domingo, 9 de enero de 2011

Psicosis, DeLillo, Tintoretto...


Como a Punto Omega le han caído todas las (merecidas) alabanzas habidas y por haber, mi contribución/homenaje a la novela de DeLillo ha sido volver a ver Psycho, y como el dvd permite un montón de posibilidades me he visto la secuencia del asesinato de Marion Crane ralentizada, como se supone que la ven los protagonistas de la novela en la celebérrima instalación de Douglas Gordon 24 hr Psycho.


Y gracias a la posibilidad de parar la imagen he descubierto que el cuadro que descuelga Norman Bates para ver (y que veamos) como se despelota Janet Leigh en el baño es una representación de Susana y los viejos, un tema que sobre todo el barroco pintó hasta la extenuación. Para los que estén poco puestos en los relatos bíblicos cuento que Susana era una hermosa joven casada con un acaudalado miembro de la comunidad judía. Sus encantos atrajeron la atención de dos prohombres maduros, que se escondieron en su jardín para verla bañarse, y ante tamaña epifanía de la belleza carnal no se les ocurrió otra cosa que chantajearla para que accediera a sus ominosas (pero comprensibles) exigencias carnales, para evitar que la acusaran (injustamente) de verse con un joven a escondidas. Susana no accedió a sus pretensiones y los viejos la acusaron, por lo que fue condenada. Pero el profeta Daniel descubrió la verdad, la fama y honra de la sin par Susana fueron restauradas y a los ancianos salidillos los pasaron por la guillotina de la época. Como todo aficionado a los museos sabe, el tema da pie a pintar exuberantes jóvenes en bolas a la par que reflexionar acerca del carácter culpable de la mirada, que no podía haber elegido Hitchcock mejor asunto pictórico.

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