miércoles, 3 de junio de 2015

La pasión abrasadora de la cinefilia

Sobre Vértigo y The searchers se podría decir que no son las mejores películas de sus directores, pero sí que son las mejores de la historia del cine (o por lo menos del cine norteamericano): podemos encontrar filmes (todavía) mejores en la filmografía de Ford y Hitchcock, pero su omnipresente influencia en el cine posterior las convierte retrospectivamente en las obras clave para entender el cine contemporáneo ( lo que no deja de ser curioso teniendo en cuenta lo opuestas que son).

Viene esto al caso porque en la filmoteca han pasado Obsession, película que por el 76 pergeñaron un par de treinteañeros (Brian de Palma en la dirección y Paul Schrader en el guión) y por la que corre desaforada una admiración sin límite ni medida por el director inglés. De entrada, la película parte de la premisa de que el espectador sabe que lo que está viendo es una relectura de Vértigo, lo que permite que éste se identifique con el punto de vista del protagonista, completamente fascinado por la resurrección de su objeto absoluto de deseo, a la vez que su memoria cinéfila le indique que lo que ve es una puesta en escena fraudulenta del fantasma primordial (se puede decir que Obsessión es una película manierista "honesta", que confirma las hipótesis sensatas que cualquier espectador con un mínimo de pedigree elabora sobre el film).

Para nada estamos ante un juego intelectual de referencias para connaiseurs: Brian de Palma pretende poner en escena (y reproducir) la fascinación absoluta que le producen las películas de su maestro: la explosión en la que arde la mujer de Courtland no es sólo el goce que aniquila a la mujer cuando el hombre falla, también es la del espectador enfrentado a una obra sublime que le arrebata; es esa ignición la que se quiere poner en escena...infructuosamente. Finalmente nos encontramos con el viejo/moderno tema en el arte contemporáneo de la imposibilidad de estar a la altura de "los viejos maestros" (Godard).

La sorpresa que nos depara Obsession en su final también es intertextual: acostumbrado a un tránsito durante hora y media por el universo hitchcockiano, el espectador se topa de repente en la última escena con la reedición del encuentro de Ethan Edwards con Debbie, un cambio de rumbo que a mí me dejó deslumbrado pero que, a tenor de los comentarios que se oyeron en la sala cuando se encendieron las luces, sumió a muchos en el desconcierto.

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

No debería ser tan raro, ya que es la época en la que Schrader escribe "Taxi driver" y aún más (si cabe) "Hardcore"...o sea centauros en todas las películas.

abbascontadas dijo...

Lo extraño es como Schrader cuela la cita en territorio tan poco propicio.
El otro día me vi Phoenix, otra interesante vuelta de tuerca a Vértigo