domingo, 11 de enero de 2015

Vente pa España, Rusty


   Me regalaron por Reyes el blu ray de True detective y he estado engolfado esto días tragándome las (muy entretenidas) peripecias de esta versión moderna de Sherlok & Watson en la que a los cinco minutos uno ya sabe que al final el malo será un patriarca obsceno e incestuoso que expande la locura por todo su territorio, en este caso una zona de Louisiana que parece el jardín del Edén después de que Yahvé le arrendara el cortijo a Satanás. El poli listo, Rust Cohle, es un cognitivista radical que predica un nihilismo de diseño tipo vulgata nietszcheana del que el guionista se olvida en el desenlace, cuando nuestro personaje se descuelga con la idea de que tiene una deuda con el pasado, que menudo deconstruccionista de pacotilla, reconociendo deudas simbólicas que hay que saldar por cuestiones de dignidad humana. Al final hasta ve la luz y halla cierto sentido en el mundo, lo que no deja de ser un misterio a tenor de lo que vemos durante los capítulos, que es un muestrario casi interminable de los discursos delirantes que asolan Norteamérica, y para que nadie se asuste en seguida se nos informa de que el espacio más habitable que se muestra, el hogar de Martin Hart, no es más que una mascarada.

   En uno de sus monólogos Rust se arranca con una apología de ese suicidio cultural que es la caída de la natalidad (lo que haría que ese error descomunal que es la aparición de la consciencia humana sobre la tierra quedase subsanado, que no es coña, que esas cosas se dicen en serio en True detective), lo que debería llevar a la HBO a plantearse continuar las andanzas de este pesimista cool en España, con el índice de natalidad más bajo del mundo, y donde sus diatribas serían recibidad con alborozo en cualquiera de las abundantes barras de bar que frecuenta (con la única molestia de tener que esperar la vez, claro).

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