Película con pretensiones autorales arties, Looper tiene la gracia de las series B que saqueaban temas a destajo de cualquier lado. Aquí hay curiosas vueltas de tuerca al viaje en el tiempo en plan Bradbury, y Rian Johnson aplica la fórmula alphavilliana de pintar un futuro muy similar al presente con mínimos cambios y dejarse de chorradas escenográficas. El póster de la peli es una pista falsa: en el centro del relato lo que hay es una madre posesiva y un hijo potencialmente psicótico, y el trayecto del protagonista será asumir el sacrificio que exige ocupar la posición del padre simbólico, que pasa por afrontar el deseo de la madre y trazar un futuro para el hijo fuera de la mera pulsión destructora. Si bien Looper va bastante más lejos de lo acostumbrado en la reivindicación de ese papel masculino, al final no puede dejar de ceder a las tentaciones de lo políticamente correcto y presentar el sacrificio del héroe como el paso previo para que se consume la fantasía primaria del paraíso incestuoso en el que sólo hay sitio para la madre y el hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario