Cuando Jerzy Skolimowski presentó hace unos años en Cannes la muy interesante Cuatro noches con Anna no se cansó de repetir que llevaba 17 años sin hacer cine debido (entre otras cosas) a que su última película había sido una infamia ignominiosa o una ignominia infame en la que no se reconocía en absoluto, ¿y qué es lo que había hecho el bueno de Jerzy 17 años atrás? Pues la adaptación de Ferdydurke, que probablemente sea la novela polaca más famosa del siglo XX, aunque yo creo que a día de hoy son los Diarios lo que más se lee de Gombrowicz. No conozco a nadie que haya visto esta peli, así que poco puedo decir de las razones de su director para tamaño odio. Skolimowski haría después Essential killing, un remake de un Rambo (en realidad, de Acorralado) al que le hubieran suprimido los diálogos, y el mes que viene proyectan su último trabajo, 11 minut (que para los que no sepan polaco quiere decir 11 minutos), en la Filmoteca española, la misma sala que ha conocido la primera proyección madrileña de Cosmos, última película realizada por Zulawski antes de morir. Zulawski llevaba 15 años sin rodar, desde que hiciera La infidelidad, y decidió retomar su carrera donde Skolimowski la había dejado, adaptando al más argentino de los escritores polacos. Desconozco si el director de Lo importante es amar estaba contento con su adaptación, en la que elige un registro muy arriesgado, el de la excentricidad, para trasponer el tema eterno de Gombrowicz, la imposibilidad tanto de articular un sentido en la realidad como de habitar en esa ausencia, por lo que sus personajes, que andan inmersos en fregados históricos de considerable importancia como la ocupación alemana, se dedican a prestar atención a las chorradas más insignificantes, alérgicos como son a las grandes palabras. Tampoco sé si el realizador polaco era consciente del tiempo que le quedaba de vida, pero como testamento Cosmos es una obra bastante desconcertante, si bien lo mismo se podría decir como obra literaria de madurez. Según me cuentan en su pase en el festival de las Palmas fue recibida de uñas, pero del cine Doré todos salimos muy contentos, probablemente porque se necesita mucha energía para mantenerse sin desfallecimientos en ese grotesque tan excéntrico.
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