sábado, 21 de mayo de 2016

Sarandon & Deneuve

Aunque mis compañeros de mesa tienen la idea de que no veo nada por debajo de Bresson o Dreyer, cual epígono intelectual de Schrader, la verdad es que soy bastante más omnívoro que casi todos los cinéfilos que conozco. Esta introducción es para comentar un nuevo género que he descubierto recientemente y que bautizaría (porque dudo que nadie le haya puesto nombre) como cine trash de buen gusto, y donde metería cosas como Zombis nazis, Bone tomahawk o Zombeavers, películas supuestamente gamberras de factura técnica tan impecable como insípida (Bone tomahawk además con ínfulas autorales, se ve que su director era el primero de la clase de su escuela de cine). No hace falta decir que cualquier Lucio Fulci molaba mucho más.

Y entramos en harina (teórica). Susan Sarandon (señora que a muchos amigos cae muy bien, no sé por qué) ha pasado por Cannes comentando varias cosas, entre ellas alguna corrección sobre su personaje que hizo desde su sabiduría y experiencia a un novato  Tony Scott en El ansia, un gore esteticista de la primera mitad de los 80, y que me he vuelto a ver gracias a Filmin. La verdad es que en su día no me gustó, pero vista hoy ha ganado puntos: ver en la ducha a  Deneuve y a Bowie juntos impacta, aunque resulte obvio que los planos de cuerpos pertenecen a dobles. También molan más ahora después de haber visto como Von Triers copia/homenajea la secuencia en el comienzo de Antichrist(o). Descubro que Tony Scott había visto Arrebato. Descubro que a Tony Scott le gustaba el giallo. Descubro que la Deneuve ha hecho un montón de películas rarísimas y que nunca se le ha reconocido, que si la gran dama del cine francés y cuando miras su filmografía siempre anda enredada con marcianos, el último Vecchiali. Descubro que Bowie anticipó su deterioro físico de una manera que, vista hoy, da un plus de potencia a la película. Que Tony Scott utilizó los filtros azules de una manera insufrible desde el principio. Que no hay vampiros pobres, aunque aquí tengan que vivir en el museo Cerralbo. Y que el principal hándicap del film (que anticipa el insoportable lesbian chic que nos invade) es que nadie se puede creer que ninguna vampira, aún después de milenios de convivencia, prefiera a la pavisosa progre de la Sarandon antes que a Bowie aunque tenga insomnio. 

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