El otro día se llenó la Filmoteca para ver la nueva versión de Metrópolis, esa en la que han pegado unos cuantos planos encontrados en un cineclub argentino. Quitando una secuencia en la que el medio novio proletario que se echa el protagonista se va de putas en vez de dirigirse al encuentro con Josaphat, como se le había encomendado (pecado que luego expiará sacrificando su vida para salvar la del Mediador), y que había desaparecido por completo, el resto es lo habitual en estas reconstrucciones, planos diferentes que pertenecen a distintas copias y que al final dilatan las secuencias. Lo que no ha cambiado es el guión, que es un batiburrillo pegoteado de temas diferentes que no casan bien; cada uno por su lado apunta grandes posibiidades y juntos no llegan a ser un desastre por la abrumadora imaginería y por la potencia de algunas escenas, lo que no quita para que otras produzcan un poco de vergüenza ajena, como esa reconciliación final del capital y la clase obrera en el marco de una catedral. En cualquier caso siempre le estaremos eternamente agradecidos a esta superproducción de Fritz Lang por el evidente impacto que tuvo que producir en Hitchcock, que años después repetiría planos y retomaría el tema de la reconstrucción fantasmática del objeto absoluto de deseo despojándole de toda la morralla mesiánica en Vértigo, película hermosa donde las haya.
2 comentarios:
A mi hay varios Langs mudos y hablados, alemanes y americanos que me gustan bastante, pero bastante más que "Metrópolis"
Completamente de acuerdo, siempre tengo la impresión de que en Metrópolis la Von Harbou recicló varios borradores deprisa y corriendo, lo que no se entiende en una superproducción de esta magnitud, o que hicieron los decorados y luego tuvieron que improvisar en la escritura para amortizarlos.
Voy a ver si me veo en el ciclo de la filmo varios Lang mudos, que ya hay pocas oportunidades de ver cine mudo en pantalla grande.
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