viernes, 8 de enero de 2016

El placer del texto

   Recuerdo que en alguna entrevista Bertolucci decía que Le plaisir era su película favorita (o algo así), pero que nunca había podido terminar de verla porque siempre que empezaba le invadía una emoción tan intensa que tenía que abandonarla.
   
   Daney no era tan sentimental: en Perseverancias habla de la antipatía que siente por Jean Gabin, que sólo le gusta en algunas pelis, de las que cita El placer; y la verdad es que ha sido esta referencia de pasada la que ha hecho que vuelva a ver este film de Ophuls basado en tres cuentos de Maupassant, escritor al que yo creo que nadie lee en nuestros días.

   Y no estaría mal echarle un vistazo a estos cuentos, siquiera fuera por confirmar que es imposible que estén a la altura de su genial adaptación cinematográfica, un festín de cine absoluto. Si bien se podrían poner bastantes ejemplos de la excelencia del film, me voy a quedar con un pequeño detalle de la puesta en escena que Ophuls lleva a un grado de perfección insuperable, y es la manera en la que los planos acompañan a los protagonistas o a algún secundario unos pocos segundos de más cuando la acción o la información ya se ha agotado: esos pasos de Gabin cuando ya se ha despedido de las "pupilas" que su hermana a llevado a la primera comunión de su hija, esa bailarina a la que la cámara sigue unos instantes cuando el drama ya se ha trasladado a otra habitación en el primer relato o ese movimiento entre cuadros que parece buscar un hilo para continuar la historia que cierra el film, como si se señalara que siempre hay un vértigo de posibles vidas que también merecerían ser contadas.

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Yo leí bastante a Maupassant de joven, al hilo del cebo que suponía leer el relato que inspira "La diligencia". Hace 20 años me parecía un escritor bastante legible y atractivo.

¡Feliz año!

abbascontadas dijo...

Si el hecho de que un escritor esté mejor o peor no tiene mucho que ver con su vigencia. Es como si el cuento del XIX hubiera sido todo él fagocitado por la chejovmanía que nos invade desde hace décadas, y para la litaratura francesa nos bastara Stendhal, Flaubert y Balzac (todo esto muy a grosso modo y atendiendo más bien a mis apetencias). También El placer es una extraordinaria invitación a pasearse por sus fundamentos literarios, pero ya en seguida nuevas cosas atraen nuestra atención.

Feliz año!