lunes, 15 de diciembre de 2014

La casa de Adán & Eva


   Hay dos tipos de cinéfilos: los que han sido agraciados con la epifanía de la verdad, esto es, han visto Adieu au langage en 3D, participando de esta manera en la experiencia del cambio en la historia del cine, de la humanidad y del universo, y los pringaos que la han visto en 2D, que deberían pedir humildemente permiso a los elegidos para sometérseles como esclavos. Yo, por supuesto, pertenezco a la clase olímpica fetén, que me la vi en Cannes, en la Lumiere, porque entre los dioses también hay clases y el servicio la vio con gafitas, sí, pero en Sitges.


   Bueno, yo no me enteré de casi nada, salvo de que la pareja que se pasaba en pelotas media película no estaba casada, aunque me quedé con la copla de que el amante se dedicaba a soltar boutades sobre la igualdad y la caca mientras defecaba, no vaya a ser que alguien pensara que Godard se toma en serio los ideales de la República (aunque también se puede interpretar la escena literalmente: él se caga ante la presencia/demanda de ella).

   
   Ahora me la he visto en Filmin, y la he disfrutado más, aunque sólo sea porque puedes parar la imagen y leer tranquilamente los tropecientos autores citados. No es que me haya aclarado mucho, porque no tengo claro si vemos la misma historia contada dos veces o asistimos a dos encuentros en los que se repiten palabras y gestos (la verdad, creo que las dos hipótesis son plausibles), por no hablar de los disparos y un suicidio que aparecen de vez en cuando por la pantalla.


   La pareja despelotada remite icónicamente a Adán y Eva, aunque los numerosos planos de la naturaleza/paraíso están vacíos, salvo cuando por allí danza el famoso perro (que no habla, como se va contando por ahí: hay planos del perro, y una voz en off desgrana aforismos descaradamente godardianos que podemos inferir que pertenecen al animal, que merece un rótulo especial en rojo). Esto enlazaría con las recurrentes alusiones a Mary Shelley y su novela sobre esa inversión demoníaca del relato del Genesis que es Frankestein, que hasta el director suizo se lanza a filmar una pequeña pieza de época, lo nunca visto. 


   Por lo demás, persiste la sensación común a las últimas obras del cineasta de encontrarnos ante un work in progress en el que cada cierto tiempo se nos "encapsula" material de diferentes fuentes, a lo que habría que añadir las peculiares intervenciones públicas (tipo entrevistas o comunicados a la prensa) en las que Godard, a menudo disfrazado de clochard, suelta chascarrillos brillantes o demenciales, sin que uno acabe de entender como se les da tanta bola cuando en muchos casos está claro que nos encontramos ante majaderías sin sustancia.

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Me he reído mucho leyendo. El problema que tiene Godard es que nadie ha visto su películas dos veces interesándole y a la vez siendo capaz de tener un mínimo sentido del humor para no tomárselo tan en serio e incluso criticarlo.

abbascontadas dijo...

A mí la película me gusta, lo que me parece un poco ridículo es la postura de los hagiógrafos que siempre dicen lo mismo (al margen del obvio postureo que hace que donde uno escribe "el mejor uso del 3D de la historia" haya que leer "soy de los guays que estaba allí para verlo"), y no hacen ningún esfuerzo por dar claves que permitan a un "no iniciado" acercarse a la obra del suizo, empezando por el hecho primario de que sus tramas son (deliberadamente) muy confusas, o de que sus diálogos nada realistas (porque nadie en el mundo charla como lo hacen los personajes de Godard) se componen en un considerable tanto por ciento de citas literarias que no están pensadas para ser reconocidas. Lo que es una pena porque Godard es de esos directores que proporcionan un placer específico: la manera en que te gusta una peli suya es intransferible, además del hecho de que hay tal cantidad de información en sus films que se pueden ver muchas veces sin aburrirse (por no hablar de la raramente mencionada cuestión de los excelentes desnudos que pueblan su cine).