Una pequeña muestra del poderío cannoise es que la presentación de una copia restaurada de El gusto del sake corrió a cargo de Kore-Eda y de Jia Zhagke, hermanados chinos y japoneses en el tributo al maestro. El gusto del sake tiene uno de los momentos más grandes de la historia del cine, la mirada que la hija dirige al protagonista en los instantes previos a una boda que ella acepta con resignación.
Ese mismo día se pasaba Nebraska, una película muy entretenida acerca de un viaje demencial en el que un hijo sostiene contra viento y marea la posición (insostenible) del padre, un descomunal Bruce Dern, según me cuentan tan genial en la vida real como en la pantalla.
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