viernes, 21 de mayo de 2010

Bouchareb


Gran despliegue de seguridad para acceder a la proyección de Hors la loi, que gracias al genio para la publicidad que tienen los franceses ha levantado una enorme expectación. Habla de las acciones que llevó a cabo el FLN en suelo francés durante la Guerra de Liberación de Argelia, aunque lo que vemos es una superproducción en la que los hechos se calzan en estructuras de género que hacen el film fácil y eficazmente digerible. O sea, que hay buenos y malos y aquello acaba como un spaguetti western, con duelos personales y todo.




A la entrada me han cachaeado y a la salida me han preguntado si pensaba que la película podría dar origen a disturbios. Como no los pague la productora, lo veo difícil. En cualquier caso, Hors la loi se ve bien, aunque se queda por debajo de la de Beauvois, que casi se podría decir que es el contraplano de ésta. Si en Hors la loi lo que vemos es una escalada de un conflicto en clave especular, en el que los contendientes comparten métodos terroristas e ideales (ya que, al fin y al cabo, los ideales laicos del FLN venían de la Revolución Francesa), en Des hommes et des dieux lo que tenemos es un grupo que renuncia a la reciprocidad de la violencia y acepta sacrificrse como víctima inocente para dar testimonio de su palabra (para el que conozca la obra de René Girard, reconocerá su terminología, ya que estoy ahora leyendo su libro sobre Clausewitz).





Desde luego, a la hora de meter la Historia en moldes narrativos está muy por encima de Fair game, la obscena película con la que el Festival se trajo ayer a Naomi Watts de nuevo a la alfombra roja. Fair game se puede leer como una cosmología: los agentes de la CIA son los ángeles encargados por Dios Padre para repartir el bien y la bondad por la tierra, siempre amenazados por ese empeño de los países del Tercer Mundo en ser dirigidos por tiranos. El drama cósmico de produce cuando el lugar estructural de ese Dios omnipotente, justo y bondadoso es ocupado por un impostor y un mentiroso (Bush). Estas cosas provocan unos cuantos muertos en alejadas zonas del mundo, aunque lo grave de verdad es que este señor atosigue a unos honestos espías, que al final se tienen que enfrentar a él para que la verdad y el orden vuelvan a resplandecer. La incapacidad de Doug Liman para filmar al Otro es pasmosa, los árabes son malos empeñados en hacer bombas atómicas o desguarnecidos civiles que necesitan la protección de los ángeles guardianes, que finalmente no se pueden ocupar de ellos porque tienen que restablecer el equilibrio del cosmos.



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