Coincidiendo con el sorprendente descubrimiento de que el regreso de los Borbones al trono de España no fue fruto de un levantamiento popular sino de una chapucera conspiración de salón que nos la metió con calzador me he visto varias películas sobre la monarquía, centradas todas (más o menos) en la sucesión: al principio de la peli hay un rey y al final hay otro, de lo que colijo que lo único que mola y da para un conflicto es ese momento (esto sirve también para España: el año en que Juan Carlos abdicó mogollón de amigos comentaban que Felipe no se comía el turrón en la zarzuela, y ahora ya todo el mundo anda pensando en Leonor en el trono, para lo que probablemente falten décadas).
En Othon, en Antígona y en Lancelot du Lac hay mujeres de por medio y son ellas las que acaban cargándose el reinado, si bien la culpa es de los hombres, que nunca acaban de estar a la altura. Luis XIV se muere en la cama, y aunque llama a Madame de Maintenon en realidad las mujeres desaparecen de cuadro al principio, que a lo mejor ese es el problema, uno saca a las mujeres de la habitación y mete médicos y curas y ya se puede dar por muerto. Como La muerte de Luis XIV es una película histórica sabemos que la descomposición de la monarquía francesa apenas tardó un poco más que la del cuerpo del súper monarca. Frozen, por el contrario, nos habla de un sucesión complicada pero exitosa. La razón es obvia: la heredera al trono es completamente ajena al goce fálico, y comparece como diosa omnipotente; ingenuos comparsas masculinos piensan que podrán hacer mella en ella con sus ridículos falos.
En Othon, en Antígona y en Lancelot du Lac hay mujeres de por medio y son ellas las que acaban cargándose el reinado, si bien la culpa es de los hombres, que nunca acaban de estar a la altura. Luis XIV se muere en la cama, y aunque llama a Madame de Maintenon en realidad las mujeres desaparecen de cuadro al principio, que a lo mejor ese es el problema, uno saca a las mujeres de la habitación y mete médicos y curas y ya se puede dar por muerto. Como La muerte de Luis XIV es una película histórica sabemos que la descomposición de la monarquía francesa apenas tardó un poco más que la del cuerpo del súper monarca. Frozen, por el contrario, nos habla de un sucesión complicada pero exitosa. La razón es obvia: la heredera al trono es completamente ajena al goce fálico, y comparece como diosa omnipotente; ingenuos comparsas masculinos piensan que podrán hacer mella en ella con sus ridículos falos.
5 comentarios:
Elsa es una especie de valkyria rebozada en versión talent show. El tipo de anoréxica y el modelazo en plena nieve cuando se suelta el pelo son la parte hortera del asunto pero el aliento operístico de "Frozen" me parece indiscutible, jajaja...
Aunque ya iba sobreaviso me escandalizó que todas las presencias masculinas en la película sean (en el mejor de los casos) irrelevantes, hasta el punto de que cuando una acción heroica es convocada el texto se mofa de las patéticas pretensiones del joven porteador de hielo de llevarla a cabo ¡Para eso ya están las chicas! Su función es hacer un poco el payaso. Me pasmo cuando me cuentan que las niñas se pirran por esa apología de la frigidez que es Elsa.
Sí, sí, absolutamente cierto, las niñas se quedan con Elsa. Yo también me pasmo.
Y se nos olvida hablar de la deriva lesbiana que le quieren dar a Elsa en la secuela (el típico escándalo calculado), que a mí me parece domesticarlo, cuando la gracia está en que sólo sea feliz cuando se desmelena ella solita en plan OT
Sí, sobre todo porque esa interpretación ya se puede hacer con la primera parte sin necesidad de explicitarlo lo más mínimo.
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