jueves, 16 de diciembre de 2010

Le trou como manifiesto destroyer


Le trou es la última película que hizo Jacques Becker, y si hacemos caso a su discurso pesimista, la última película que se hizo en condiciones en Francia, antes de que una panda de patanes arrogantes, caprichosos e incompetentes hundieran el cine con su torpeza técnica, su pobreterío visual, su banalidad argumental y su trivialidad narrativa, que así se puede contar esta (extraordinaria) película, la historia de un joven inmaduro, torpe, vulnerable y traidor que le jode la vida a unos hombres hechos y derechos, viriles y hábiles.

Porque una de las cosas que más molan del film es ver la pericia con que sobre todo Roland acomete todos sus trabajos, y Becker debía de temer lo que se le venía encima al cine francés con las nuevas generaciones de ignorantes sabelotodos. Luego el resultado no fue tan desastroso (si bien los encendidos elogios de la nouvelle vague suelen venir de gente que, con un poco de suerte, se han visto À bout de souffle y Los 400 golpes), aunque hay que decir que Le trou me parece mejor que casi todo el cine francés de los 60.

A destacar (entre muchas cosas destacables) el comienzo del film, en el que uno de los personajes (significativamente un mecánico) mira a cámara y reivindica la historia de la película como propia, narrada por "su amigo Jacques Becker". El director francés comenzaba la que sería su última película recordando a las nuevas generaciones que el cine no es (necesariamente) una forma de masturbación.

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