Hasta donde yo conozco, Pilgrimage es el ajuste de cuentas más salvaje de Ford con la figura materna (además de una de las muestras más hermosas de admirado homenaje que un gigante del cine haya hecho a un colega de su nivel, que el amor a Murnau se manifiesta en cada plano de la primera parte), allí donde más explícitamente expone su potencial aniquilador (hasta el punto de que Los pájaros se puede leer como una relectura del film fordiano: el apocalipsis ornitológico hitchcockiano ocupa exactamente el mismo lugar que la contienda europea en la peli que nos ocupa, la plasmación en el relato del potencial destructor de la madre).
Que, de alguna manera, el director reculara posteriormente en su obra, donde abundan las mujeres dominantes pero sin tanta vocación criminal, puede deberse al hecho de que su madre muriera el mismo año (1933) de la realización de esta obra maestra con un puesto de honor en el listado de las pelis subestimadas de su autor.
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