martes, 14 de julio de 2009

Rebeca

Ayer terminé de leer Rebeca, de Daphne du Maurier. Y como el mes pasado me vi, de una tacada, las obras de Hitchcock Suspicion y Rebecca, me apetece hacer un comentario-homenaje al papel de Joan Fontaine en ambas películas.

Se ha hablado muchísimo de Hitchcock y sus películas y sus personajes y sus adaptaciones... La pena es que aunque para los cinéfilos sigue siendo un referente, en un nivel pedestre de la vida a nadie le importan tanto películas que se hicieron hace la friolera de 69 años. Estamos hablando de arte antiguo, casi de arqueología. Pero los roles de estas películas siguen vigentes (porque la naturaleza humana es la misma en todas partes, como diría miss Marple). Y el rol que más me conmueve es el que encarna Joan Fontaine, que recrea en ambas un papel sin dobleces de sumisión al marido. Quizá en el libro de Du Maurier se aprecia mejor: una chica, casi una adolescente, casada/deslumbrada por un hombre de mundo que podría ser su padre, obligada a lidiar con un entorno hostil ante la indiferencia y la hostilidad de los habitantes de Manderley, sufriendo calladamente en las mismísimas narices de su reciente marido, quien oscila entre la frialdad y el desprecio a lo largo de toda la obra. Sólo en una ocasión admite que ha sido un egoísta al casarse con ella, pero entonces es cuando la heroína, en un arrebato antológico de complejo de Electra y Estocolmo juntos, se agarra a él como una lapa y entona un apasionado canto de amor y adhesión.

Este es el quid de Rebeca. Cuando su captor propone liberarla, ella se ciñe aun más estrechamente las cadenas que le unen a él. ¿Por amor, por terquedad? decide seguir representando ese papel que la sumisión matrimonial reserva a las mujeres. Despojada de su dignidad y de su yo, sigue adelante haciéndose un apéndice de su marido. Su felicidad, éxito o fracaso es el de ella.

La literatura y el cine tienen muchos ejemplos de mujeres que sufren por amor. El caso de la segunda señora De Winter es para mi uno de los más conmovedores, por su ingenuidad y su enorme sacrificio.

7 comentarios:

Susana dijo...

Dios mío, Mercedes, parecías Enrique escribiendo! Me ha costado darme cuenta de que eras tú. Rebeca es una película maravillosa. Es cierto lo del personaje sumiso de Joan Fontain, pero es precisamente al fnal, cuando declara abiertamente su amor por Maxim y este le cuenta la verdad de lo que ocurrió y cuando se incendia Manderley, cuando vemos que por fin ella empieza a tener cierta identidad. Me resulta mucho más interesante la relación de la sra. Danvers con Rebeca, y la identificación de la mansión, Manderley, con la difunta.

abbascontadas dijo...

Susana! No me puedo creer que se te haya pasado por la cabeza que yo pudiera haber escrito lo de "arte antiguo, casi de arqueología" hablando de Hitchcock! Vi Rebeca no hace mucho y me pareció extraordinaria, aunque nunca he tenido interés en leer la novela. Mercedes, debo decirte que a mi hija de 14 años y a sus amigas les chifla Rebeca, que diría Susana; dato empírico que bssta para echar por tierra tu idea de que Hitchcock es pasto exclusivo de polvorientos cinéfilos. Y el mero hecho de que te hayas tomado la molestia de leer la novela después de ver la peli demuestra que algo en el personaje de Joan Fontaine te habrá afectado más allá de ese discurso sobre la sumisión del personaje. En Hitchcock la tragedia de la mujer no es la sumisón al hombre, si no la sumisión al catamañanas, empezando por el De Winter, al que esta chica romántica considera una figura trágica hasta que nos enteramos de que es un calzonazos al que la mítica Rebeca (junto con su doble la ama de llaves, una de esas deidades oscuras e inacesibles al goce que pueblan el cine de Hitchcock) tenía que ponerle los cuernos porque probablemente no daba mucho de sí. Utilicemos otra película para darle la vuelta a tu argumento: ¿hay algo más difícil, trabajoso y complicado que conseguir convertirse en una esposa sumisa? Por supuesto, hablo de la obra maestra definitiva y absoluta sobre el tema, El hombre tranquilo (bien, es cierto, la dirige un hombre, pero hasta la fecha no he encontrado ninguna mujer a quien no le guste). Y lo dejo aquí para que siga la polémica.

Los Piris dijo...

Enrique:
eres imposible. Que sepas que a mí no me gusta especialmente El hombre tranquilo. Además no extrapoles tanto, que pareces una encuesta electoral: que a tu hija y a sus amigas les guste una peli de Hitchcock no quiere decir que él y sus contemporáneos sean la referencia cinéfila de la juventud actual.
Y que sepas que la arqueología cinéfila es una práctica que me encanta y es muy aconsejable.
Me voy pero ya sabéis: je reviens!

Susana dijo...

Oh, menuda polémica acerca de la sumisión de la mujer! Personalmente (y voy a utilizar mi adjetivo favorito), me chiflan tanto Rebeca como El hombre tranquilo. Esta historia de sumisiones es más que relativa. Para mí la sumisión es otra cosa y a otro nivel mucho más destructivo. En las peliculas de Hitchcock al final la que tiene la sartén por el mango es siempre una mujer... y en Ford ocurre algo muy parecido, en esos círculos ultraconservadoras y a pesar de los míticos y outsideres cowboys. Todavía queda mucho trabajo por hacer, Mercedes, y lo haremos, pero que las mujeres somos el núcleo de la sociedad es algo innegable

Anónimo dijo...

...this is a man's world. But it would mean nothing, nothing without a woman

Sire dijo...

Abbas, la definición que haces de Maxim de Winter me parece una genialidad, y eso que cuentas de tu hija, me siento identificada, Rebecca era tambien mi pelicula favorita a su edad, jeje, y Maxim de Winter era la figura romantica por excelencia, ay lo que te hacen cambiar los años y la vision del mundo ;-)))

abbascontadas dijo...

Gracias por el elogio; voy a recomendar a mis compañeras deblog que se pasen por el tuyo: siempre me acusan de hablar de pelis desconocidas, deberían echarle un vistazo a tus tops mensuales para que vean la que vale un peine