Hace poco me llegó un correo de una distribuidora a mi cuenta personal (por así llamarla) de gmail. Me pareció raro porque siempre he dado el correo de la tele cuando he tenido que lidiar con el mundo del cine y, sobre todo, de la distribución (que es casi todos los días). Les contesté dándoles el email de tve, y unos días después pude conocer a Alberto Sedano, socio de Cine binario, que era quién me había escrito informando de que Nana, que ellos distribuían, iba a proyectarse en el Festival 4+1. De hecho, me lo presentaron a raíz de la entrevista que le hice a la directora, Valerie Massadien. Comentando el intercambio de emails, me dijo que me habían localizado por el blog, momento en que casi me caigo de espaldas. No es que lo conociera o lo leyera, por descontado, pero habían hecho una búsqueda de blogs de cine y había entrado en el muestreo, cosa que me hizo ilusión, para qué negarlo.
El caso es que este blog no tenía pretensiones de ser un blog de cine, ni de nada en concreto. Pero miro las entradas y, al final, veo que sólo escribo yo (mis compañeras han acabado retirándose), y sólo escribo de películas. Y, además, probablemente acabo siempre escribiendo lo mismo. Así que voy a hacer un intento de reintroducir otros temas. Si el Atleti hubiera tenido el detalle de ganar al Madrid hablaría de la destitución de Mourinho, pero como el maquiavélico Cerezo dio órdenes de que nos dejáramos ganar para que el mercenario luso hundiera un poco más la siniestra institución que mangonea (como si el oscuro Floro no se bastara él solito para semejante empresa) voy a comentar un par de cosas acerca de Tiempo de vida, libro que en torno a la figura (y la muerte) de su padre ha escrito Giralt Torrente, y al que me he acercado por dos razones: la primera es que Francis Black me recomendó al autor y la segunda es que, ese mismo día, leí que con este libro había ganado El Premio Nacional de Literatura en la modalidad de narrativa en el 2011, o sea, un año antes de que el premio se hiciera famoso gracias a que Marías lo rechazara.
Tiempo de vida no es una novela; más bien son unas memorias en las que el escritor pasa revista a la difícil relación que tuvo con su padre. Aún así, resulta muy interesante como el texto se va configurando como un relato mítico, en el que el autor/protagonista tiene que salvar un tesoro (el legado artístico del padre moribundo) de las maquinaciones de un ser malvado (literalmente, su madrastra) para lo que cuenta con la ayuda de dos figuras angelicales (la madre y la mujer del escritor), lo que lleva a elaborar profundas meditaciones acerca de si la literatura se configura necesariamente sobre modelos narrativos o es directamente la vida la que obligatoriamente acaba articulándose sobre patrones míticos.
No hay nombres en el relato: el padre siempre será "mi padre", la madre siempre "mi madre" y la madrastra malvada "la amiga que (mi padre) conoció en Brasil", un apelativo al que se muestra fiel con una constancia feroz hasta las últimas páginas, y que dan pistas de un rencor que el propio escritor es consciente de que puede llevarse por delante el libro que escribe. En cualquier caso es fácil poner nombres a los protagonistas, ya que el padre de Giralt Torrente es Juan Giralt, un pintor del que todo lo que puedo decir lo he sacado de internet, así que lo omito, su madre es Marisa Torrente, que además de ser la heroína del libro es hija de Torrente Ballester, y la mala es María Luisa Lorca Merino, que probablemente de haber tenido más luces no las hubiera tenido tan gordas con un escritor con bastante proyección.
Giralt Torrente incorpora al relato las vicisitudes (las dificultades) de la escritura, una costumbre contemporánea, y reconoce que escribe sobre su padre "tras meses de dudas y de fracasar repetidamente en la búsqueda de otra inspiración". Enumera los libros que leyó para orientarse en su proyecto. Como la lista es muy interesante, la transcribo entera:
- El libro de mi madre, de Albert Cohen
- La invención de la soledad, de Paul Auster
- Mi madre, de Ricahrd Ford
- Mi padre y yo, de J.K. Ackerley
- Patrimonio, de Philip Roth
- Mi oído en su corazón, de Hanif Kureishi
- El año del pensamiento mágico, de J. Didion
- El monumento, de T. Behrens
- Amarillo, de Félix Romeo
- El velo negro, de Rick Moody
- Cartas entre un padre y un hijo, de V.S.Naipul
- Un pedigrí, de Modiano
- La maleta de mi padre, de Pamuk
- Carta a mi madre, de Simenon
- El olvido que seremos, de Héctos Abad
- Desgracia impeorable, de Peter Handke
- Ojalá octubre, de Juan Cruz
- Una muerte muy dulce, de Simone de Beauvoir
- La isla, de Giani Stuparich
-La familia de mi padre, de Lolita Bosch
- La hija de la amante, de A.M.Homes
- El africano, de J.M.C Le Clézio
- Quiero, de Márius Serra
- Equivocado sobre Japón, de Peter Carey
- Cineclub, de David Gilmour
- Me acuerdo, de Perec
- Una novela rusa, de Emmanuel Carrière
(Lista donde destaca sobremanera la ausencia de la Carta al padre de Kafka)