miércoles, 17 de agosto de 2016

El cinéfilo en verano: el blog abraza la modernidad

Hace unos días me senté al ordenador (¿ante el ordenador?¿frente al ordenador?) y fui invadido por una experiencia que a los escritores de antaño causaba pavor, pero que a los modernos llena de entusiasmo, o al menos eso parece, viendo como un número considerable ha hecho fortuna llenando páginas y más páginas acerca de la imposibilidad de escribir, el bloqueo creativo, el infierno de la página/pantalla en blanco, esas cosas... 

Pues ahí estaba yo, exultante ante la impotencia que sufría a la hora de enhebrar un triste párrafo sobre...¡El exorcista! Lo curioso es que la peli reúne prácticamente todos los temas de los que escribo una y otra vez, padres ausentas, madres (medio) locas, hijas psicóticas, pulsiones desatadas, palabras simbólicas agotadas, nostalgia y choteo del relato clásico... Pues nada, por fin la inspiración me había visitado y me encontraba en un callejón teórico sin salida, enaltecido ante mi bloqueo creativo, sin duda la marca de los elegidos. 

La verdad es que al principio tomé el camino cobarde y mediocre de no escribir nada, ya que nada se me ocurría, pero luego pensé que quién era yo para enmendar la plana a tanto predecesor célebre, si bien lamento defraudar las expectativas que sin duda he levantado con este breve introducción, ya que la cosa se va a quedar en estos tres párrafos, cuando probablemente mis fieles lectores hubieran deseado, que sé yo, dos mil páginas sobre la (fascinante) imposibilidad de escribir una entrada sobre la niña del exorcista.