jueves, 31 de mayo de 2012

L'intrus



En la rueda de prensa de Holy motors en Cannes Kylie Minogue contó que una amiga común  la había puesto en contacto con Leos Carax (y que habían quedado para comer, y le había propuesto una colaboración, y patatín y patatán. Pues la amiga de Kylie y Leos era Claire Denis, que a pesar de hacer pelis raras tiene una agenda extensa, por lo que se ve.

La filmo, en vez de cerrar durante la celebración del festival, no ha tenido otra ocurrencia que pasar un ciclo de la Denis, de la que en España sólo se ha estrenado White material, y yo sólo me he podido ver L'intrus, una estupenda película que casi no se entiende en la que el protagonista es un padre no se sabe si malvado o excnétrico que se paga un trasplante de corazón por vías ilegales para partir en busca de un hijo que dejó atrás en lo que debe de ser la Polinesia francesa porque todos hablan francés, mientras deja tirado a su otro hijo, que vive a dos patadas de su aislada casa.

Apuntes sobre Cannes: limusinas y otros transportes públicos.



Con el paso de los días Cosmópolis y Holy motors van destilándose en la memoria como las mejores películas de la Competición, enaltecidas por su total ausencia de un palmarés que ha tenido la peculiar característica de cubrir de mediocridad a todas las películas laureadas. Ambas comparten una limusina como el espacio fetal en el que vive su protagonista en constante movimiento y un actor total que llena la ficción. Denis Lavant y Robert Pattinson también han tenido la fortuna de no ser mancillados por ningún premio, tal vez porque era imposible elegir a uno de los dos y un premio a pachas hubiera sido ridículo para sus merecimientos.

Uno vuelve a España y descubre que Cosmópolis no era una estilizada recreación posmoderna del Infierno de Dante vía DeLillo, sino un documental de lo que pasa en nuestro país, con la realidad desmoronándose por la subida imparable de cifras que se mueven fuera del territorio de lo Real. Desgraciadamente el imaginario español es tan cutre que nos tenemos que conformar con el cretino de Rajoy y esa versión casposa de Chiquito de la Calzada que es Luis de Guindos, cuando el cine se puede permitir a Pattinson y a Giamatti.

Las limusinas son los castillos que ciernen y construyen la personalidad de Monsieur Oscar y Eric Packer; salir de ellas supone para uno habitar otros personajes, interpretar experiencias que poco a poco van minando la coraza del actor, a la vez que enriquece sus registros; para el despiadado broker cada ausencia puede suponer un encontronazo con la otreidad, una amenaza de muerte o un atentado irrisorio o una aventura sexual epifánica a la vez que banal, o simplemente el reencuentro fantasmático con ese extraño ángel que reaparece constantemente en el film de Cronenberg y que es su elusiva mujer.

La otra gran película del festival que transcurre en un vehículo es The we and the I, donde una comunidad de adolescentes se destruye y construye constantemente a velocidad de sms mientras viaja en autobús. Aquí también el afuera es el destino inevitable de los jóvenes protagonistas, lo Real que les aguarda en sus vidas, vidas para las que no parece haber más relato que los que puedan transmitirse por los móviles. Ninguna palabra de un adulto que pueda encarnar la ley parece existir en ese universo, y tal vez por eso las palabras circulan constantemente entre ellos, especialmente en forma de agresión.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Trailer de Holy motors

Minogue/Carax

Holy motors anuncia la aparición de Kylie Minogue (que interpreta el papel de Juliette Binoche en Los amantes del Pont Neuf 20 años después) con esta canción, que suena en una fiesta, y que debe de ser conocidísima, pues hasta a mí me suena, y que debe de tener bastantes años, pues la Minogue luce en el vídeo de una manera radicalmente diferente a como lo hace en el film de Carax.

martes, 29 de mayo de 2012

Apuntes sobre Cannes: el palmarés



Veo a mi regreso que la idea que ha quedado de esta edición es que el nivel ha sido bastante bajo, y que ya pasa por ser el peor Cannes de los últimos tiempos. A mí me ha parecido que ha estado bien, y no he visto las pelis de Audiard, Mungiu y Nichols, que no pintan mal. Lo que ha sido bajo ha sido el nivel de las norteamericanas (salvo la de Nichols, que parece que dio la talla, y tal vez la de Wes Anderson, que en general decepcionó), como ya era previsible. Lawless es de lejos la peor que he visto, una pasmosa mezcla de qualité típica de los Weinstein y una incompetencia en la dirección que hace que al tal John Hillcoat lo vaya a condenar ya de por vida al humilde infierno de la invisibilidad.

En cuanto al palmarés, queda lastrado por esa Palma de Oro a Amour, una película sin vida pero con una  apabullante puesta en escena de las que intimida a los críticos y, por lo que se ve, a los colegas (o vamos a pensar bien y a imaginar que Moretti tiene pensado proyectarla en su sala). La interesante apuesta de dar el Gran Pemio a esa comedia italiana tan militantemente popular y tan bien hecha que es Reality queda así desdibujada pues echó fuera de los premios gordos (y de los delgados) al gran film de Resnais (que si la cosa era de premiar directores venerables, el francés tenía mas derecho que el austríaco) o al de Cronenberg, por no hablar de la descomunal Holy motors, tan grande, libre y hermosa que probablemente no cabía en la horma de ningún premio, por lo que tal vez el de dirección se lo han dado a Reygadas, que cuenta la descomposición de un núcleo familiar con muchas pistas autobiográficas jugando a ratos a la destrucción de la puesta en escena mientras que en otras ocasiones deja su sello con magistrales e hipnóticos planos, en una peli que juega demasiado explícitamente al marcianismo, lo que tampoco es necesariamente negativo, aunque la cinta fue recibida de uñas por casi todo el mundo. Mi favorita para este premio, o el del jurado, era Loznitsa, cuyo film pensaba que le podía interesar a Andrea Arnold, uno de los pesos pesados del jurado. Pues nada, el premio le cayó a Loach, que no conozco a nadie que se tomara la molestia de ver qué presentaba. Mungiu traía la peli más larga del certamen y se llevó guión e interpretación femenina, seguramente con todo merecimiento (Nadia, la gran jefa de prensa de Alta, nos contó que la habían comprado sobre guión), aunque tampoco tiró a nadie de espaldas.

Aquí y allá, la estupenda película de Antonio Méndez que se llevó el premio de la Semana de la crítca, rozó la Cámara de oro (les pidieron que se quedaran porque estaban en la terna final), que al final le cayó a la sorprendente Beasts of the southern wild, una mezcla de realismo social, relato de iniciación, fábula apocalíptica y relectura del mito del arca de Noé que está a punto de despeñarse en numerosas ocasiones ante sus inusitadas ambiciones pero que siempre consigue caer de pie; aunque uno le augura a su director un camino sembrado de peligros, en la entrevista que le hice demostró tener la cabeza bastante bien amueblada. Las dos tienen distribución en España y se podrá disfrutar de los comienzos de carrera de dos directores que prometen bastante.


domingo, 27 de mayo de 2012

Camille redouble



Parece ser que la programación de las películas francesas en Cannes es objeto de sesudos análisis que recuerdan a los politólogos que se entretienen desentrañando los signos que emiten sistemas herméticos y totalitarios como la URSS en sus épocas de esplendor o la China de nuestros días. Para un espectador español que no tiene intereses en juego y al que las jerarquías entre secciones le dejan un poco indiferente, lo que percibe este año es un poderío y un abanico de registros pasmoso, y que se nota más por lo floja que ha sido la participación de la otra cinematografía que parte el bacalao, la norteamericana.

Ayer me vi Camille redouble, una comedia de Noemi Lvovsky que han premiado en la Quincena de realizadores, y que es un remake de Peggy Sue got married que le sirve a la actriz/realizadora francesa para quitarse años de distintas maneras, para revisitar su adolescencia y para homenajear a su madre. Hay una cita en clave paródica del film de Coppola muy divertida, y le da la vuelta a la famosa escena del planetario de Rebelde sin causa. Es divertida y agradable, tiene secuencias estupendas de diferentes tonos, y muestra que no sólo de cine de autor y de comedias populistas vive el cine francés, que también sobrevive la clase media. 

viernes, 25 de mayo de 2012

Cosmópolis



A final del certamen nos llega una de las películas más esperadas, la adaptación da la novela de DeLillo por David Cronenberg y con producción de Paolo Branco, lo que se nota en que da la impresión de que los planos tienen encuadres tan precisos para ahorrar en decorados.

No he leído Cosmópolis, pero pasa por ser de los textos menos interesantes de su autor. Todo el mundo la vende como una reflexión sobre el tecnocapitalismo y su hundimiento, pero vamos, el que diga a la salida que sabe más sobre finanzas que antes de entrar es que es tonto. La peli se parece a Existenz y Crash, es un viaje en limusina (que se han puesto de moda en Cannes, es igual que la de Holy motors) de un supermultimillonario que a lo largo de una jornada va deteriorándose progresivamente: él, su ropa y su limusina, que acaba hecha un asquito. Lo más gracioso es que tan brillante tipo, que al parecer comercia con información (algo intangible, en cualquier caso) va arruinándose porque no se le ha ocurrido otra cosa que jugarse su fortuna ... contra el yuan!!! que la verdad no se entiende como se ha podido forrar con esa vista de águila.

El film tiene algo de fantástico, u onírico, con esa paranoia de gama baja que atraviesa los libros de DeLillo; sus diálogos a base de aforismos entre herméticos y descacharrantes no acaban de funcionar bien en la pantalla, o al menos no siempre, o no tan continuadamente, y hay diálogos agotadores, a pesar del esfuerzo que hacen los actores. Funcionan muy bien las escenas con las chicas: destacando los diálogos que tiene con su mujer, una rubia lánguida, hermosa e inteligente con la que se ha casado por dinero, o más bien en plan acuerdo financiero entre grandísimas fortunas, y con la que infructuosamente trata de cerrar un encuentro sexual a lo largo de todo el metraje, mientras de vez en cuando se pega un revolcón algo agónico, marca de la casa.

Construida a base de encuentros con diversos personajes, progresivamente más locos (el más divertido es con Amalric, que no cuento nada porque estropeo la gracia de la secuencia), la cosa termina en una larga  escena con una especie de alter ego completamente tarumba, aunque no menos que él, esa secuencia final que en el cine clásico solía implicar el éxito en la tarea que había dado lugar al trayecto del héroe, y que en el cine contemporáneo certifica el derrumbe de su universo.

In the fog



Ayer estaba tan cansado que se me cerraron los ojos a menudo viendo esta película de Loznitsa, dos horitas de senderismo por Bielorrusia. Bueno, como imagino que nadie que lea esto ha visto la peli, aclararé el chiste: durante la ocupación alemana de la URSS unos partisanos se llevan a darle el paseíllo al que consideran un traidor que ha salvado el pellejo denunciando a unos compañeros acusados de sabotear una línea férrea. In the fog alterna las andanzas por los bosques bielorrusos de los tres paisanos en largos y majestuosos planos con flashbacks en los que descubrimos, entre otras cosas, que el sabotaje que le cuesta la vida a los curritos es de chiste.

Aunque suene a tópico la verdad es que desde Tarkovsky no se había visto tal capacidad para captar la fisicidad de la naturaleza en la pantalla, por no hablar de las texturas de interiores, objetos, ropas, rostros. Es ahí donde se hace grande este film, bastante más sencillo que My joy, del que podría ser un spin-off perfectamente. En una buena proyección (como las de aquí), una experiencia sensorial de primera. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Holy motors



Me he pasado por la conferencia de prensa a ver si Carax contaba algo, pero no, el que ha animado algo el cotarro ha sido Denis Lavant, que en la película hace tropecientos personajes, aunque mejor no extenderse  mucho para no desvelar demasiado sobre Holy motors, que puede considerarse un monumento a las ruinas de la carrera de su director, dado que parece una recopilación de proyectos abortados de todo pelaje..

Como estaba muy cansado anoche luché a brazo partido por no quedarme dormido, que no es la mejor manera de disfrutar de un film, pero se puede adelantar (antes de que repita visionado) que HM tiene momentos brillantísimos (un par de números musicales, entre ellos el de la Minogue, precioso), y otros descacharrantes, como el mix de La edad de oro y El fantasma de la ópera que protagoniza Eva Mendes, en una película que parece querer agotar todos los registros desde una posición clownesca.

Probablemente el film del festival.


martes, 22 de mayo de 2012

Tess



Como a muchas otras superproducciones ninguneadas en su momento por los críticos sesudos y pedantes (como yo mismo, vamos), a Tess el tiempo le ha sentado bastante bien, tal vez porque valores que antaño se daban por descontados han desaparecido de las costosas producciones de nuestros días. Hoy el pastizal que se necesita para realizar esta superproducción se lo lleva Michael Bay para sus mecanos, y nadie se tomaría la molestia de rodar un guión como este.

Total, que me acerqué a ver la copia restaurada de este film de Polanski, basado en el libro de Thomas Hardy, ese peculiar escritor al que podríamos calificar de postvictoriano, y que comienza como un melodrama decimonónico con pobre seducida por aristócrata y termina como una historia de amour fou, lo que le da un aire muy moderno, con esa heroína que acaba aniquilada por la carencias de sus partenaires masculinos. A destacar dos secuencias realmente hermosas, la conversación de Tess y Angel recién casados que desencadena la tragedia final, y la noche de bodas in extremis que celebran en la casa okupada, poco antes del final.

In another country



MK2 (o sea, Marin Karmitz) corta tanto el bacalao en este festival que en una filmografía suya que aparece en un pressbook (el de la peli de Kiarostami) te das cuenta de que todas las películas han concursado aquí. Así que no es de extrañar que la M y la K aparezcan en el comienzo de In another country, regreso de Hong Sangsoo a la competición gorda, después de unos años vagando felizmente por otras secciones menos pintureras, pero no menos interesantes (incluso Ha ha ha ganó el premio Un certain regard con Claire Denis de presidenta del jurado).

En esta película sale Isabelle Huppert, que ocupa el lugar del personaje fetiche del director coreano, ese director de cine (o escritor, o pintor) que llega a un sitio de nuevas y se mete en líos que no le llevan a ningún sitio. Muy Rohmeriana, In another country son tres variaciones con los mismos personajes y espacios, y la Huppert tiene pinta de habérselo pasado muy bien, aunque nunca se sabe.

J'enrage de son absence



Dos películas muy diferentes, pero notables ambas, has afrontado los problemas de la paternidad en nuestros días, la de Vintenberg, de la que imagino que se ha hablado bastante, y el primer film de ficción de Sandrine Bonnaire (que sigue guapísima, aunque esta apreciación no tenga mayor valor teórico), J'enrage de son absence, que al estar en la Semana de la Cñitica habrá pasado más desapercibido, por lo que desde la modestísima ventana de este blog recomendamos fervorosamente a sus pocos pero escogidos lectores.

Película sobre el duelo, el espacio que deja la muerte de un ser querido, film realista sobre fantasmas y apología de la importancia de la figura paterna, J'enrage de son absence es la película que mejor ha mostrado en los últimos años como es el deseo de la madre el que da peso a la palabra del padre, como el hijo sólo siente como propias las voces que previamente en encontrado hueco en el corazón de la madre, y todo ello contado modélicamente en una narración cuyo interés no desfallece en esta hermosa historia en la que un gran William Hurt intenta recuperar a su hijo fallecido en la persona del hijo de su exmujer.

Vous n´avez encore rien vu



Esta es una de esas películas que explican lo que es Francia y su cultura, y por qué en España nos comemos las uñas de envidia cuando miramos al país vecino (otro ejemplo de lo mismo sería el documental de Gilles Jacob Une journée particuliére, que gira sobre el día de presentación en Cannes de Chacun son cinema, hace ya cinoco años, y que dejaré para otra entrada).

Un realizador veteranísimo (Resnais, que tiene más de 90 años, si no me equivoco) reúne a su alrededor a la flor y nata de los intérpretes del cine francés (algunos habituales en su cine, como los inevitables Pierre Arditi y Sabine Azema) en una reunión coronada por la presencia icónica del inconmensurable (y aparentemente infatigable) Piccoli, y con una excusa trivial y artificiosa se ponen a ver en una enorme pantalla los ensayos grabados (por Bruno Podalydes, que hace de también de autor teatral) que una joven compañía teatral hace de la Eurídice de Jean Anouilh, autor que en España estaría habitando el sueño del olvido pero al que en Francia se ve que todavía miman y aprecian.

Todos ellos han interpretado alguna vez la obra, y se produce una comunicación entre la pantalla y los espectadores de una fluidez cuya dificultad sólo percibirá el ojo experto. La pareja protagonista, Orfeo y Eurídice, es interpretada simultáneamente por Arditi y Azema por un lado, y por Anne Cosigny y Lambert Wilson por otro (además de los jóvenes del ensayo, claro). Lo que sobre el papel es complicado en el cine se ve natural y comprensible, con esa facilidad que tienen los veteranos con talento para hacer fácil lo difícil. Varias generaciones se mezclan en la pantalla, recordando que la cultura es una cuestión de un legado que se asume y se cede a los descendientes, los intérpretes pasan, pero su trabajo permanece, y Vous n'avez encore rien vu se convierte en el film más hermoso visto hasta ahora en la Sección a competición.

domingo, 20 de mayo de 2012

Amour



Amour se plantea el reto de contar toda una vida de matrimonio feliz (propósito encomiable) a través de los últimos meses de la vida de la mujer, que sufre un ataque y ve deteriorándose progresivamente. La película transmite bien lo que es la rutina de una pareja que lleva viviendo unida mucho tiempo, y el decorado es extraordinario, un piso de burguesía alta desgastado por el pase de los años. Pero a todos nos ha parecido largo y excesivamente fríio, un film muy profesional, demasiado contenido.

sábado, 19 de mayo de 2012

Después de la batalla



El eterno problema del cine cuando se enfrenta a lo Real, sobre todo en esta época en el que hay una inflación casi infinita de imágenes, es encontrar un hueco para su mirada cuando esta ha sido aniquilada por la sobre exposición a las imágenes televisivas (antaño, a ello se ha sumado ahora youtube y, en general, las redes sociales).

Traducido: ¿Qué puede articular un director egipcio tras la primavera árabe para que sus imágenes sobrevivan a tanto documento en bruto sobre los acontecimientos sucedidos en su país? Detrás de la batalla es el intento fallido de dar respuesta a esa interrogación inacabable. Nasrallah pone en pantalla a diversos personajes afectados por la revolución egipcia, y acaba naufragando en la confusión, cuando no retrocede ante los apuntes más interesantes, como el origen claramente sexual del interés de su protagonista (una periodista progre, separada, inteligente, atractiva, perfecta hasta la extenuación) por uno de los defenestrados por la evolución política, un caballista que vive del turismo y que por sus pocas luces acabó colaborando (modestamente, y de manera algo ridícula) con grupos mubaraquistas, interés erótico que se acaba desdibujando. 

Lawless



Lawless es una película producida por los Weinstein, lo que tal vez explique que le hayan dado el pase más importante del festival, el del sábado del primer fin de semana por la tarde, el que suelen dejar para Matrix o La guerra de las galaxias o Indiana Jones, y el que concita masas de fans dispuestas a prestarse a todo tipo de perversiones a cambio de una invitación. Aquí sale un actor creo que conocido, Shia Labeouf, aunque a mí me parecía todo el rato Edward Norton en joven.

Lawless es una película que reivindica el papel del director de cine, hasta tal punto John Hillcoat se carga lo que de bueno hay en el guión (al que en cualquier caso le falta bastante trecho para llegar a la excelencia) que uno no puede menos que echar en falta en cada plano el talento de realizadores como Eastwood o Tarantino, por irse a los extremos pero hablar de gente que hace cine y crea imágenes, y no se dedica a pegar cromos esteticistas a la par que recurre a trucos efectistas para mantener la atención del espectador.

Aquí tenemos época de la depresión (que casi no sale) y Ley seca, y un chaval que idolatra a un hermano de estatura casi mítica, que acaba enfrentado a un burócrata corrupto descrito como un psicópata despiadado, y que de tan caricaturesco que se le muestra se carga él solito toda la película, convertida así en un mecanismo muy primario, aunque a tenor de los sorprendentes aplausos que ha recibido cabría decir que eficaz.


The we and the I



Gondry inaugura la Quincena de realizadores con un film pequeño sobre la adolescencia que es, a la vez, un tour de force (SPOILER): toda la película transcurre en un autobús que acaba adquiriendo la consistencia mítica del barco que recorre el Mediterráneo para devolver a Ulises a su hogar. Este autocar va devolviendo a los chavales de un instituto de una zona que se adivina pobre de Nueva York a sus domicilios el último día de clase, cuando ante todos se abre ya el inevitable destino de la vida adulta, ante la que se resisten encarnizadamente a entrar, escondidos en una feroz grupalidad sostenida en la pasmosa viralidad de los gadgets que manejan con descomunal soltura.

En este sentido, los chavales no parecen tener vida privada: lo íntimo se convierte en público en cuestión de segundos, y las principales encrucijadas éticas ante las que se encuentran consisten en si hacer o no pública una información. La obvia contrapartida de esta socialidad intensiva es la extremada dificultad de crearse una subjetividad, permanentemente socavada por el grupo. Como indica el título, el film muestra el doloroso proceso de forjarse una individualidad, proceso en el que el que resulta ser el protagonista final es capaz de adquirir un compromiso con respecto a otro sujeto.

Gondry se mete en el autobús y deja la palabra a sus muchachos, en un estilo febril que recuerda un poco al Cantet de La clase, mientras que en las contadas ocasiones en que salimos al exterior para seguir a un personaje o para contemplar su pasado se deja llevar por su conocido estilo como videoclipero, lo que le funciona bastante bien. 

Reality



Una de las cosas que me han gustado de esta película es que asume con orgullo la gran tradición de la comedia italiana. Si en el espectacular comienzo parece que la película se va desarrollar por los peligrosos (por difíciles) vericuetos del grotesco, en seguida Reality se pone a la altura de sus personajes y los acompaña por los laberintos de una Nápoles para la que la picaresca es como el aire que se respira, el medio natural en el que se desarrolla la vida humana.

La otra es la magnífica interpretación de su actor principal, que llena de vida a Luciano, el protagonista, heredero directo de los grandes histriónicos de la pantalla italiana. Anniello Arena tiene la particularidad de que lleva en prisión una burrada de años, donde, al parecer, se ha labrado un nombre en grupos de teatro, y al que Garrone, que no pudo contar con él para Gomorra, le puede haber dado la oportunidad de hacerse con un premio de interpretación aquí, a poco que se lleve bien con Moretti.

Reality no es nada del otro mundo, pero se ve bien, y no se entrega a la facilidad de criticar los reality-shows (le basta con mostrar unos pocos planos de Gran hermano para decir todo lo que hay que saber sobre ello); se dedica con respeto y cariño a la labor mucho más complicada de dejar sitio para que apreciemos las vidas que se cruzan por delante de su mirada.


viernes, 18 de mayo de 2012

Hotel Mekong



Apichatpong prepara una película en un resort al lado de un río bastante grande, lo que quiere decir que escucha una melodía que toca un colega a la guitarra y que le dice a Tong que se pruebe un par de camisates. Por el hotel aparecen extraños espíritus que devoran carne de animales y personas para poder sobrevivir, mientras que amantes inmortales se encarnan en los cuerpos de los actores para proseguir una persecución amorosa que atraviesa las eras; si los actores, por otro lado, no endan poseídos se dedican a comentar batallitas del pasado o a hablar de las inundaciones que asolan Tailandia (o a ligar, claro), todo ello colocado, por descontado, en el mismo plano "ontológico". Todas estas realidades se funden en un último plano, una larguísima toma de un recodo del río, río en el que se suponen que acaban fundidas todas las realidades.
Hotel Mekong cumple de sobra con las expectativas y demuestra que AW es probablemente el director más en forma del momento, y a Boyero no le gustaría nada si se tomara la molestia de verla.

domingo, 13 de mayo de 2012

La experiencia secreta



En la contraportada de la edición de Debolsillo de David Copperfield, con traducción (íntegra, lo que es importante, ya que en cuestión de tochos decimonónicos ha existido la costumbre de resumir y eliminar párrafos enteros) de Marta Salís, se lee, entre la acostumbrada panoplia de elogios de colegas célebres (Henry James, Tolstoi, Kafka, Freud...), esta declaración de Pavese: "En estas páginas inolvidables cada uno de nosotros vuelve a encontrar su propia experiencia secreta", una frase a la vez enigmática y exacta: lo que uno encuentra en DC es el periplo del sujeto moderno. Así, Copperfield nace en un hogar en el que no hay padre (ha muerto), y vive unos años en un paraíso marcadamente femenino, cuidado por su madre y por su ama de llaves. La necesaria separación de este espacio de fusión con el cuerpo materno se produce de manera brutal, a través de la intervención de un padre "malo", un padrastro que intentará aniquilarlo, y casi lo consigue.

Una de las cosas más peculiares de esta novela es que casi todos los personajes son huérfanos, y además perfectamente simétricos: los chicos viven con sus madres (Copperfield, Uriah Heep, Steerford, y alguno más), y las chicas viven con sus padres (Agnes y Dora, y Emily, en cierta manera). Esta carencia fundacional hace que uno tenga la impresión de que a todos los personajes les falta algo, y hace que su camino hacia la madurez sea tan tortuosa, especialmente en el campo sexual. Copperfield elegirá como primer objeto de deseo a Dora, una chica manifiestamente infantil, y su unión definitiva con Agnes tiene lugar tras una larga preparación en el que se define al personaje como un ser angelical, cuando no directamente celestial, aunque la realidad impone sus leyes, y en el último capítulo vemos a la pareja rodeada de hijos (Dickens tuvo diez hijos, como descubrí en Hereafter).

Como muchas obras maestras "gruesas" de la historia de la Literatura, desde El Quijote a En busca del tiempo perdido, el Copperfield está lleno de tiempos muertos, partes farragosas, digresiones inútiles y escenas clamorosamente fallidas, por lo que siempre existe la tentación de "abreviarlas", y en el caso de esta novela Susana me contó que había un versión muy conseguida de Graves que la dejaba en la mitad, limpia de polvo y paja y muy fluida. Pero creo que es en esas zonas "débiles" donde se esconden los motivos secretos de sus autores, allí donde no han podido resistirse a dejar su impronta, o donde habla su inconsciente sin que ellos lo sepan, aún a costa de desequilibrar el conjunto: son los productos perfectamente engrasados, que se leen de un tirón, los que más pronto pasan al olvido, sin que uno tenga mayor interés en volverlos a recorrer en el futuro.


12-M (en casa)



Una de las cosas buenas de hacerse mayor es que se puede mandar a los hijos a las manifestaciones, mientras yo me quedo en casa leyendo a Dickens, como el protagonista de Hereafter. Antes de salir, les recordé los tiempos en que yo me manifestaba contra la OTAN, y volvía con cascos de antidisturbios como si fueran cabelleras arrancadas al enemigo.

jueves, 10 de mayo de 2012

El memo


El otro día comentaba con mis compañeros de trabajo el desconcertante éxito que ha tenido la derecha española, y especialmente su vertiente más canalla, a la hora de imponer una visión tan negativa de Zapatero, que ha pasado a la historia como un dechado de incompetencia e irresponsabilidad. Tampoco se entiende que esos medios que todo el mundo con dos dedos de frente desprecia consigan ocultar la incompetencia de Rato, al que ya tuvieron que echar del FMI y al que ahora han tenido que quitar de enmedio de Bankia, esa perversa fusión de cajas gobernadas por el PP hasta la quiebra. Ya encontrarán a alguien de fuera para echarle las culpas. En cualquier caso, contagiado del agitprop fascistoide, comienzo una campaña para proclamar que Rajoy es el mayor memo, el más señalado cretino, el imbécil más acabado que haya pasado por la Moncloa, sin que siquiera esas virtudes estén temperadas por la maldad de Aznar ni la perfidia de González. Por no tener, seguro que ni tiene un pasado falangista como Suárez. El único consuelo que nos queda es que durante su desdichado mandato no sólo los latinoamericanos nos expropiarán todas las empresas españolas que se han dedicado al saqueo en los últimos lustros por aquellos lares, ni que los equipos españoles dejen de ganar Champions y mundiales y eurocopas (como hacían constantemente con ZP), con lo que nos ahorraremos el siempre obsceno espectáculo de la victoria (la excepción es el Atlético, que ha demostrado una enorme grandeza en el éxito, dedicándose al noble arte de aporrear policías y levantar barricadas en la urbe de Lady Macbetrh, aka Espe). Lo mejor es que Cataluña y el País Vasco alcanzarán la independencia, animados por la esperanza de alejarse de tan patética caterva de descerebrados y descerebradas como rigen nuestro país, y convencidos, probablemente con razón, de que mejor les irá por su cuenta que unidos a esa ausencia de materia gris que parece condición necesaria para medrar en la derecha española junto, y podremos pedir asilo político.

viernes, 4 de mayo de 2012

El héroe astuto



Las deslumbrantes secuencias que El nacimiento de una nación dedica a Lincoln me despertaron las ganas de volver a ver El joven Lincoln, en la que Henry Fonda interpreta de manera un tanto envarada al personaje histórico antes de se convirtiera en mito, y antes de que supiera, él o cualquiera, que lo iba a hacer. El Lincoln de Ford es un pelín raro, con ese traje que le está corto por todos lados, y esa falta de simpatía que generan las personas que sienten un anhelo infinito y despiadado por la justicia.

En un momento dado asistimos a un largo festejo popular, una de cuyas pruebas es un juego en el que dos equipos tiran de una soga. De manera algo desconcertante, un plano muestra a Lincoln tirando solo de uno de los extremos. Ford consigue mostrar aislado a su héroe incluso en los momentos más inverosímiles. A continuación, visto que no puede ganar, engancha la cuerda a un carro, y con este ardid simplón gana la prueba. En este intrascendente pasaje Ford retrata a su héroe idiosincrásico: aislado de la comunidad, aunque unido a ella por un cordón umbilical, el héroe fordiano hereda de Ulises su gusto por la astucia y por las trampas.

Esa misma fiesta diurna, en la que la comunidad parece reconocerse, y que rememora su acto fundacional (la guerra de independencia), aunque sea en clave carnavalesca, deviene por la noche su doble siniestro, y el pueblo se convierte en una masa linchadora; la festiva transgresión de la Ley que se asocia al carnaval se transmuta en su lado oscuro, la emergencia de una obscena no-ley en la que la comunión de la tribu se realiza a través del crimen primordial del asesinato de un inocente (una inversión narrativa que debería bastar para desechar las consideraciones de Ford como un director ingenuo políticamente).

En una hermosísima secuencia, Lincoln tendrá que devolver la individualidad pacientemente a los miembros indiferenciados de la turba, llamándolos por su nombre, separándolos del resto, apelando a sus recuerdos, despertando su conciencia moral. Si bien posteriormente será aclamado por la misma muchedumbre que ha estado a punto de destrozarlo, el precio que pagará será el de la soledad: incapaz de integrarse en las clases populares de las que ha surgido, y demasiado torpe (y desinteresado) para codearse con la alta sociedad, sólo veremos al protagonista relajado en esa curiosa secuencia en la que Lincoln visita a la madre y las mujeres de los hermanos acusados, y que es en realidad una especie de flashback en el que regresa al paraíso materno.


miércoles, 2 de mayo de 2012

El síndrome de Asperger y el pastiche salvaje



Este puente me he leído de un tirón El jardín colgante, la novela con la que Javier Calvo ha ganado el Biblioteca Breve, lo que no deja de ser un pequeño escándalo porque Calvo había publicado toda su obra en Mondadori, editorial para la que también ha realizado un montón de traducciones, sobre todo de la última narrativa norteamericana.

Según contaba en una entrevista a Quimera, escribió la novela en seis semanas para poder presentarla al premio. Situada en la Barcelona de los inicios de la transición, la narración de divide entre una sección menor de los servicios secretos españoles y un gropúsculo terrorista de extrema izquierda, a cada cual más delirante, especulares en su carácer absurdo y violento. Clavo vuelve a construir un pastiche bastante brillante, en cuyo centro sitúa uno de esos personajes que se le dan tan bien, un espía aquejado de Síndrome de Asperger que provoca un rechazo visceral en todos los que le tratan.

Precisamente con algunos familiares de personas que sufren este peculiar síndrome tuvo algún encontronazo el autor, a raíz de una entrevista radiofónica. Javier Calvo publicó una nota en su blog, que posteriormente ha hecho desaparecer, con una aclaración. En la wikipedia encontramos esta frase genial: "El síndrome [de Asperger] es incurable, puesto que no hay nada que curar en sí".


martes, 1 de mayo de 2012

La heroica de la familia



Ayer llegué a casa con la idea de verme El caso Bourne, ese protagonista ejemplarmente contemporáneo al que le han extirpado el inconsciente, y en su lugar atesora todos los códigos semióticos que rigen nuestro mundo (en la única peli que he visto de la saga Bourne llegaba a Madrid, y marcaba el número de la policía sin tener que buscarlo, como tampoco tenía que investigar el horario de los ferrys que unen Andalucía con Tánger). Pero ponían Los increíbles en Cuatro, y me enganché a una de las películas más chesternonianas de todos los tiempos, cuyo pleno disfrute y comprensión están reservados a aquellos que, como yo, estamos casados y tenemos hijos. 

La tesis de la película es clara: frente a la vaguería y desidia que supone pertenecer a los clanes favoritos de nuestros textos contemporáneos (la trillada y convencional panoplia de psicópatas sexuales, psicóticos, personajes demoníacos, autistas, depresivos, dementes de todo pelaje, delincuentes, histéricos, psico killers, padres incestuosos), ejercer de padre y de madre responsables es una tarea titánica, sólo al alcance de los superhéroes verdaderos, (no como esos esquizofrénicos atormentados tipo Batman, que sólo exigen tener pasta y un mayordomo sobre el que recaiga la dura tarea de mantener la cordura, que ya Lacan hacía al famoso chistecillo de que la figura del padre simbólico era imposible que se diera en la realidad, tan inalcanzables eran sus presupuestos).