La puerta del cielo tiene muchas virtudes y algún defecto, el principal del cual es lo que se nota mucho que el director estaba convencido de que era un genio que estaba pariendo el asombro de los siglos venideros. Se le perdona porque el film es una de esas obras fundacionales que más que recrear inventan un mundo pasado con una dosis de energía que no decae en ningún momento, lo que la sitúa en la estirpe de películas absolutas como El nacimiento de una nación, Los diez mandamientos o Andrei Rubliov, que se gastaron partizales en contar el advenimiento de un nuevo mundo (y no como las superproducciones actuales, empeñadas en historiar memeces).
Cimino se empeñó en hacer la película definitiva sobre el enfrentamiento de ganaderos ricos y granjeros pobres (por cierto, en una clave política casi de extrema izquierda, lo que resulta extraño para una peli que se gastó tanto dinero, la típica contradicción que mina la efectividad de la obra) y casi lo consigue; la película se resiente por el error estructural de dar tanta importancia al personaje de Ella, o por elegir para ese personaje tan supuestamente carismático a una Isabelle Huppert que el espectador no entiende que levante tantas pasiones entre los protagonistas, si bien queda claro que Cristopher Walken en realidad se pirra por Kris Kristofferson, quien por otra parte de tan arquetípico acaba resultando algo esquemático, por no hablar del hecho curioso de que un pijo de familia bien que acaba todas las noches en coma etílico maneje tan bien las armas.
Salvando este pequeño lastre de la parte central, La puerta del cielo se ve con la boca abierta y sus algo menos de cuatro horas se pasan en un santiamén, y parece que, a lo largo de los treinta años transcurridos desde su realización, ha ido encontrando su público.
2 comentarios:
Oficialmente es la obra testamento del cine USA de los 70, que no quiere decir poco, y con los años cada vez quiere decir más.
Pues algo debió de cambiar después de ella, pero más bien a su pesar.
El pobre Cameron anda buscando un fracaso mítico de este tipo y no hay manera, sólo le salen taquillazos.
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