viernes, 14 de mayo de 2010

Flujo

Un Festival de Cine es uno de los peores sitios para ver cine. La obligación (o el deseo) de ver películas corre al mismo nivel que la de hacer entrevistas, conseguir información o hacer gestiones. No hay jerarquía "estética" entre las distintas ocupaciones y uno acaba inmerso en un estado anímico constante de tensión que impide disfrutar del cine, con la mente bailando de la pantalla a los compromisos siguientes.

Esta mañana me he visto un rato de Wall Street, y me he salido (cosa que no he lamentado demasiado) para acompañar al equipo a hacer la entrevista de Mattheiu Amalric, después traducir la conferencia de prensa de Oliver Stone, comer algo y acercarme a entrevistar a Josh Brolin (un gran entrevistado, y curiosamente mucho más atractivo en persona que en la pantalla, al menos en las dos películas en que le he visto en estos días, la de Woody Allen y la de Oliver Stone) y a Woody Allen, de cuya entrevista no se puede hablar hasta mañana, y aunque este blog es prácticamente familiar cumpliré con el compromiso, y dejo para mañana el comentario sobre su peli y sobre su persona.



Por los pelos he llegado a la proyección de Au petit bonheur, película del 46 de Marcel L'Herbier que se pasa en la sección Cannes classics. Cannes no hace retrospectivas de autores, pero dedica esta apasionante sección a proyectar copias recientemente restauradas. Para hacerse una idea del nivel y poderío del Festival, baste decir que el pase de El Gatopardo de esta tarde (que desgraciadamente me he tenido que perder) lo presenta Scorsese, y que mañana se proyecta Tristana con presencia del Ministro de Cultura galo (el súper cinéfilo Frederic Miterrand), la ministra española del mismo ramo y Almodóvar.

Au petit bonheur es una maravilla, una comedia perfecta sobre el mecanismo del deseo en el que la deslumbrante Danielle Darrieux simula un affaire con un renombrado autor dramático para recuperar a su marido, un diletante sentimental con el que se casó por conveniencia pero de quien se enamoró azarosamente.

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