jueves, 27 de octubre de 2011

El fantasma del incesto

Creo que era a propósito de Antígona que Steiner comentaba que la sutil y refinada relación entre hermanos había ido derivando en los últimos siglos hacia la tosca y trivial solución del incesto (cito muy de memoria, es improbable que lo que escriba se parezca al original, pero la idea era esa). El cine de los últimos tiempos se ha llenado también de tortuosas relaciones entre hermanos, aquí en la Seminci se han visto dos muy diferentes (aunque parejas en su excelencia). Si en HabemusPapam Melville/Piccoli elige el camino de renuncia y de la castidad para separarse de esa hermana de la que sutilmente se nos dice que estaba muy enamorado, hasta el punto de juzgar imposible que otra mujer ocupara su sitio (justo lo contrario de Shame, su opuesto radical), en Wuthering heights Heathcliff no tiene ninguna posibilidad de escapar a esa pulsión que le une a su objeto de deseo absoluto, Cathy, el objeto incestuoso con el que está fundido desde antes de que surja ninguna diferencia sexual (en cierta manera un encuentro sexual entre ambos los hubiera "curado", pero éste sólo tiene lugar en clave necrofílica, el encuentro con el objeto de deseo y su aniquilación van de la par). Considero un acierto la conversión de Heathcliff en el ilm de Andrea Arnold en un negro (o tal vez mulato), ya que radicaliza su otreidad. Convertido en un magma de pulsión pura, nadie se molesta en educarle, con lo que carece de cualquier discurso que le pueda cercenar de sus pasiones, extremadamente intensas, ya sean el odio o el amor (o más bien la fascinación).

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