Una de las incontables manifestaciones de mi ejemplaridad como padre es que estos días me he visto con mi hijo menor cuatro películas de Jackie Chan, las cuatro dirigidas por él en Hong-Kong en los años 80: El chino, Police story, Police story II y Mr Canton and Lady Rose. Las police stories son completamente funcionales y funcionariales, y la descascarillada trama no tiene más función que el que Jackie Chan se entregue a sus divertidísimos mamporreos.
El chino resulta tan rara que uno no puede saber si participa de alguna corriente de cine popular o se dedica a parodiar géneros aborígenes (¿realmente hay una escuela de kung-fu que pelea con abanicos?). Con una estructura narrativa muy laxa que el film olvida constantemente para entregarse a demenciales vericuetos, El chino es tan asilvestrada que acaba rondando la vanguardia cinematográfica. Adornada con un puntillo filogay que le da mucha gracia, la peli nos regala una antológica pelea que ha hecho las delicias del que esto escribe, en la que Jackie Chan se enfrenta a la hija de un comisario y recibe recurrentes patadas cada vez que intenta meterse debajo de sus faldas.
Mr. Canton and Lady Rose, conocida en España como Un gánster para un pequeño milagro, es, efectivamente, un remake de la peli de Capra, y aunque queda bastante lejos de su muy hermoso referente, resulta bastante entretenida. Siendo una de las últimas películas dirigidas por el actor, da la impresión de que contó con un presupuesto más que holgado y se tomó en serio lo de dirigir, hasta el punto de que a ratos se vuelve loco con movimientos de grúa que parecen de Scorsese. También debió de seguir un cursillo acelerado de comedia clásica, porque algunas secuencias recuerdan a Lubitsch. Y a pesar de la inevitable deriva un tanto payasa que emerge en el desarrollo de la historia, ésta conserva cierto interés.
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