericano a mediados de los 50 con respecto a su tradición clásica y que aquí se manifiestan, como en muchas otras partes, por el cuestionamiento de la eficacia simbólica del padre, el héroe o el destinador simbólico, como se le quiera llamar.



Como lógico efecto de estas fallas en el orden social, en la peli acaba emergiendo un contrapoder siniestro y potencialmente arrasador, un acorazado japonés indestructible que tiene la curiosa característica de ser a la vez una especie de falo negro y de madre omnipotente. Su aparición en el último cuarto de film permite asistir a un fascinante final en el que Preminger tiene que hacer cabriolas para aunar las (aquí) contradictorias líneas de la verdad narrativa y de la verosimilitud histórica.


martes, 25 de mayo de 2010

Esperando a los bárbaros



¿Qué esperamos agrupados en la plaza?
Hoy llegan los bárbaros.

¿Por qué inactivo está el Senado
e inmóviles los senadores no legislan?
Porque hoy llegan los bárbaros.


¿Qué leyes votarán los senadores?
Cuando los bárbaros lleguen darán la ley.
¿Por qué nuestro emperador dejó su lecho al alba,
y en la puerta mayor espera ahora sentado en su alto
trono, coronado y solemne?
Porque hoy llegan los bárbaros.
Nuestro emperador aguarda para recibir a su jefe.
Al que hará entrega de un largo pergamino.
En él escritas hay muchas dignidades y títulos.

¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores
visten sus rojas togas, de finos brocados;
y lucen brazaletes de amatistas, y refulgentes
anillos de esmeraldas espléndidas?
¿Por qué ostentan bastones maravillosamente
cincelados en oro y plata, signos de su poder?
Porque hoy llegan los bárbaros;
y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros.

¿Por qué no acuden como siempre nuestros
ilustres oradores a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia?
Porque hoy llegan los bárbaros
que odian la retórica y los largos discursos.

¿Por qué de pronto esa inquietud y movimiento?
(Cuánta gravedad en los rostros).
¿Por qué vacía la multitud calles y plazas,
y sombría regresa a sus moradas?
Porque la noche cae y no llegan los bárbaros.

Y gente venida desde la frontera afirma que ya no hay bárbaros.
¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?

Quizá ellos fueran una solución después de todo.


Konstantinos Kavafis
(1863-1933)

http://www.nodo50.org/Esperando-a-los-barbaros.html

Resistencia y discurso dominante


He vuelto hoy al trabajo y todo el mundo me ha comentado que ha leído la crítica de Boyero poniendo a parir la película de Apicha. Yo empecé a leerla pero la dejé cuando llevaba la mitad del artículo, espacio que había dedicado a meterse con los críticos a los que sí les gusta el film, que son muchos, por cierto.

Yo pensaba que el populismo demagógico del crítico mejor pagado de España estaba en decadencia, pero veo que sigue siendo el discurso dominante, y al resto no le queda más remedio que transformarse en epígonos paródicos y pillar las sobras o elaborar un discurso de resistencia frente a la apología de la gratificación onanista y primaria del crítico estrella de El País.

domingo, 23 de mayo de 2010

Palmarés


Ovación en la sala de prensa para la Palma de Apichatpong, un premio que se había ido imponiendo desde que se pasó la película y que ha sido recibido con entusiasmo. Lung Boonme describe en imágenes el tránsito de la vida a la muerte de su protagonista, trance en el que es acompañado por los fantasmas de sus familiares, sobre todo por el de su mujer, muerta años atrás. El largo plano en el que ella le explica que tras su muerte no volverán a encontrarse, puesto "que no hay nada en el paraíso" y los espíritus "no se apegan a los espacios, sino a los vivos" ha sido el momento de cine más grande que se ha vivido en el festival. Si tengo un rato a la vuelta a Madrid transcribo la entrevista que le hicimos al tailandés, y aprovecho la ocasión para volver sobre la película.



Se ha cumplido el vaticinio de que un premio gordo a Apicha excluía a Kiarostami de los dos premios importantes, pero la hermosísima Copie conforme no se podía ir con las manos vacías de aquí, y no sólo por justicia estética, también entraban otros factores como el apoyo a Jafar Panahi que suponía que alguien del equipo subiera a reoger un premio. Como lo más sencillo era premiar a la Binoche, ella ha sido la que ha enarbolado un cartel en apoyo del cineasta iraní encarcelado, y colaborador habitual de Kiarostami. Supongo que a mi tocayo también le molan los premios, pero él ya tiene Palmas de oro y premios especiales, y su film necesita menos apoyo que el de su colega tailandés. Copie conforme se acaba de estrenar en Francia y ha vendido 9000 entradas en París en sólo dos días, dato como para pensar en exiliarse en el país vecino.

Careto radiante de Bardem en la alfombra roja, y bastante más mosqueado el de Iñárritu. A esas alturas ya se sabía que Bardem era premio de interpretación, porque su madre se ha ido de la lengua y ha salido publicado en las ediciones electrónicas de los periódicos, para mosqueo del festival, según cuentan. Hasta se sabía que lo compartía con el italiano protagonista del film de Luchetti, que salvo por eso ha pasado desapercibido. Los franceses han sido premiados en su mejor película, Des hommes et des dieux, el cachondo de Amalric también se lleva algo por su desmelenada y divertida Tournée, y los orientales se van con su palmada en el hombro de la mano del film que más ha gustado de los de aquella zona, Poetry, de LeeChang Dong.

Total, un palmarés tan justo que da un poco de cosa, sin un pelo fuera de sitio, con lo gracioso que hubiera estado que le hubieran dado el premio de interpretación masculina al hombre-mono de Apicha.

Fiascos


Al Festival le han fallado en esta edición dos pilares casi infalibles de su selección, el cine norteamericano y el asiático. Que los Estados Unidos sólo hayan sido capaces de presentarse aquí con propuestas tan inanes como Wall Street y Fair Game es bastante sorprendente si repasamos la lista de films que se han traído en los últimos años (Mystic River, The brown bunny, la trilogía ado de Gus Van Sant, Zodiac, Inglorius basterds, Up, y eventos mediáticos verdaderamente grandes, como Matrix, Star wars o Indiana Jones).
Tanto Wall Street como Fair game fracasan estrepitosamente a la hora de poner en cuestión el poder (financiero o político, tanto da), ninguna cuestiona el status carismático con el que ese poder se presenta a sí mismo (incluso la peli de Doug Liman lo da por supuesto, como si la supremacía política y militar de USA fuera algo que perteneciera al devenir del cosmos, tal que el movimiento de los planetas). No es sólo que Fair Game juega en las antípodas, por ejemplo, de la trilogía sobre el poder de Sokurov, sino que se queda muy lejos incluso de Poder absoluto, un Eastwood no muy apreciado pero con grandes secuencias.
Aún así, hay que decir que Fair Game tiene uno de los mejores planos vistos este año, un coche atrapado en medio de un atasco en Bagdag, con tiroteo incluido, filmado en plano secuencia desde el interior del coche.


Lo mismo vale para el extremo Oriente, la Competición ha preferido el amaneramiento visual bastante vacuo de The housemaid antes que el placer de la levedad de Hong sang Soo, premiado en Un Certain Regard, y tampoco se entiende que se haya optado por el desinflado Blues Chongqing de Xiaoshuai antes que por la épica de los testimonios en primera persona de I wish I knew, de Jia Zhang Ke (también es cierto que cuando se ve una peli al espectador le da igual en qué sección se haya presentado, pero a la hora de dar visibilidad y peso a una propuesta hay bastantes diferencias entre optar por una sección y otra).

La enésima vuelta paródica que le da Kitano a su personaje es como para darle de comer aparte, lo raro es que hasta el realizador se había dado cuenta de que ese camino estaba agotado, pero se ve que sus últimas variaciones de Ocho y medio no le han reportado éxito ni reconocimiento, con lo que me temo que vamos a tener a Kitano haciendo de yakuza paleto por mucho tiempo.

Monoteísmo vs Oriente


En el ambiente se van decantando dos grupos de películas para el Palmarés, por un lado Another year y Des hommes et des dieux, y por otro Copie Conforme y Lung Boonme. Al primer tándem lo podemos llamar el del guión férreo, y al segundo el del minimalismo mágico. No quiere decir que la crítica esté enfrentada, porque es perfectamente factible que te gusten las cuatro. El matiz está en saber a cual le das el premio gordo, porque hay cierto consenso acerca de que las cuatro van a estar en el Palmarés, si bien este tipo de cábalas siempre acaban desmentidas.

sábado, 22 de mayo de 2010

Un Certain Regard


Hoy era la gala de Un Certain Regard, gala a la que acompaña la proyección de la película premiada. Me he despistado y me he quedado fuera, pero me han contado que el premio se lo ha llevado Hong Sang Soo, lo que es muy buena noticia porque es probable que este galardón anime a alguna distribuidora a comprarla para España y porque se trata de una película que juega conscientemente a alejarse de cierto concepto de "Gran cine" (resumiendo, empaque del diseño de producción y "temas importantes") que este año ha sido favorecido con abundante presencia en Competición. También está muy bien que Claire Denis y el resto del Jurado haya apostado por una comedia en un año en el que la ligereza y el trazo suave han traído los grandes momentos de cine que he visto. Ha Ha Ha no sorprenderá a quien conozca la obra de su director, pero en España Hong Sang Soo (creo que) sigue siendo un autor para muy iniciados (incomprensiblemente, porque para nada juega en el campo de la complicidad para una elite).

Historia y Cine


Esta mañana, al comentar el relativo fiasco de la Sección Oficial en su intención de dar un peso importante a películas que desde la ficción intentaban hacerse cargo de la Historia, no he comentado que el mismo Festival se ha traído una película que ya anticipaba la imposibilidad de tamaña empresa, y que no es otra (obviamente) que Filme socialisme, que ya Godard lleva años (des)articulando esa imposibilidad en sus collages a base de todo tipo de citas.
A Godard lo han castigado (o premiado, que nunca se sabe) mandándole a la segunda división, o sea, Un certain regard, y a lo mejor como revancha él no ha venido, privando a Cannes de uno de sus números fuertes. Por cierto, cuando hablé de la película hice referencia a unas imágenes de Messi: el otro día, en una cena con nuestros compañeros de otras televisiones, los colegas de TV3 me aclararon que era Iniesta el jugador al que se veía jugar.

Más Apicha


Esta mañana hemos entrevistado a Apichatpong Weerasethakul, que no ha pasado de hablar de reencarnación, espíritus, energía y la fluidez del tránsito de la vida a la muerte. También nos ha contado que en el film hay seis niveles diferentes de realidad, cada uno con sus estilos de iluminación e interpretación diferentes. A mí me parece que su cine precisamente habla de la imposibilidad (o, al menos, de la dificultad) de conectar con ese legado mítico antiguo, pero bueno, no vamos a pedir a los directores que sepan de qué hablan sus filmes, bastante tienen con hacerlos.
Luego me he leído la crítica de Boyero de Uncle Boonme (la pone a caldo, claro, aunque no es el único, Apicha tiene su secta de incondicionales y una extensa masa de detractores), y ahora estoy haciendo tiempo en el ordenador porque, con el trabajo terminado por hoy, me la voy a ver de nuevo, que quiero confirmar una hipótesis sobre el status ontológico de una de las presencias claves que deambula por el film.

Ha Ha Ha, HSS

Por alguna razón para mí desconocida Hong SangSoo se cansó en su firme caminar hacia el estrellato autoral, y de unos años a esta parte confecciona con rapidez comedias deliberadamente pobres y desmañadas en el campo visual (con reencuadres mediante zooms que parecen parodiar imágenes de aficionados) y una textura de vídeo bastante plana. Ha Ha Ha no es una excepción, en ella dos amigos se encuentran en Canadá, y en una comida rememoran un viaje que hicieron a una ciudad costera coreana. Hay un gag estructural, por el que una tercera persona clave en sus respectivas historias tiene papeles diferentes para ambos amigos, y ellos no saben que se trata de la misma persona.
Los dos amigos tienen encuentros con sendas mujeres con las que intentan mantener una relación de peso, con esforzadas declaraciones de amor eterno, pero va de suyo que en el universo del director coreano, donde la constancia en las relaciones entre hombres y mujeres siempre es convocada y nunca aparece, eso es imposible.
La película es muy divertida, aunque uno no tiene claro si alegrarse y lamentar que Hong Sang Soo esté tan apegado a su campo de observación.

Última película


Esta mañana nos hemos visto Quemado por el sol 2, que no tiene demasiado interés y encima promete una continuación, tras dos horas y media de fatigoso metraje. Debe de ser una costosa serie de televisión. Le pasa lo que a muchas películas de Spielberg, que mete demasiados planos y mastica demasiado las secuencias.
El caso es que el Festival se ha traído mucho cine con pretensión de filmar la historia, productos sólidos industrialmente, y el cine ha preferido buscarse lugares menos pretenciosos, la acuarela de Kiarostami, la fantasía de Apicha. La única película que acierta a capturar el devenir de los personajes en medio de los avatares históricos es I wish I knew, de Jia Zhang Ke, y por lo que me han contado La autobiografía de Nicolae Ceacescu, y ninguna de las dos es ficción ni concursa por la Palma de oro. Tampoco he visto la serie de Assayas sobre Carlos, el terrorista, que tiene buena pinta. Pero de los aparatosos productos que han venido a la Sección Oficial, sólo Des hommes et des dieux acierta a la hora de aunar historia e Historia.

viernes, 21 de mayo de 2010

Lung Boonme


Weeraethakul nos muestra el tránsito de la vida a la muerte de un hombre, una especie de terrateniente en versión tailandesa que se retira a sus dominios rurales para morir tranquilo. Allí se lleva a su sobrino y a su cuáda, y a un asistente de Laos, que es de donde vienen los trabajadores que le trabajan la tierra. probablemente estos sean cuerpos reales, Apicha los suele filmar en planos generales, casi fundidos con la naturaleza que les rodea, de la misma manera en que sus palabras se pierden en el omnipresente sonido de la jungla que acecha el pequeño espacio civilizado por el cultivo.





Como corresponde a ese territorio entre dos mundos que es la línea que se para la vida de la muerte (que probablemente para el director no es una frontera drática, sino una estación de paso que se atraviesa progresivamente), el momento favorito para filmar es ese momento en que día y noche se confunden. En ese espacio-tiempo ambiguo surgirán los apacibles fantasmas que regresan del otro lado (la muerte, la inexistencia) para guiar a Boonme en su camino hacia la nada (porque el fantasma de su mujer muerta ya le deja claro que allí adonde se dirige no hay nada).

Entre medias, un relato completamente ajeno a esta narración, de corte mítico, emerge de la nada para contarnos la historia de una princesa condenada a la soledad por un defecto del rostro que es seducida por un pez-gato, una desconcertante intrusión en el cuerpo del film que habla de universos ancestrales y de lo real del goce femenino.


Y así, llena de sorpresas, avanza esta película contemplativa en el que cabe todo, la historia del cine, lo real y el fantasma, el sexo y la muerte, la civilización y lo salvaje, lo mítico y lo asignificante, y confirma a Weerasethakul como la aparición más fulgurante de la década en el mundo del cine.

Bouchareb


Gran despliegue de seguridad para acceder a la proyección de Hors la loi, que gracias al genio para la publicidad que tienen los franceses ha levantado una enorme expectación. Habla de las acciones que llevó a cabo el FLN en suelo francés durante la Guerra de Liberación de Argelia, aunque lo que vemos es una superproducción en la que los hechos se calzan en estructuras de género que hacen el film fácil y eficazmente digerible. O sea, que hay buenos y malos y aquello acaba como un spaguetti western, con duelos personales y todo.




A la entrada me han cachaeado y a la salida me han preguntado si pensaba que la película podría dar origen a disturbios. Como no los pague la productora, lo veo difícil. En cualquier caso, Hors la loi se ve bien, aunque se queda por debajo de la de Beauvois, que casi se podría decir que es el contraplano de ésta. Si en Hors la loi lo que vemos es una escalada de un conflicto en clave especular, en el que los contendientes comparten métodos terroristas e ideales (ya que, al fin y al cabo, los ideales laicos del FLN venían de la Revolución Francesa), en Des hommes et des dieux lo que tenemos es un grupo que renuncia a la reciprocidad de la violencia y acepta sacrificrse como víctima inocente para dar testimonio de su palabra (para el que conozca la obra de René Girard, reconocerá su terminología, ya que estoy ahora leyendo su libro sobre Clausewitz).





Desde luego, a la hora de meter la Historia en moldes narrativos está muy por encima de Fair game, la obscena película con la que el Festival se trajo ayer a Naomi Watts de nuevo a la alfombra roja. Fair game se puede leer como una cosmología: los agentes de la CIA son los ángeles encargados por Dios Padre para repartir el bien y la bondad por la tierra, siempre amenazados por ese empeño de los países del Tercer Mundo en ser dirigidos por tiranos. El drama cósmico de produce cuando el lugar estructural de ese Dios omnipotente, justo y bondadoso es ocupado por un impostor y un mentiroso (Bush). Estas cosas provocan unos cuantos muertos en alejadas zonas del mundo, aunque lo grave de verdad es que este señor atosigue a unos honestos espías, que al final se tienen que enfrentar a él para que la verdad y el orden vuelvan a resplandecer. La incapacidad de Doug Liman para filmar al Otro es pasmosa, los árabes son malos empeñados en hacer bombas atómicas o desguarnecidos civiles que necesitan la protección de los ángeles guardianes, que finalmente no se pueden ocupar de ellos porque tienen que restablecer el equilibrio del cosmos.



jueves, 20 de mayo de 2010

Apicha!


¡Acabo de ver la última película de Weerasethakul!¡Impresionante! No puedo esperar para transmitir mi entusiasmo, para mañana dejo una descripción de la grandeza de esta historia tranquila de fantasmas que por tener tiene hasta un homenaje a La jetée en medio de su metraje. Lo mejor del festival y del año.

Comedias



Le pedí a Frears que me describiera las diferencias entre la comedia clásica y la contemporánes (se mostró algo ácido a la hora de considerar el film de Woody Allen como una comedia contemporánea), y me dijo que no, que no sabría hacerlo, con lo cual me chafó la entrevista, que yo esperaba una plácida exposición de diferencias narrativas o estructurales.

Así que las describiré yo en algún momento del festival, cuando disponga de un poco de tiempo. Por el camino voy a trazar ciertos paralelismos entre pelis muy diferentes, La Reina de África y Kaboom (la de Araki). Las dos parten de la desaparición de la figura patriarcal (el padre del protagonista en Kaboom, el hermano misionero de Hepburn en la película de Huston), que reaparece posteriormente en una vertiente siniestro-apocalíptica (el padre como oscuro factotum de la secta en Araki, los alemanes en La Reina).


Entre medias, ese espacio sin ley sirve para que los protagonistas se entreguen al goce conmpulsivamente, en Kaboom transitando por todos los cuerpos a mano, en Huston en la estricta monogamia que imponen las restricciones del planteamiento argumental del film (en ese sentido, otra película que puede ser asociada a La Reina de África es Copie conforme, que también se juega principalmente en los rostros de los protagonistas). Pero no hay duda acerca de la furia con la Bogart y Hepburn se entregan al descubrimiento del goce (inscito en el film mediante esa sucesión de aguas torenciales que siempre están a punto de destruir ese barco extremadamente frágil). En ese sentido, se puede leer el famoso gag en el que Katherine Hepburn arroja por la borda toda la ginebra almacenada en la embarcación no como la respuesta puritana de una abstemia al espectáculo deplorable de una resaca, sino como la limpieza de todo obstáculo que una mujer deseante lleva a cabo en orden a obtener unas excelentes prestaciones sexuales de quien ha decidido que sea su pareja.

Aunque, como contaba ayer, el gran momento cómico del film llega al final, cuando nuevamente la Ley hace su aparición, pero en su versión demoníaca (los alemanes hacen su aparición arrasando un poblado para secuestrar a sus habitantes). Sin embargo, cuando los alemanes están a punto de colgar a la pareja protagonista, Bogart exige al capitán que abandone su papel de padre siniestro y devorador y encarne el papel simbólico que le corresponde y les case. Es ese momento en el que se desemascara el carácter fraudulento de su posición cuando estalla el barco-universo alemás, dejándonos el conocimiento de que más subversivo que desafiar la Ley es exigir que sus representantes estén a la altura de su cometido.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Adolescencia a los 50


Me he quedado sin sitio para ver la peli de Ioseliani, lo que me ha dado la oportunidad de volver a ver La reina de África en una de esas copias inverosímilmente perfectas que pasan aquí. La ha presentado Danny Huston, que, acompañado por el infatigable Thierry Fremaux, ha contado a los espectadores como la saludable costumbre de no entrar en contacto con el agua ni para lavarse los dientes mantuvo en perfecto estado de salud tanto a Huston como a Bogart durante el rodaje de la película.
La Reina de África cuenta como dos cincuentones completamente opuestos se enamoran y se convierten en adolescentes. Bogart y Hepburn se pasan media peli haciendo (literalmente) el mico y se ponen a jugar a las batallitas con soldados de verdad. Siempre que se habla de sexo y muerte uno se imagina tragedias intensas, pero esta película demuestra que también puede dar lugar a escenas hilarantes, como esa boda con la soga al cuello que cierra el film, uno de los mejores gags de la historia del cine.

Choque de egos




Me cuentan que Iñárritu le ha pedido un dossier exhaustivo de los comentarios sobre su película, y que anda rebotadísimo con Boyero por algo que nuestro crítico kale borroka ha dicho de su película. Yo no he leído el comentario, aunque también parece ser que Boyero va diciendo por ahí que Iñárritu es del Opus. El director, por su parte, va soltando por todas partes que como es posible que El País "uno de los mejores periódicos del mundo", tenga a ese cafre de crítico cinematográfico, si bien de alguien que opina así del periódico de Prisa es imposible tomarse nada en serio.

Alberto cuenta que Biutiful es pornografía emocional (y también que desde que hay blogs no se puede contar nada en las cenas, porque al día siguiente apareces publicado en alguno), y los dos estamos de acuerdo en que con Erice en el jurado la peli no tiene opciones, aunque siempre le puede caer el premio a Bardem, de lo que me alegraría mucho porque es del Atleti y porque a Iñárritu se le retorcerían las tripas de envidia: sólo ha permitido que se distribuyan 20 segundos de la peli, y el resto son imágenes del rodaje, con él omnipresente.

Me contaban que una espectadora salió del cine diciendo que que bien reflejaba el film la crudeza de la vida mexicana, para hilaridad de los españoles. Parece ser que la visión que da de Barcelona es la de un estercolero apocalíptico. Y con esto cierro capítulo cotilleos de Biutiful.

martes, 18 de mayo de 2010

KÉT LÁNY AZ UTCÁN


Como todos los lectores del blog saben, el título que da nombre a esta entrada es el original de un film de André de Toth del 39, cuando el director trabajaba en Hungría, y que hoy he tenido el inmenso placer, por partida doble, de ver en la sección Cannes Classics, un poco por resarcirme de la frustración de haberme perdido Boudu salvado de las aguas por culpa del directo con Bardem.
Por partida doble primero porque la peli es buenísima, y segundo porque la ha presentado Tavernier, al que espero que todo cinéfilo que siga el blog tenga el placer de escucharle hablar de cine alguna vez en la vida, porque es fascinante y arrebatador (hace años, en San Sebastián, le pedimos que nos dijera unas palabras acerca de Robert Wise, que acababa de morir justo cuando se le dedicaba un ciclo, y de una tirón nos soltó un discurso perfectamente articulado sobre la importancia de Wise y como había anticipado muchos elementos estructurales en diferentes géneros, citando filmes a porrilo -muchos de los cuales no conocía de nada-, entrevista que es una de las experiencias más extraordinarias que he tenido en el campo de la cinefilia).
Tavernier ha encadenado nombres, anécdotas, películas, ha trazado un trayecto apasionante y divertido del director, y ha dejado el ambiente a punto de caramelo para que disfrutemos de esta maravilla, una comedia clásica atravesada por las tensiones temáticas y visuales de las vanguardias de entreguerras, y en la que se apuntan los conflictos entre un eros lésbico (la pareja de mujeres protagonistas, cuya amistad la peli deja pocas dudas sobre sus características) y uno heterosexual (el conflicto que surge entre ellas cuando compiten por el mismo hombre). Un par de secuencias para el recuerdo: una de las protagonistas se desviste en una castea de obras, y el constructor se ve acometido por el deseo cuando descubre la sombra de la mujer desnudándose enmarcada por un puerta, mientras que hasta ese momento no le había hecho el menor caso; el plano secuencia en que la pareja femenina visita un piso, y la cámara acompaña cadenciosamente a la que lo disfruta del piso en primer término, mientras que en segundo plano vemos a la otra hablar con la agente inmobiliaria, plano de una elegancia y precisión dignas de Tsai Ming Liang.
Hay mucho más, pero sirva esto de acicate para acercarse a esta película.

El mejor actor del mundo




Hoy hemos tenido un directo en el Telediario del mediodía con Javier Bardem, del que no he visto demasiadas películas y del que tenía una imagen desdibujada, desde luego injusta. Hoy ha bastado una concisa frase, un sucinto aforismo digno de la más acrisolada sabiduría espiritual para darme cuenta de que me encontraba ante uno de los mejores actores del mundo, y una de las personas más inteligentes y carismáticas del mundo del cine.


¿La frase?: "Soy súper colchonero".

Beauvois



Sólo conocía Selon Matthieu de la obra de Xavier Beavois, que hace una película cada 5 años. Des hommes et des dieux cuenta la guerra civil brutal que se vivió en Argelia en los años 90 (Robert Fisk contaba que los miembros de Hamás no se podían creer las atrocidades que se cometieron en aquellos enfrentamientos que costaron decenas de miles de muertos) desde un punto de vista "exterior": la comunidad monástica que fue exterminada por (supuestamente) fundamentalistas en el año 97.

La película muestra con meticulosidad los ritos cotidianos de los monjes, de gran belleza, y la fluidez con la que comparten el espacio social con la comunidad árabe que rodea el monasterio. Este punto de vista a la vez exterior (en cuanto católicos en un mundo islámico, franceses en Argelia) e interior (ya que la mayoría lleva años en el territorio y mantienen fuertes lazos sociales con la población local) permite mostrar el carácter especular y absurdo que tuvo aquella sucesión de matanzas, en las que los comandos integristas y los escuadrones del ejército resultan parejamente amenazantes.

El conflicto ético que emerge es, inevitablemente, el del abandono del lugar, que escinde a la comunidad. Beauvois filma con parsimonia e concentración los debates entre los pocos monjes que pueblan el enorme monasterio, de intensidad creciente según va quedando claro que van a ser sacrificados como chivos expiatorios. El film plantea el dilema de la (in)significancia del sacrificio (sobre todo en nuestros días, donde cualquier asunción militante de la defensa de una Palabra Verdadera despierta sospechas inmediatas) que les espera: ¿hay garantías de que esa muerte hará fructificar el Verbo por el que se muere, o se convertirá en otro acto azaroso y anónimo de destrucción que se perderá en el desagüe de la historia? Así se pone sobre el tapete el carácter "loco" de toda elección ética radical, la que cambia los parámetros mismos con los que puede ser juzgada: finalmente, si la Palabra que sostienen los monjes merece que mueran por ella es, precisamente, porque ellos resistieron allí donde debía ser defendida.

Abbas, copia sublime


Teníamos cierto resquemor acerca de lo que podría salir del trabajo de Kiarostami con actores profesionales y en un espacio que no es el suyo, y tan marcado por cierto kitsch cultural como es la Toscana. Bueno, pues todo eso está en el film, que hasta la fecha me parece, con diferencia, el mejor de la Sección a concurso (si bien me he perdido el Leigh, qu acumula hasta el momento las mejores críticas).
Kiarostami sitúa a sus dos personajes, interpretados por Juliette Binoche y el barítono William Schimell en la Toscana, los une en el plano, y lo que surge es... una revisitación absolutamente consciente de Viaje a Italia de Rosellini. La pregunta que flota en el film es esa: ¿cómo puede relacionarse un artista que viene de otra cultura tan rica como la occidental (la persa) con nuestro enorme legado? La respuesta refleja cierta esterilidad, probablemente (algunos abucheos se escucharon al final de la proyección), pero también una mirada sobre ese legado diferente a la de, sin ir más lejos, Godard. Para Kiarostami, el carácter sublime del original (el film de Rosellini, el arte grecolatino, el renacimiento) permite su repetición sin que se devalúe la belleza del planteamiento.
Lo que aporta Kiarostami es una reflexión acerca del vaciado de lo sagrado en nuestras relaciones: en el film los elemntos sagrados abundan (iglesias, campanas que repican constantemente, cuadros que hablan de la dimensión sagrada del cuerpo femenino), pero la pareja protagonista es ya incapaz de volver a conectar con ese sentimiento, sobre todo por parte masculina (por cierto, otro escritor) que no recuerda el momento fundacional de todo matrimonio, el día de la boda (que es como decir el día de la promesa, una de las dimencsiones simbólicas más radicales en el ámbito de la palabra).
Inolvidable la aparición como modesto destinador simbólico de Jean Claude Carriere, que aconseja al protagonista que haga un mínimo gesto de apoyo hacia su mujer, un grado cero de complicidad que finalmente resulta inútil.

Godard no vino


Godard no ha aparecido por Cannes, al parecer le ha enviado una carta al director del Festival pero que ya ha leído todo el mundo, en el que suelta alguna boutade explicando su ausencia. Un genio de las relaciones públicas, porque conseguir vender Film Socialisme tiene mérito. Me acompañó a la proyección Julio, compañero de la tele, y a la salida confesaba que no había entendido nada y que nunca había visto una peli así.
La primera parte transcurre en un crucero que surca el Mediterráneo, como siempre Godard acumula imágenes de todo tipo, desde las sublimes del gran arte a las triviales de la publicidad, pasando, por supuesto, por los desastres que recogen a diario los medios y que conforman nuestra visión de la contemporaneidad. A su vez, los personajes que dan vueltas por el barco desgranan citas, o más bien balbucean, porque prácticamente ninguna frase se termina, ningún discurso acaba siendo articulado a partir de la gran tradición occidental (que aquí, en los famosos rótulos godardianos, alcanza a todos los alfabetos de nuestra cultura, hay textos en ruso, hebreo, árabe...). Esta extremada parcelación del discurso se lleva al extremo en los subtítulos en ingles, que sólo reproducen dos o tres palabras de cada frase, las palabras clave, pero sin que se coordinen mediante verbos (sólo se subtitulan los textos franceses, cuando alguie habla en -sobre todo- alemán, Godard deja al espectador in albis). Como se ve, el director lleva su tendencia a la asignificancia al extremo, así como su reflexión acerca de la imposibilidad de los discursos heredados para hacerse cargo de los conflictos de nuestros días (que, como es sabido, para Godard arrancan, sobre todo, de la Segunda Guerra Mundial, y en especial el holocausto).
Pasamos después a una familia que vive trabaja en una gasolinera/taller, y a la que importunan sin parar unos reporteros de TF3, sin que su asedio sirva para mucho, como si la vida cotidiana fuera irreductible al discurso dominante (a nivel sociológico) de nuestros días, el de la televisión, con esas cámaras siempre focalizadas por lo terrible.
Y como es de esperar, así se cierra el film, la subjetividad se evapora y asistimos a la clásica acumulación de imágenes de archivo que el director suizo suele utilizar en sus filmes ensayos.
Una curiosidad, que sirve de ejemplo perfecto de las intenciones de este desconcertante e interesantísimo texto: en el apartado dedicado a Barcelona, se nos muestran imágenes de la Guerra Civil Española y de una jugada de Messi: entre el horror y el espectáculo, definitivamente el lugar de la Palabra en nuestro tiempo ha desaparecido.

Tamara Drewe


Este año la Sección Oficial ha expulsado del seno de la Competición a las comedias (y a otros géneros híbridos, en los que militan los filmes presentados en Un certain regard por Jia ZhangKe y Godard), con lo que esta eficaz y muy divertida comedia de Stephen Frears se ha ido al limbo de no se qué apartado, con lo bien que viene a mitad de festival unos cuantos gags bien construidos, situaciones bien planteadas y oficio en la realización, que es lo que derrocha este film de Frears basado en un cómic del que, obviamente, no sé nada.


Tamara Drewe plantea la cuestión clave para la comedia romántica de nuestros días: como articular un relato en el que se demore el encuentro sexual entre los protagonistas, cuando no quedan prohibiciones que regulen las relaciones. La respuesta es obvia, la pareja destinada a encontrarse pulula por otros cuerpos antes de descartarlos por diferentes razones, lo que da cuerpo a la narración, llena de peripecias, y en la que destaca (al igual que en la otra comedia del Festival, la de Woody Allen) el personaje de un escritor que es un fraude como persona, y cuyas mentiras disparan la trama, al alimón con unas irresponsables y aburridas adolescentes rurales.

lunes, 17 de mayo de 2010

Entrevista con Erice


El Festival ha colgado esta entrevista con Víctor Erice (jurado de la sección oficial) en su página web.


Buenas noticias


Hoy se pasan dos de las películas más esperadas del Festival, Copie Conforme (Kiarostami) y Film Socialisme (Godard), que no da entrevistas pero cuyas ruedas de prensa suelen ser hilarantes.


La buena noticia es que las dos tienen distribución en España.

Decepciones


La princesa de Montpensier tiene una historia bastante interesante y una ambientación tan meticulosa que llega a abrumar, pero estas dos cualidades no suman, más bien restan. La películña gira alrededor de la figura femenina del título, que se mueve en los aledaños de la Corte francesa durante los brutales enfrentamientos entre católicos y hugonotes en la Francia del XVI, y que derivarían en la ominosa matanza de estos últimos. Aquí, la espiral de pasiones que se desencadena alrededor de esta mujer anticipa la vertiginosa violencia mimética que enfrentó a los bandos religiosos, bandos que se consideraban irreconciliables y que a nuestros ojos aparecen como idénticos.
Hay un personaje ajeno a este enfrentamiento especular, interpretado por Lambert Wilson, que ha militado en ambos campos (y por lo tanto es rechazado por los dos) que encarna una figura paterna para la princesa, lo que no le impide caer también en trampa del deseo, lo que en cierta manera le imposibilita para mediar entre todos los contendientes. Este fracaso de la posición patriarcal desemboca, como es fácil imaginar, en un estallido de la pulsión homicida.
Uno de los fallos del film es el casting, la verdad es que la actriz no acaba de llenar ese personaje que tantas pasiones levanta (si bien otra lectura sería que, siendo una joven normal, es su "posición estructural" la que hace que los hombres compitan por su deseo). En cualquier caso, la obsesiva minuciosidad de la reconstrucción de época le quita intensidad emocional a la peli, a la que le vendría bien más desmadre melodramático, que no siempre la contención es una virtud.




El Kitano de Outrage pasea su cara de paleto asesino por esta peli que no oculta (más bien se diría que es su tema central) lo agotado de la fórmula kitaniana. Outrage parece una deconstrucción paródica de aquel universo que hizo famoso a la estrella televisiva nipona la década pasada, y del que el director se ha apartado furiosamente en esa extraña etapa "ochoymediásica" a la que se ha entregado últimamente.
Aquí los famosos códigos de jerarquía, obediencia y ritualismo del universo de los yakuzas son puestos en solfa por todos sus protagonistas, desde el más alto (un super padre que lanza a sus subordinados unos contra otros se diría que por hobbie) hasta el más bajo, Kitano haciendo de jefe de barrio que planea una espiral de violencia para irse haciendo con el poder.
La peli está llena de una violencia bastante brutal que no hace ninguna gracia, y posee un final deliberadamente decepcionante, que frustra las expectativas de los fans del director, que parece obsesionado con minar el territorio que le hizo famoso y que parece no saber como abandonar.

La primera vez



Foto de familia


Documento histórico de interés exclusivamente familiar en el que se ve a mi hermano pisando, por primera vez en su vida, la alfombra roja del Palais y (foto de abajo) asistinedo a su primera proyección en la Grande Lumiere, la sala más grande (2.200 butacas, que suelen llenarse) y con mejor proyección que conozco.