domingo, 23 de mayo de 2010

Fiascos


Al Festival le han fallado en esta edición dos pilares casi infalibles de su selección, el cine norteamericano y el asiático. Que los Estados Unidos sólo hayan sido capaces de presentarse aquí con propuestas tan inanes como Wall Street y Fair Game es bastante sorprendente si repasamos la lista de films que se han traído en los últimos años (Mystic River, The brown bunny, la trilogía ado de Gus Van Sant, Zodiac, Inglorius basterds, Up, y eventos mediáticos verdaderamente grandes, como Matrix, Star wars o Indiana Jones).
Tanto Wall Street como Fair game fracasan estrepitosamente a la hora de poner en cuestión el poder (financiero o político, tanto da), ninguna cuestiona el status carismático con el que ese poder se presenta a sí mismo (incluso la peli de Doug Liman lo da por supuesto, como si la supremacía política y militar de USA fuera algo que perteneciera al devenir del cosmos, tal que el movimiento de los planetas). No es sólo que Fair Game juega en las antípodas, por ejemplo, de la trilogía sobre el poder de Sokurov, sino que se queda muy lejos incluso de Poder absoluto, un Eastwood no muy apreciado pero con grandes secuencias.
Aún así, hay que decir que Fair Game tiene uno de los mejores planos vistos este año, un coche atrapado en medio de un atasco en Bagdag, con tiroteo incluido, filmado en plano secuencia desde el interior del coche.


Lo mismo vale para el extremo Oriente, la Competición ha preferido el amaneramiento visual bastante vacuo de The housemaid antes que el placer de la levedad de Hong sang Soo, premiado en Un Certain Regard, y tampoco se entiende que se haya optado por el desinflado Blues Chongqing de Xiaoshuai antes que por la épica de los testimonios en primera persona de I wish I knew, de Jia Zhang Ke (también es cierto que cuando se ve una peli al espectador le da igual en qué sección se haya presentado, pero a la hora de dar visibilidad y peso a una propuesta hay bastantes diferencias entre optar por una sección y otra).

La enésima vuelta paródica que le da Kitano a su personaje es como para darle de comer aparte, lo raro es que hasta el realizador se había dado cuenta de que ese camino estaba agotado, pero se ve que sus últimas variaciones de Ocho y medio no le han reportado éxito ni reconocimiento, con lo que me temo que vamos a tener a Kitano haciendo de yakuza paleto por mucho tiempo.

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