jueves, 28 de junio de 2012

Arte y prostitución



Como preparación al España-Francia me vi La chienne, un truculento triángulo que parece parido por un epígono de Zola y que Renoir filma como si fuera un amable divertimento en el que las mayores canalladas parecen inocuas travesuras de sus protagonistas tontorrones.
El caso es que, en un momento dado del film, ese chuloputas afeminado que es Dedé lleva los cuadros del amante de su novia a una galería, y se entiende inmediatamente con un crítico de arte que anda por allí, y que le confiesa que son ellos los que hacen a los artistas. Si la escena llama tanto la atención es, obviamente, porque Renoir era hijo de uno de los impresionistas más conocidos, Pieere-Auguste (si bien el peso que tiene el hijo en la historia del cine es infinitamente mayor al del padre en la historia de la pintura), y algo tenía que saber del funcionamiento del mercado del (prestigio del) arte, al menos lo suficiente como para equipararlo con el de la prostitución.


2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Me gustó el factor sorpresa, porque cuando uno va a ver el film inspirador de "Perversidad" no se espera ese tono de comedia.

abbascontadas dijo...

Siempre tengo la impresión de que Renoir resulta tan actual por eso, por la manera neutral en que muestra las cosas, lo más banal y lo más terrible.