viernes, 30 de diciembre de 2011

K & K



En una escena de Le Havre, Claire e Yvette (madre e hija) van a visitar a Arletty (la mujer del protagonista, Marcel Marx) al hospital donde está ingresada y recibe un tratamiento contra el cáncer. Allí, sentadas, le leen un texto, un cuento de Kafka que pertenece a Contemplación, el primer libro que publicó. Se trata de Niños en la carretera, un relato vagamente onírico y epifánico en el que el narrador, un niño, se escapa de casa por la noche con unos amigos. Al final del mismo, cuando deja a sus compañeros para regresar al hogar, se desvía y marcha "por senderos a través del bosque". Quiere llegar "a la ciudad en el sur", de la que se comenta que


"¡Allí hay gente, pensad, que nunca duerme!

¿Y por qué no?

Porque nunca se cansan.

¿Y por qué no?

Porque están locos.

¿No se cansan acaso los locos?

¡Cómo podrían acaso cansarse los locos!"



Stalin vive!



Me cuenta una amiga documentalista que cuando los programas de TVE del corazón piden imágenes de Urdangarín, especifican que en los planos tiene que salir solo.

Cine en familia



Ayer me llevé a toda mi familia a ver Le Havre (a mi mujer y a mis tres hijos, incluido el pequeño, que tiene doce años, y al que pensaba eximir de la obligación, pero que se apuntó igualmente). Una experiencia de lo más sorprendente: lo primero que dijeron los tres, nada más encenderse las luces, es que habían alucinado porque era la primera vez que veían... ¡Euros en una película!


(A mis hijos les gustó y a mi mujer no le llamó la atención)

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un método (de producción) peligroso



Vaya por delante que, contra todo pronóstico y expectativa, esta peli de Cronenberg me ha parecido un rollo superlativo y una majadería sin paliativos. Es más, la pondría al lado de El árbol de la vida como ejemplo de la reacción New age que nos asalta. Toda ella apesta a encargo de qualité del Jeremy Thomas a su amigo Cronenberg, que con estos actores ha debido de quitarse de encima la ilustración de lo que se adivina una plúmbea obra de teatro en tres semanas.


En cualquier caso, gracias a la peli me entero de que Freud no cortó con Jung por la ingente cantidad de chorradas que éste último acumuló en su obra, sino porque tenía más pasta y el vienés se mordía las uñas de envidia y resentimiento social. Si bien Mortensen dibuja un estomagante Freud, todo soberbia y petulancia, incapaz de aceptar que nadie le lleve la contraria, la peor parte se la lleva Sabina Spielrein, una de las figuras más brillantes (y trágicas, a su marido se lo llevó Stalin por delante y ella fue asesinada por los nazis) del primer psicoanálisis, aquí interpretada por una sobreactuada Keira Knightley que la convierte en una calientapollas psicótica. Si bien todo esto queda enterrado por la aparición de Vincent Cassel dando vida al stirneriano Otto Gross, cuyas sandeces sin fin dan pie a alguna de las secuencias que más vergüenza ajena me han provocado en los últimos tiempos.

lunes, 26 de diciembre de 2011

De misiones bastante raras



En Misión imposible, 4, el malo se mete en el Kremlin no se sabe cómo (porque en ese momento la peli está entretenida mostrando como se cuela el Tom Cruise team, una secuencia muy divertida) a robar unos archivos que tampoco está muy claro para qué los quiere. Unos días antes, ha mandado a una secuaz (¡Lea Seydoux haciendo de asesina a sueldo!¡Que echen al director de casting!) a birlar unos códigos de lanzamientos de misiles nucleares que, tampoco se explica por qué, viajaban en un maletín por Centroeuropa, en concreto Budapest. Bueno, pues el malo y la Seydoux quedan para intercambiar códigos por diamantes (dato este que es prácticamente lo único verosímil de la historia, porque a estas alturas de la crisis quién quiere pasta como salario) en... Dubai!¡Pero si estaban al lado!¡Para quedar en una habitación de hotel, que lo mismo podían haber quedado en un café de Praga! Y toda la peli así, cuando salimos tuve que preguntar varias cuestiones que no entendía en absoluto, aunque me intentaron convencer de que era más simple que el asa de un cubo.


Hay un par de elementos notables en esta interesante saga producida por el peculiar actor, uno es la voladura del Kremlin, notable desplazamiento del 11-S al antiguo enemigo de los EEUU, un plano bastante impresionante que debe de formar parte de cierto inconsciente americano, aunque en cierta manera funciona como la inscripción visual de la aniquilación del destinador simbólico: la otra curiosidad es que, si en anteriores episodios la figura paterna acababa emergiendo como un traidor, aquí es asesinada no más acaba de enunciar la tarea que le encomienda al protagonista, que deviene un paria, una especie de huérfano textual, aspecto este que, por otro lado, es totalmente desaprovechado por la narración.


MI-4 linda en muchos momentos con la parodia, si bien se nota que a Brad Bird no le han dejado llevar demasiado lejos esa vertiente que se apunta en el film: por ejemplo, la tecnología falla un montón, y el equipo fracasa en casi todo lo que se propone, siempre llega tarde y tienen que improvisar chapucillas constantemente. A pesar de toda la tecnología punta de la que dispone, Tom Cruise se pasa más de la mitad del metraje corriendo, por no hablar de la somanta de golpes que se lleva continuamente. Eso sí, castiga mucho el cuerpo, pero nada de sexo, que debe de ser el espía más frígido de la historia del cine.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Una película salvajemente provocadora


De las cuatro películas actuales que me he visto esta semana (Le Havre, Drive, Millenium y Route Irish, enumeradas por orden decreciente de interés), las tres últimas, siendo bastante diferentes, vienen a contar la misma historia, o tienen la misma estructura, que es la del desvelamiento del lugar del padre (el lugar de la Ley) como un espacio habitado por la locura o la maldad. Los mafiosos que apadrinan y quieren cargarse al protagonista en Drive son eso, mafiosos, si bien más del lado psicótico de Scorsesse que del clásico de Coppola. En Route Irish se tardan diez segundos en adivinar que el individuo que toma la palabra en el funeral del comienzo y canta las alabanzas a la abnegada labor de los mercenarios en Irak es un completo canalla y el verdadero malo del film (que no se entiende como el protagonista tarda casi dos horas de peli en descubrirlo). Millenium es un batiburrillo en el que hay de todo; aquí la gracia está en que los personajes que encarnan una figura paterna decente (básicamente, que no se cepillan a sus hijas) son castigados por la deidad que vela por la ortodoxia del cine contemporáneo con un ataque al corazón que los condena a los márgenes de la narración.


La imagen verdaderamente salvaje, transgresora, brutal y casi insoportable, aquella cuya mera descripción provoca sarpullidos en la tertulia de la comida y discusiones sin fin, aparece en la fascinante e irreprochablemente clásica Le Havre (un film de infinita belleza): ¡Una mujer que le plancha la ropa a su marido! (en un plano previo la misma mujer le sirve la cena, pero estoy convencido de que esa secuencia va a tener que ser censurada para que la película pueda estrenarse).

jueves, 22 de diciembre de 2011

Por un asesino en serie que no lea la Biblia


Como no he leído la famosa trilogía ni me tomé la molestia de ver las adaptaciones suecas desconozco si el Millennium fincheriano es fiel a sus fuentes o aporta alguna novedad aparte del curioso hecho de que todos los suecos de la peli hablen inglés, aunque por razones desconocidas los periódicos si estén escritos en sueco. Tampoco se entiende como es posible que quedan mujeres en los países nórdicos, ya que, a raíz de lo que se puede deducir de las novelas y películas que nos llegan de allí, Suecia y sus vecinos son sitios donde todas las féminas son violadas desde su más tierna infancia hasta que a una edad imprecisa y variable son asesinadas por un psicópata sexual.

A estas alturas uno podría suponer que un asesino en serie que va dejando versículos bíblicos a su paso sólo sería plausible en un programa de José Mota o de Joaquín Reyes, pero no, en Suecia se ve que todavía le dan al Levítico (lo que no deja de ser extraño, habida cuenta de que se trata probablemente del libro más tedioso de la Biblia) ¿No leen los psicópatas Mortadelo y Filemón?¿Todos tienen que ser exquisitos degustadores de alta cultura?¿Y cómo es posible que todavía haya películas en el que al investigador se le ilumina la cocorota cuando ve un par de fotos?¿Por qué a Lisbeth Salander nunca le falla el ordenador?¿Y de donde le viene esa facilidad para moverse por Suiza?¿No canta un poco que esa chica parezca un friki andrógino cuando va vestida, y que esté tan buena cuando se despelota?

Route Irish


Esta mañana me he ido al pase de prensa de Route Irish y Paul Laverty se ha sentado a mi lado, lo que ha sido un engorro porque, como soy muy educado, me ha dado palo marcharme del cine. Parece una película subvencionada por el Gobierno británico para explicar que ellos también han asesinado y torturado civiles en Irak, y que tienen contratistas sin escrúpulos capaces de hacer negocios por encima de los cadáveres que haga falta. Que qué es eso de que los americanos se echen solitos la culpa del desbarajuste iraquí. Por supuesto, aparecen mercenarios atormentados por la violencia provocada, y desde la segunda secuencia se sabe quién es el malo. Eso sí, los malos ingleses son un poco más cutres que los norteamericanos, o al menos están tecnológicamente bastante por debajo de ellos. Un rollo, vamos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

La entrevista feliz



Sonia Uría me ha mandado esta foto, en la que aparezco con Jean-Claude Carriére en el pasado festival de San Sebastián, tras una de las entrevistas de las que mejor recuerdo guardo. Carrière es amenísimo y da la impresión de que ha conocido a todo el mundo, uno podría estar escuchándolo durante horas.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La familia y nada más



Sangue do meu sangue da lo que promete: un círculo familiar cerrado donde reina una madre que sale siempre alimentando a sus retoños (o sea, haciendo de madre, aunque los retoños estén creciditos). La familia vive en un barrio pobre, colindante con las chabolas de Pedro Costa, aunque en un estrato un poco superior: las mujeres trabajan como cajeras o auxiliares de peluquería, si bien la falta de intimidad es la misma: todo se oye, las conversaciones se filtran a través de las paredes, la discreción es una piadosa ficción. Joao Canijo filma a sus personajes muy de cerca, el encuadre oprime a los personajes en espacios pequeños, siempre constreñidos a estar demasiado cerca, lo deseen o lo intenten evitar.


En este universo familiar formado por la madre, su hermana pequeña y sus dos hijos, todos adultos, un eje separa dos posibilidades de relato, un poco simétricas. La madre que vigila a su hija mayor, que con grandes sacrificios estudia enfermería a la vez que trabaja en un supermercado. La tía que vive en una intimidad bastante incestuosa con su sobrino, el hermano pequeño que trabaja para un camello del barrio al que intenta a estafar.


La película cuenta la intromisión, y la dolorosa expulsión, de dos hombres en esos dos universos cerrados e incestuosos, el amante casado de la joven en el primer caso, el camello que castiga el intento de estafa en el segundo, dos intentos infructuosos, y a veces brutales, de que la Ley haga su aparición en ese espacio dominado por la madre, por el cuerpo, la promiscuidad, la sangre del título.


Sangre de mi sangre es una película extraordinaria que se pasó en el festival de San Sebastián, creando un grupo de admiradores "subterráneo" (Daniel Quinn la consideró, probablemente con razón, la mejor del certamen), pero el viernes en la Filmoteca no éramos demasiados en uno de los pocos pases de la película de los que se podrá disfrutar en Madrid, ya que es impensable que ningún distribuidor se arriesgue con ella, lo que vuelve a poner sobre el tapete la visibilidad del cine más interesante que se hace hoy en día, al menos en nuestro país.

martes, 13 de diciembre de 2011

La mala de Transporter 2



El otro día ponían Transporter 2 en la tele, donde aparece una versión hard dark de esa fascinante figura erótica de nuestra época que es la que llamo la doncella fálica. Aquí es la mala, y durante toda la película se gasta esta inverosímil indumentaria de lencería de puticlub. En un plano fascinante, al comienzo del film (bueno, en realidad cuando empecé a verla), la chica se abre la bata y ¿qué nos encontramos? Que esta mujer sí la tiene! Donde no debería haber nada nos encontramos con ¡Dos! falos que la asesina maneja con maestría.



Transporter 2 pierde todo interés cuando Kate Nauta desaparece de la pantalla y nos quedamos con el sosainas de Jason Statham repartiendo mamporros, aunque algunas persecuciones, exageradas como dibujos animados, tienen su gracia. Incomprensiblemente, el film desperdicia la secuencia que todos esperamos, el encontronazo final entre los dos, cuya potencialidad erótica se arroja a la basura. Después debían de venir más persecuciones, tiros, explosiones y demás pirotecnia, pero yo me fui a la cama.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Goya y Manet



Por entonces Manet tenía en mente otra cosa: un cuadro con dos figuras en un balcón. Una vez más lo tomó ... de Goya. Al menos una de las figuras debía tener cierto ardor hispanizante. Manet pensó entonces en Berthe Morisot, en su mirada incurablemente oscura, demasiado penetrante, en su palidez. En su rostro dramático, inteligente, más perturbador de lo que convenía en una mujer. Junto a ella, los otros dos personajes aparecen como meros figurantes, en pose de circunstancias. Mientras que la mirada de Berthe, tan lejana de la de Olympia, su melancolía incontenible, dejaría entrever el fondo negro detrás de la "claridad rubia" de Manet, como la llamaba Zola. Nació así El balcón, con la prodigiosa barandilla de un verde chillón y el abanico estrechado en la mano de Berthe, que mira hacia un punto preciso, absorta y desolada, con los grandes iris que oscurecen las córneas. Ciertamente no los dirige al espectáculo de la calle sino al de su vida, que se abre -y se cierra- con el signo de Manet.

La folie Baudelaire, Roberto Calasso, Anagrama, traducción de Edgardo Dobry

jueves, 8 de diciembre de 2011

El viajero perfecto


"A menudo se decía que Roussel, mientras viajaba, principalmente leía y escribía."

(Texto de la exposición Locus Solus, en el Reina Sofía")

Calasso y el Degas fotógrafo


Calasso dedica unas líneas a dos célebres fotografías de Degas.


En toda la imagen proliferan las molduras y los marcos, como para recordar que el marco no es menos importante que la imagen que encierra, aunque sólo sea porque advierte que estamos entrando en una metarreailidad. A propósito de Degas, Vollard observa: "Otra de sus preocupaciones era que se cambiaran los marcos de sus obras." El odio por el marco señalará, en la pintura, el inicio de la agonía.



El cuerpo desnudo y brillante de la niña esculpida, que parece suspendido en el vacío a a la altura de la mirada de Degas, como un fantasma que acabara de brotar de sus ojos.



miércoles, 7 de diciembre de 2011

A woman's face, o el alma es el espejo del rostro


Contrariamente a lo que sería la doxa contemporánea, este excelente thriller melodramático de George Cukor narra el trayecto de una mujer desde la tentación demoníaca (la pulsión del goce puro de la aniquilación del otro, especialmente si es éste es una mujer hermosa) hasta la articulación de un deseo simbólico (el anhelo de la fundación de una familia, cuando la protagonista ha conseguido purgar, hasta cierto punto, las tensiones que la habitan). La elección de Joan Crawford como actriz principal da bastante espesor al personaje: nunca manifiesta una locura más honda que en su declaración final, cuando le dice a Gustaf Sefert, el médico/héroe que le ha devuelto su rostro/alma purificado, que desea tener hijos, y desea tenerlos con él. La violencia que se anota en su gesto hace emerger lo radical de esa demanda: comparado con ella, las veleidades delictivas de la etapa oscura de Anna Holm parecen un juego de niños.

Es la violencia que yace en el personaje es la que descubre el malo del film, Torsten Barning, en realidad una versión diabólica del bondadoso médico (esa capacidad del cine clásico para generar sentido, en este caso la similitud en la caracterización de ambos personajes, con un bigote y un tono de pelo similar, pero con unos rasgos más afilados en el malo, una tensión permanente, como si fueran Jekyll y Hyde). En un extraordinario contraplano al comienzo del film, Barning aguanta la visión del rostro deformado de Anna, una pura llaga, incluso anota cierto goce obsceno. Esa breve articulación narrativa esconde una enseñanza casi esotérica, la vulnerabilidad de la mujer ante la mirada ajena, especialmente la masculina.

Por otro lado resulta curiosa la debilidad que impregna al personaje bueno, el médico interpretado por Melvin Douglas, un galán ligeramente blando, al que su mujer engaña compulsivamente. Si bien ésta es presentada bajo tintes negativos, esa incapacidad para "sujetar" a la esposa anota cierto déficit en el campo del deseo ¿por qué tendría que engañarlo su mujer, si no es porque algo falla en el campo de lo masculino? Significativamente, la pareja no tiene niños. Torsten Barning, sin embargo, parece no tener problemas para colmar el anhelo de la mujer en el campo del sexo, aunque se equivoca completamente al plantear la prueba de fidelidad, precisamente el asesinato del hijo (del niño al que él la destina en cuanto figura materna).

Finalmente A woman's face resulta ser la aventura de una mujer que renuncia a su apacible y respetable carrera como chantajista y potencial asesina para entregarse a la salvaje experiencia de ser madre.

Fish tank, o la iniciación en tiempos profanos


Tras quedar deslumbrado con su adaptación de Cumbres borrascosas me he puesto a desandar la corta trayectoria de Andrea Arnold, realizadora a la que no le había prestado atención alguna a pesar de debutar por todo lo alto en la Sección Oficial de Cannes con Red road, que además se llevó algún premio importante.


Fish tank es un cuento de hadas contemporáneo, con los mimbres de un relato clásico pero desestructurado, hay una adolescente guapísima que, al igual que Heathcliff, está habitada por la pulsión y parece incapaz de relacionarse con sus prójimos en unas condiciones mínimas de sociabilidad (Mia sólo entiende la intersubjetividad como agresión, aunque no haya razón para ello), y la puesta en escena se articula a través de las miradas de su protagonista, que observa frágiles estructuras sociales en las que, aún así, es incapaz de integrarse (exactamente igual que Heathcliff otra vez).



En este panorama hace su aparición el príncipe azul del cuento, de la mano de la madre, perfecta encarnación de la madrastra de Blancanieves contemporánea, una joven descerebrada que compite con su hija pos los mismos objetos de deseo. Que nadie se asuste, el príncipe de Fish tank es un fraude, como el espectador intuye desde el principio y el film muestra en su última parte. Y, sin embargo, esa mínima aparición de algo del lado del orden de la Ley (aunque sea de una manera tan paródica que el chico en cuestión, un Fassbander caracterizado como un Orlando Bloom poligonero, es un guardia de seguridad en una gran superficie) parece trazar un camino para el deseo de Mia, que en vez de acabar sumida en la psicosis encuentra una (también) fragilísima vía de salvación en un amigo que parece ser capaz de establecer unas condiciones mínimas de compromiso, alguien que surge en el film como una minúsculo reflejo del príncipe deseado y que acaba emergiendo como el personaje más positivo del film.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Cine y conspiranoia


Un documento de la NASA ultrasecreto demuestra que la versión oficial acerca de la llegada del hombre a la luna (que todo fue rodado en estudio) es falsa. El memorandum, recientemente desvelado, dice así:

"El presupuesto presentado por Kubrik es desorbitado e inasumible. Aconsejamos rodar en los escenarios naturales, como hacen los franceses."

jueves, 1 de diciembre de 2011

Medea como heroína



En Purgatorio Medea y Jasón aparecen en un Hades que está a medio camino entre una cárcel y una consulta de psicoanalista. A las almas que descienden a ese peculiar submundo se les ofrece la posibilidad de purgar sus pecados terrenales y volver redimidos a una nueva encarnación, aunque para ello deban someterse a una terapia interminable. Si bien el truco es artificioso, a mí me convence, aunque no es una opinión compartida.


Allí Jasón se manifiesta como un trilero que se adapta rápidamente a las reglas del juego y se presta a todo tipo de compromisos para escapar de allí. Medea, sin embargo, se niega a repudiar sus (monstruosos) actos y asume sus implicaciones de manera radical (lo que implica una condena para la etrenidad). En uno de los mejores momentos de la obra, grita que si alguna vez pide perdón por ellos, no será ella quién lo pida.


La obra de Ariel Dorfman hace visibles (y compatibles) las dos posibles lecturas de la figura de Medea, la feminista radical (un goce del lado de la mujer de la que el hombre está excluido) y la conservadora patriarcal (la mujer como bastión del orden paterno al borrar de manera brutal la inscripción del nombre del padre cuando quien lo sustenta no está a la altura de su papel).

Guateque con mi hijo



Me llevé a mi hijo pequeño a ver The party, película de Blake Edwards que todos conocemos por El guateque. La verdad es que no la había visto. A él le encantó, a mí me gustó, aunque me pareció un poco trabajosa, se notaba demasiado el esfuerzo por recuperar la comicidad del slapstick, en general los gags parecen más divertidos sobre el papel que en su definición en la pantalla.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Aforismo madridista



Escuchado en Radio Marca a un periodista/hooligan:


"La euforia es un sentimiento natural, humano, y yo diría que hasta razonable."

martes, 29 de noviembre de 2011

Elogio de la zorra


Los Diarios de Uriarte me empujan a coger los Ensayos de Montaigne.


No hay que adherirse con tanta fuerza a los propios humores y a las propias inclinaciones. Nuestra principal aptitud es saber aplicarse a usos diferentes. Permanecer atado y sujeto por necesidad a una sola manera de ser, es ser, pero no es vivir. Las almas más hermosas son aquellas que están provistas de mayor variedad y flexibilidad.

(Tres relaciones, Libro III, Capítulo III, Ensayos, Acantilado, traducción J.Bayod Brau)


Me viene a la mente la famosa división que Isaiah Berlin establecía entre zorras y erizos a partir de un verso de Arquíloco (Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande; verso que todos conocemos gracias a Berlin). Entre los erizos, pensadores para los que la existencia se ordena alrededor de una idea central que organiza y estructura su visión del mundo, Berlin sitúa a Dante, Hegel, Nietzsche, Dostoievski, y Platón. Zorras serían Aristóteles, Shakespeare, Tolstoi, Moliere y, por supuesto, Montaigne (en las ediciones españolas de Berlin deberíamos incluir a Cervantes), autores que chapotean con gusto en el infinita e incoherente diversidad del mundo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Un vasco en Huelva


Este fin de semana me he ido a Huelva para ¿coordinar?¿supervisar? el envío de la señal de la Gala de Clausura del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva a Torrespaña. La gala la realizaba la Televisión local. Llegué el sábado por la tarde, me presenté al jefe técnico de la televisión, al director de contenidos de la gala. Llegó la terrena (que es como llamamos en la tele al furgón que va con una parabólica en el techo), presenté al técnico de la terrena a las mismas personas, se tiraron los cables, se hicieron pruebas, se cometieron las pifias de rigor y a las nueve y cuarto me fui al hotel, aunque como mi hija me dijo que el Madrid sólo ganaba 2-1 al Atleti me paré en un bar para ver como el Atleti tiraba el partido con alguna ayudita arbitral.


Básicamente me he dedicado a leer los Diarios de Iñaki Uriarte, en el tren, en el hotel y en las terrazas de Huelva, que hacía un tiempo primaveral. En la solapa no hay foto, y sólo se nos dice que el autor "nació en Nueva York (1946), es de San Sebastián y vive en Bilbao." Casi se puede decir que estos diarios son un remake de los Ensayos de Montaigne, una referencia constante en sus páginas (junto con Benidorm, ciudad donde tiene un apartamento y pasa bastantes temporadas, y a la que dedica elogios entre divertidos y provocadores). Uriarte viene de una familia nacionalista y católica, todo un tópico, y parece conocer a todo el mundo que cuenta en el País Vasco. Presume de rentista y de no haber trabajado nunca, aunque los diarios estás salpicados de extractos de sus artículos periodísticos. Resultan estupendas sus anotaciones sobre como ve un no-nacionalista vasco las reacciones en los periódicos madrileños a la política vasca (que en Madrid se reducen a sacar punta a lo que dicen los partidos nacionalistas sobre la independencia o los presos de ETA).

Uriarte cuenta que empezó a escribir estas notas a los 52 años, y que las ha limado bastante para su publicación (el estilo es otro motivo omnipresente). De hecho, el volumen que acabo de terminar no llega a las 200 páginas, y cubre cuatro años (hay un segundo libro publicado, los diarios que van del 2004 al 2007, o algo así); vamos igualito que Trapiello.

El Colón de Oro se lo llevó una película brasileña con un gran título, Eu recibiria as piores noticias dos seus lindos lábios.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Apoteosis y límites de la corrección política



Debo a Quelunque el descubrimiento de Purga, novela finlandesa que, según parece, ha sido la sensación del año en Europa. Narrada con eficacia y el efectismo propio, tal vez, de la juventud de su autora, narra la historia de Caín y Abel en versión femenina y estalinista: Inge es una estonia tocada por la mano de Dios a la que todo sale bien, mientras que su hermana Aliide, que articula el punto de vista narrativo, tiene que conformarse con envidiar su suerte, especialmente en lo que hombres se refiere.


Sofi Okasanen se vale de una estructura aparentemente compleja de saltos en el tiempo para contarnos que las mujeres viven tragedias en todas las épocas, si bien siempre son las mismas, la violencia sexual, de la misma manera que los malos siempre son los rusos (desconcertantemente, los invasores nazis son retratados con bastante benevolencia).


Si bien la autora puede argumentar que todo lo que cuenta está atestiguado en los archivos soviéticos, algo vagamente falso flota en la novela, falsedad que culmina en un final absolutamente inverosímil, si bien extremadamente gratificante para el lector (y, sobre todo, lectora). Tal vez todo radique en la dificultad para articular la posición masculina en el texto.


Esta se despliega en triángulo, con Aliide en el centro de los tres vértices, compuestos por Hans, el objeto de deseo imaginario (el marido de su hermana), Martin, el marido al que no desea en absoluto, y Boris, el punto medio de esa línea que une a los dos hombres, y que encarna el primer encuentro sexual extremadamente siniestro de la protagonista, que es violada en un interrogatorio de la policía secreta soviética. La tesis de que el verdadero rostro del (imaginario) príncipe azul es la del despiadado violador no es nueva (casi es un tópico de nuestros días), y Oksanen se toma la molestia de explicarnos al final que, en realidad, todos los hombres son así.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El día en que conocí a Carlos Boyero



Como aportación personal a la riada de comentarios que pululan por la red acerca de las pocas luces intelectuales del crítico de El País (si bien yo difiero en el diagnóstico: no es un escándalo que semejante megalómano sea el crítico oficial del diario de referencia en español, sino que Boyero es el síntoma más visible de lo que El País es) voy a contar como lo conocí:



Fue el día anterior a la inauguración de la Berlinale del 2002, en el autobús que nos llevaba desde el avión hasta la terminal del aeropuerto. Boyero preguntó cuál era la película de la inauguración, y alguien le contestó que era una alemana (Heaven, de Tom Tykwer). El inefable Carlos se puso a vociferar:



- ¡Qué hijos de puta!


- ¡Me cago en la hostia!


- ¡Una alemana!


- ¡Serán hijos de puta!


- ¡Lo hacen para joderme!


- ¡Hay que ser cabrón!


- ¡Poner una película alemana el primer día!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Deseo de ser deportista



Leo el mismo día:

"¿Cabe imaginar un periodista deportivo que presuma de desconocer quién es Navarro, un crítico político que ignore la existencia de Tony Blair, o un crítico literario que despedace la nueva novela de Jonathan Franzen tras leer solo las cinco “estúpidas” primeras páginas? Sospecho que, para los periodistas y críticos correspondientes, un debate parlamentario o un mal partido de fútbol pueden ser tan o más aburridos que “Shirin”. ¿Y si no nos contaran las resoluciones del Congreso o el resultado de un encuentro porque “la vida es muy corta para desperdiciarla con tonterías” (Boyero)? ¿Da risa, verdad?"

La crítica espectacular, Isaki Lacuesta (me dejaron el artículo fotocopiado encima de la mesa)



"El otro día, en la cena, hubo un gran lío. Dije que en la sección de deportes del periódico no admitirían a gente con la caradura y la ignorancia de muchos de los que escriben en la de cultura. Nadie podría escribir sobre un partido de fútbol sin haberlo visto. Le descubrirían en seguida. Los deportes en el periódico están sujetos a un control mucho más amplio y democrático que los libros, que nadie ha leído ni leerá,"

Diarios, Iñaki Uriarte, Pepitas de calabaza, 2010 (recomendación de Francis Black)

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cinco, cuatro, tres, dos, uno...


Ya queda poco para que empiece "la fiesta de la democracia" y los damnificados que tenemos que trabajar en tan señaladas fechas nos preparamos para pasar otro fin de semana de estupor y temblores, como diría una famosa escritora.

Mañana y pasado los estudios Buñuel de Madrid se llenarán de jefecillos y pintamonas que asistirán gravemente y con atención al desarrollo de los acontecimientos tan trascendentales para nuestro país.

Las apuestas son bastante seguras, así que esta gala Especial Elecciones será un aburrimiento. Si vais a echar un vistazo, con intención o desganadamente, al circo mediático que se montará el domingo, mandad un saludo telepático a Abbas y a mí, que estaremos cubriendo tan magnos fastos por cortesía de TVE. 

lunes, 14 de noviembre de 2011

My joy



Éramos cuatro gatos (treinta personas) ayer en La casa encendida para ver esta peli de Sergei Loznitsa que tuvo su repercusión en su estreno en Cannes del año pasado, y que luego se ha paseado por muchos festivales, y que ningún distribuidor español va a comprar en la vida. Se ve que la cinefilia no es lo que era, o que con la mejora de la tecnología doméstica y la accesibilidad de las imágenes la mayoría se ven estas cosas en su casa.


El personaje-guía del film es un camionero que se adentra en una Rusia que va dejando atrás la civilización: sale de una ciudad para atravesar pueblos, poblachos, y acaba encallado en un bosque, donde sufre un asalto y se convierte en un simple, uno de esos idiotas rusos que no hablan y vagan por los caminos (pero, obviamente, sin el aura de santidad que tiene ese personaje en la tradición eslava). En ambas facetas vive aventuras que están lejos de articular un relato: caracterizadas por la violencia, la agresión y el sinsentido, se relacionan entre sí como los diversos motivos musicales de una sonata, saltando en el tiempo y el espacio, aunque dejando claro que la vida en Rusia está marcada de siempre (o, por lo menos, desde el estalinismo) por la arbitrareidad y la ley obscena de la violencia.


Además de resultar interesantísima y parecerme muy buena, de My joy se puede decir que es una de las películas más nihilistas y oscuras que se hayan hecho nunca, en la que nada del orden de la catarsis surge de su (des)articulación narrativa. Descomposición del relato y de una sociedad, resulta imposible adivinar donde reside el goce del irónico título.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Lo bobo y lo siniestro


Hay dos elementos un tanto irrisorios que atraviesan la parte "Justine" (la primera) de Melancholia, una primera parte que viene a ser un remake algo más aireado de El ángel exterminador. Uno es el empeño del jefe obsceno (figura paterna incestuosa, para entendernos) de Justine/Kirsten Dunst de que le provea de un slogan para una campaña de publicidad de la que no sabemos nada (de hecho, este jefe plantea la boda como un intercambio mercantil en el que aporta el novio a cambio del talento de la protagonista).

El otro es el concurso que organiza el jefe de ceremonias de la boda (uno de los personajes más divertidos del film), concurso en el que se rellena una botella con judías blancas, cuyo número deben adivinar los asistentes.

Si el slogan y la vida profesional de Justine desaparecen de un plumazo en la segunda parte de Melancholia ("Claire", cuyo referente vendría a ser Sacrificio), el gag de las judías permanece insistentemente y reaparece en un momento clave, cuando Justine le dice a su hermana, en plan gnóstico, que la vida es una anomalía en el Universo, algo "diabólico", y que estamos solos, que no hay vida más que en la Tierra. Esta afirmación sublime/siniestra de la radical soledad de la conciencia humana es extrañamente subvertida por la prueba que le da Justine a Claire de su "sabiduría": para que confíe en ella, le dice que sabe exactamente cuantas judías había en la botella.

Esta escena encerraría uno de los nudos de nuestra contemporaneidad, el hecho de que los más profundos abismos ontológicos y la más mema de las trivialidades son, en realidad, las dos caras de la misma moneda.

jueves, 10 de noviembre de 2011

El horror de los padres transgresores


A pesar de mis prejuicios contra Von Triers, me gustó Melancholia en Cannes (un poco larga me pareció) y me ha gustado ahora, que la he vuelto a ver (aunque me sigue pareciendo larga). Y eso que tira de esa artificiosa retórica de la cámara en mano, con barridos y tirones de zoom, como si la boda de la primera parte estuviera rodada por algún niño al que le hubieran regalado una minidv.

Para empezar (y terminar) Melancholia tiene una estupenda secuencia de arranque y otra de final. Vemos una limusina que queda encallada en una tortuosa carretera de montaña. Una pareja de novios tontea mientras el chófer intenta salir del atolladero. Al final llegan con horas de retraso al castillo kitsch en el que se celebra su boda, que descubrimos que pertenece al cuñado. La primera parte es la celebración, una fiesta en la que todo se va descomponiendo poco a poco. Justine, la protagonista y novia, va emergiendo como una maníaco-depresiva con brotes depresivos. Hay dos momentos importantes en los que se acerca primero a su madre y después a su padre, para tener una conversación. Ambos la dejan tirada. La madre ha hecho un discurso en el que manifiesta su disgusto por el matrimonio y ha denunciado la boda como un ritual vacío. El padre se comporta como un adolescente que liga con sus compañeras de mesa, de la misma edad que la hija, el típico bufón incestuoso.


¿Sobre qué quiere hablar la hija con sus padres? Obviamente sobre su deseo y su goce. Es evidente que padres tan modernos y transgresores le han cerrado todo camino para saber de su deseo. Curiosamente, Melancholia parece participar de la habitual crítica conservadora a la deconstrucción: la denuncia como mascarada de todo discurso no lleva a la liberación del sujeto, sino a su colapso, al encontrarse sin armadura simbólica para afrontar (en este caso) el encuentro sexual. La denuncia de la madre del matrimonio como un espacio ridículo, y las palabras que lega el padre a la hija, una vergonzante huida ante la súplica de Justine, sumen a la hija en la crisis psicótica con que se inicia la segunda parte.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Face off

Mi hijo ya duerme y me he colocado delante de la tele para ver el TD2, y me he encontrado con la sorpresa (es un decir) de que está dedicado al famoso debate. Ahí tenemos a Pepa comentando el color de trajes y corbatas, que el suelo es antideslizante, que si las sillas tal y cuál, que si tendrán x minutos para cada tema.... Y yo me pregunto, ¿de verdad alguien se cree que este tipo de debates, este debate en concreto, estos monólogos paralelos, tiene verdadera influencia en alguien? Yo no me lo creo, ¿por qué intentan vendernoslo así? Entre esto, el veto a que lo organizase TVE y que cada vez que aparece la imagen de alguno de los principales candidatos en un mitín tenga el subtitulo de "imagen realizada por pp o psoe", empiezo a plantearme si de verdad tenemos libertad de prensa. Deberíamos hacerles el vacío informativo para que reflexionasen. Bueno, hablo en plural, está claro que yo no puedo hacer nada, es sólo una opinión. Lamento que J. y M. estén dedicando toda una tarde de su vida, aunque no voluntariamente, a esta pantomima.



Francia, 1982



Este fin de semana me he visto dos películas francesas del mismo año, 1982 (esto lo he descubierto después), las dos muy buenas, completamente diferentes, Passion, de Godard, y Une chambre en ville, de Demy. No creo que ninguno de los dos pudieran disponer hoy en día de los mismos medios para hacer esas películas (vamos, ya diría que ni de la mitad), empezando por los actores.


En las dos salen obreros, y las dos transmiten la idea de que las imágenes de gente que trabaja con las manos están llamadas a desaparecer, en Demy los obreros están en huelga, en Godard son despedidos, o acaban trabajando de figurantes para la televisión. Yo creo que el cine francés ha sido el que más atención ha prestado a la clase obrera (está el italiano de posguerra, claro).

Las dos películas giran en torno a un hombre vagamente desclasado (un campesino reconvertido en metalúrgico que vive en la casa de una aristócrata, un realizador polaco que intenta sacar adelante una superproducción para la televisión francesa mientras en su país se vive la contestación de Solidaridad) que se debate entre dos mujeres de diferente extracción social, Demy le da una salida trágicoromántica al nudo emocional, Godard se vuelve algo cobarde, y tras un par de secuencias hermosamente intensas opta por una coda sarcásticoburlesca, el típico chiste defensivo que abunda en la obra del franco-suizo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

En defensa de causas perdidas



Nuestro propósito es invertir la perspectiva: como diría Badiou con su inimitable estilo platónico, las verdaderas ideas son eternas, indestructibles, vuelven siempre que se anuncia su muerte. Basta con que Badiou las vuelva a afirmar con claridad, para que el pensamiento antitotalitario se muestre en toda su miseria, como lo que realmente es: un ejercicio sofista sin valor, una pseudoteorización de los más bajos miedos e instintos de supervivencia y oportunismo, un modo de pensar que no sólo es reaccionario, sino también profundamente reactivo, en el sentido que Nietszche da a este término.





Los libros de esta estrella de masas del pensamiento radical de izquierdas y fundamentalista hegelacaniano son un caos, se nota que los escribe sobre la marcha y se cuelan las películas que ve o lo que esté leyendo en ese momento, nunca habla de lo que anuncia, pero están llenos de ideas y energía. Como es sabido, Zizek se presentó a las elecciones presidenciales eslovenas, y estuvo cerca de ganar, según cuenta la leyenda. Cuando anunció que no le interesaba para nada el ministerio inane de cultura, sino el de interior, sus más cercanos amigos le dijeron (parece ser que en serio) que si le nombraban salían por patas del país.


Está casado (por enésima vez) con una modelo argentina que también lee a Lacan (bueno, sí, tratándose de una argentina es una información redundante, pero es como si en España Belén Esteban leyera a Heidegger), las fotos de la boda salieron en la prensa del corazón.


La Folie Baudelaire



Baudelaire le proponía a su madre Caroline encuentros clandestinos en el Louvre: "no hay otro lugar en París donde se pueda conversar mejor; hay calefacción, se puede esperar sin aburrirse y por otra parte es el lugar de encuentro más decente para una mujer." El miedo al frío, el terror del aburrimiento, la madre tratada como una amante, la clandestinidad y la decencia sumados en el lugar del arte: sólo Baudelaire podía combinar estos elementos casi sin darse cuenta, con completa naturalidad.




Este es el deslumbrante comienzo de La Folie Baudelaire, la última pieza de ese inagotable work in progress que son los libros de Calasso, el hombre que lo ha leído todo (y ha publicado en Adelphi mucho de lo mejor).

Zizek & Calasso




Recojo el mismo día en mi librería (El Buscón) los dos últimos libros publicados en España de Zizek (En defensa de causas perdidas) y de Calasso (La Folie Baudelaire), tan opuestos y, diría, incompatibles, que me sobresalta descubrir un mismo autor citado por ambos (Benjamin, por ejemplo, aunque el esloveno lo cita en cuanto filósofo "mesiánico" de la revolución mientras que para el italiano es el último kabalista de la historia).




Una chica lee


(Me traigo este delicado apunte de la página dedicada a Ramón Gaya)

viernes, 4 de noviembre de 2011

Mundo injusto

El cartero (la cartera) ha llamado al telefonillo y ha preguntado por mí. Me traía un comunicado de la Junta Electoral por el que me toca ser vocal suplente en las próximas elecciones, la primera vez que me cae la responsabilidad de pringar en una mesa electoral (perdón, quiero decir participar activamente de esa fiesta de la democracia que son las elecciones, aunque ahora hayan echado a los griegos de ese sarao, por más que siempre se diga que fueron ellos quienes lo inventaron, que van a acabar echando de menos a los persas de antaño y a los turcos de hogaño). El caso es que el DNI que aparecía en la citación no era el mío... Es el de mi hijo, que lleva seis meses de mayoría de edad! Hay que ser pringao! (quiero decir que imagino el orgullo que le invadirá cuando le comunique la noticia, por supuesto delante de sus hermanos, para que se choteen a gusto).

jueves, 3 de noviembre de 2011

Hermenéutica insospechada




¿Quieren ir al lavabo? ¡Al alma le gustaría ir al paraíso!


Gombrowicz, Ferdydurke





Esta coexistencia inmediata entre la trascendencia y la trivialidad va a sorprendernos una y otra vez al volver la esquina de todos los asuntos humanos.


Ortega y Gasset, En torno a Toynbee

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El signo de los tiempos



Cuenta Lampedusa en sus Conversaciones literarias que, cuando muere con dos años el hijo natural de Rabelais, "signo de aquellos tiempos, este eclesiástico-padre recibe cartas de condolencia de dos cardenales y de tres obispos."

lunes, 31 de octubre de 2011

Un día cualquiera



El 20 de febrero de 1.829 Eckermann almuerza con Goethe. El almuerzo da para:



- que Goethe se muestre muy contento por haber terminado Los años de peregrinaje de Wilhelm Meister.



- que se comente un cruce de opiniones sobre La teoría de los colores (que particularmente creo que es el libro más raro de Goethe). Eckermann cuenta, como si tal cosa, que Goethe "se ha ido aproximando a mi opinión" ... sobre la sombra azul en la nieve!


- que el escritor anuncie que va a reemprender la escritura del Viaje a Italia.

- que Goethe hable del enfoque que la va a dar al cuarto volumen de Poesía y verdad (Eckermann no puede evitar anotar el agradecimiento de Goethe por las notas que tomó en 1824)

- que se lea en voz alta unos pasajes del diario de Göttling (filólogo que se ocupó de la edición de las obras completas de Goethe, según leo en el índice onomástico de la edición de las Conversaciones de Acantilado, a cargo de la sin par Rosa Sala).

Y es que, cuando no había fútbol, los hombres hablaban de cualquier cosa...



The guard




OLa Seminci ya parece del siglo pasado, pero quiero escribir de la última película que vi, The guard, del para mí desconocido John Michael McDonagh (efectivamente, es irlandés), que es una efectiva comedia tarantiniana, en plan asumidamente epigonal y con chistes europeos: los malos charlan en el coche de sus filósofos favoritos y el protagonista habla con su asesino potencial de Chet Baker. Es un producto bien empaquetado que se vuelca en la gratificación de su público, al que se le supone versado en las claves secretas del film, que no son tan secretas: es fácilmente consumible por cualquiera, una apuesta tan honesta como cualquier otra, sobre todo cuando las escenas están tan cuidadosamente construidas.



El actor se ganó un merecido premio por la composición de un guarda costero que hace de su descreimiento y nihilismo virtud, y que se gana al espectador con su indolencia y su genialidad. Si bien es una película fácilmente olvidable, destaca la extraordinaria, divertidísma y feliz secuencia en la que el protagonista queda con dos putas, todo un canto a la carnalidad sin culpas.