Corren leyendas urbanas acerca de sesudos estudios que mostrarían la ideología fundamentalmente racista de Ford, sobre todo respecto a los indios. Echándole un vistazo a Fort Apache pensaba que tamaña empresa es imposible: los indios comparecen en el film según las necesidades dramáticas del momento y las incongruencias de esas apariciones impiden articular ningún discurso sobre ellos.
Aparecen nada más pisar el teniente coronel Thursday (y su hija) el fuerte al que ha sido destinado: han cortado la línea de telégrafos y la avanzadilla militar en territorio indio está incomunicada. Efectivamente, una de las líneas temáticas del film es la incapacidad de Thursday para comunicarse con sus subordinados, a la par que su pulsión incestuosa impide que su hija entre en el circuito de las relaciones sentimentales, intentando aislarla de la posible contaminación de un contacto con sus inferiores sociales.
La segunda comparecencia de lo indio es bastante fuerte: esa misma hija inicia un flirteo con el oficial más joven de la guarnición, un teniente recién salido de West Point de origen irlandés. En su primera salida juntos, un paseo a caballo fuera de la empalizada, se topan con los cuerpos despellejados de unos soldados atacados por los indios. Evidentemente, esos cuerpos en carne viva poco dicen sobre rituales guerreros; anotan el trauma del encuentro sexual que aguarda a los virginales protagonistas, en estos instantes todavía en la fase del enamoramiento: el shock que esos cuerpos desmembrados les produce es el del choque con la diferencia sexual que los habita.
Toda esta violencia pulsional asociada a lo indio desaparece cuando nos acercamos al desenlace: según el espectador se acerca al territorio del Otro de la mano del capitán Kirby y su ayudante los apaches emergen como una comunidad asediada, y en una magnífica inversión (cuyo desarrollo más elaborado se llevaría a cabo en The searchers) el lugar de ese Otro aniquilador que amenaza con destruir los lazos sociales pasa a estar ocupado por la propia caballería.
Toda esta violencia pulsional asociada a lo indio desaparece cuando nos acercamos al desenlace: según el espectador se acerca al territorio del Otro de la mano del capitán Kirby y su ayudante los apaches emergen como una comunidad asediada, y en una magnífica inversión (cuyo desarrollo más elaborado se llevaría a cabo en The searchers) el lugar de ese Otro aniquilador que amenaza con destruir los lazos sociales pasa a estar ocupado por la propia caballería.
2 comentarios:
Siempre he sostenido que los estudios que muestran la ideología racista de "Fort apache" fueron hechos tras un pase por TVE un sábado a las 4 de la tarde en los años 80 después de la paella. La lucidez mental de ese contexto ya la conocemos, motivo por el cual las televisiones han renunciado a malgastar la hora de la siesta con obras tan magnas y las han sustituido por "Pensamiento mortal", "Creencia fatal" e "Intuición fenomenal".
Lo de que todos hayamos tenido acceso a los clásicos en televisión tiene su repercusión: de películas que me dejaron huella en la infancia guardaba un recuerdo en blanco y negro, luego me vi Cuando ruge la marabunta y La tumba india décadas después y me quedé de piedra ante el esplendoroso color que atesoraban, así que no es de extrañar que la invitación a un consumo perezoso te haga aplicar clichés ideológicos. Eso sí, un western mediano de John Sturges es infinitamente mejor que toda la saga de letales, mortales y fatales con que acunan nuestras sobremesas.
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