viernes, 13 de febrero de 2015

El último padre sobre la Tierra

   
   Uno de los muchos misterios de las modas cinéfilas es el choteo y escarnio con el que es recibida cada nueva película de Shyamalan, como si éste hubiera engañado a la comunidad crítica con su descomunal éxito en sus principios. Gente que se toma en serio ese mamotreto de los anillos al que cualquier aliento épico le es ajeno mira por encima del hombro Airbender, a mi juicio muy superior. Y la cosa se dispara con After Earth, en la que se suman las infamias de componer un relato de iniciación ortodoxo, proponer a Will Smith como héroe clásico y (al parecer) realizar una apología de la Cienciología.

   Como suele ser habitual en las películas de MNS, en After Earth hay un protagonista más o menos sumido en la melancolía por la pérdida violenta de un ser querido (aquí, signo de los tiempos, un objeto de deseo incestuoso, la hija). El ranger Cypher Raige (Will Smith) vuelca la culpa sobre su hijo, que procura de todas las maneras posibles ocupar el espacio dejado por su hermana. Pero como el bueno de Shyamalan se empeña en construir relatos clásicos en los que la diferencia sexual cuenta, el chaval tendrá que acometer una tarea de iniciación propiamente masculina, un trayecto en busca del objeto mágico sembrado de peligros, al final del cual nos encontramos con la iconografía mítica de la montaña, la cueva y el dragón.

   Lo más raro (y moderno) de la película ocurre al final, una vez cumplida la tarea y reconocido el héroe por el destinador simbólico, el padre: unidos en un abrazo deciden que tanto esfuerzo por mantener la dignidad del falo merece como recompensa...¡Volver al lado de la madre! Dios mío, si Ford levantara la cabeza...

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