A priori podría pensarse que, con sólo dos actores y una localización, La Vénus à la fourrure sería un juego maniréista tipo Sleuth, y a posteriori uno se regocijaría de su perspicacia, aunque lamentara la insubstancialidad de la película. Tampoco iba con grandes expectativas, que la novela de Sacher-Masoch de dónde parte la idea ya es un notable pestiño, aunque en Francia tiene ilustres exégetas, que ya se sabe cuanta teoría se puede sacar de las perversiones más triviales.
Por la tarde la redacción de informativos nos sacó del cine (en mi caso, Tip top, de Serge Bozon, a cuyo humor absurdo no acababa de pillare el punto) porque a alguien se le había ocurrido vender un titular con unas supuestas declaraciones escandalosas de Polanski en la rueda de prensa, y había que empaquetarles un minuto para el intermedio de la final de la Champion. Polanski dijo que la parecía una pena que se considerara una indecencia que un hombre ofreciera flores a una mujer, que la igualdad de géneros le parecía una idiotez, que los avances médicos habían cambiado a las mujeres, que la píldora las había masculinizado (esto es literal, aunque no se sabe muy bien qué quiso decor con ello) y que era una lástima que el romance hubiera desaparecido de nuestras vidas.
1 comentario:
Creo que las declaraciones han sido bastante desafortunadas, porque son tan vagas que cualquiera puede interpretarlas para llevar el ascua a su sardina. Que el romance haya desparecido de nuestras vidas vale... pero el potaje de píldoras y flores no hay por dónde cogerlo.
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