sábado, 29 de diciembre de 2012

Ginebra y paternidad



Las dos últimas novelas que me he terminado están protagonizadas por sendos padres que le dan a la ginebra como si fuera agua: Jernigan, de David Gates, y La locura de Almayer, de Conrad, al que hacía mucho que no leía. Tratan, faltaría más, del derrumbe de la figura paterna, si bien en el caso de Jernigan no se puede hablar de un descenso pues el personaje es un absoluto desastre a lo largo de todo el texto, una versión algo trash y rebajada del protagonista masculino omnipresente en la ficción norteamericana de la segunda mitad del XX, ese que aparece siempre por los libros de Bellow, Roth o Updike, y algo después en Irving.
Si bien en la (extraordinaria) novela de Conrad Almayer es el protagonista, la acción gira alrededor de Nina, su hija, una figura sagrada batailliana en el sentido de que anuda la culpa (de ser mestiza, un cruce de razas que la convierte en inevitable paria en todos los espacios) y lo sublime (una belleza extraordinaria). La tragedia se desata porque el padre es incapaz de despegarse de la pulsión incestuosa que lo ata a su hija, junto a la que imagina un futuro de esplendor en Europa, mientras que ella elige como objeto de deseo a la figura que le señala el deseo materno, un príncipe malayo.

sábado, 22 de diciembre de 2012

El (enésimo) padre incestuoso



En uno de los mitos fundacionales cosmogónicos más antiguos que existen, el Progenitor (Prajapati) posee a su hija Usas para recibir un flechazo del Arquero (Rudra, posteriormente Shiva) en el momento del éxtasis. Prajapati derrama el semen fuera del cuerpo de su hija y de él nace el mundo, lo real, o alguna raza poderosa. En Los idus de marzo un asesor de campaña de un político demócrata se entera de que a la chica que le gusta la ha dejado embarazada el político de marras en un polvo de circunstancias, y se propone destruirlo (en un primer momento). La verdad es que la distancia que hay entre el Rig Veda y este telefilm aplicadito para progres parece dar la razón a todas las doctrinas que nos hablan de que la humanidad no ha dejado de decaer desde el comienzo de los tiempos.  

El reino de la buena madre



Como desagravio a tanta madre aniquiladora como ha aparecido por este blog voy a hablar de alguna que otra en condiciones a propósito de Recuerdo de una noche, magnífica película de Mitchell Leisen que recientemente Sergio Sánchez citó por estos pagos. El comienzo del film nos muestra a la protagonista, Barbara Stanwyick, como una ladrona. Tras un periplo por el juzgado tendrá un encontronazo potencialmente erótico con el héroe, Fred MacMurray, que en el extremo opuesto de la Ley resulta ser un fiscal intachable (e implacable). Este encuentro está regido por un malentendido por el que la chica comparece como mercancía sexual. Como ocurre en muchas comedias (y melodramas), la película narra el camino que lleva a que ese encuentro fallido se realice en las condiciones adecuadas, restituyendo a la mujer su dignidad como objeto de deseo digno de ser amado. Ese trayecto es físico, y la película es un viaje real a través de Estados Unidos para llegar a la casa habitada por la madre. ¿Y cuál será la función de la madre? Sancionar positivamente la elección del hijo, y de paso renunciar a su posesión del mismo (así en las bodas la madre del novio ejerce de madrina, anunciando públicamente que renuncia a la posesión del hijo para cederlo a la tiranía de otra mujer, si bien la experiencia muestra que el cese de hostilidades se circunscribe a la ceremonia, y que ya en el banquete regresa la guerra más o menos encubierta entre esposas y suegras).

La desconcertante complejidad de Recuerdo de una noche radica en que la figura materna está desdoblada en dos: la madre y la tía del protagonista, ambas con parecidos derechos sobre el héroe, tomando ambas decisiones opuestas: en sendas escenas magníficas Barbara Stanwyck se verá designada como compañera del hombre (por la tía) y se le exigirá que renuncie a su objeto de deseo (por la madre). Tan compleja encrucijada es resuelta brillantemente por la peli, que deviene a la vez comedia romántica en la que los protagonistas consuman su encuentro sexual en Canadá (que comparece como un espacio fuera de la Ley caduca que rige en Estados Unidos, una especie de paraíso terrenal), y melodrama en el que la mujer se convierte en objeto sacrificial renunciando a su amor (y a su libertad), momento este en el que el texto debe terminar al encontrarse ante una contradicción irresoluble.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Un héroe de nuestra tele



Hoy me he encontrado en Torre con el mítico realizador al que echaron de Informe Semanal por negarse a firmar ese reportaje que ha entrado en el top ten de la historia universal de la infamia audiovisual y que se suponía que analizaba la tragedia del Madrid Arena para llegar a la conclusión de que la culpa es de los padres actuales que no atan corto a sus hijas.

Le he contado que en casa es un héroe, y que mi familia apenas puede creer que yo me ha haya codeado con tamaño titán de la libertad de expresión (por cierto, otra cosa que nos une es que Gasset nos echó a los dos a la vez de Días de cine, en un antológico Festival de San Sebastián). La foto ya la colgué en otras circunstancias; Carlos es, obviamente, el del círculo rojo.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Cosas que se aprenden en los suplementos culturales



Esta mañana me he levantado muy temprano y me he entregado a uno de los placeres solitarios de la madurez de nuestro tiempo, que es tomarme un café mientras le echo un vistazo al periódico en el ordenador. Como el artículo de Diego Torres de hoy era un rollo (más de la mitad transcribiendo un discurso del siniestro Floro) me he ido a la sección de Cultura a ver qué se contaban en Babelia (bien, yo tampoco leo suplementos culturales, por supuesto, pero hoy me he permitido esa pequeña debilidad), y en el artículo de Manuel Rodríguez Rivero he leido que La Oficina de Arte y Ediciones (editorial que no conocía) ha editado un Edipo quíntuple: texto original de Sófocles con su pertinente traducción al español, dvd con la (magnífica) versión de la tragedia que filmó Pasolini en los 60 (muy recomendable para aquellos que no la hayan transitado recientemente), texto original de la mítica traducción de Hölderlin, traducido a su vez al español; si no he entendido mal, todo ello en un diseño que permite confrontar las cuatro versiones en la misma (doble) página. Como imagino que semejante maravilla se venderá como rosquillas, desbancando del top ten literario a revertes y dueñas y planetas, animo a tan visionaria editorial a que se anime a hacer lo mismo con Antígona, incluyendo el dvd de Straub y Huillet y el blu-ray de El espíritu de la colmena, nuestra versión patria del mito de la doncella que desafió la obscena ley del tirano.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Una aventura contemporánea



El fin de semana pasado me vi por enésima vez Los pasos dobles, película por la que siente una admiración imperecedera y que me provoca un sentimiento de felicidad que, la verdad, ninguno de mis conocidos entiende muy bien, incluidos fans de Lacuesta (entre los que tampoco me cuento, porque el resto de su filmografía, por lo menos la que he visto, me deja un poco frío). Hasta los responsables de prensa de Avalon se quedaron un poco sorprendidos ayer (que era el pase de prensa de Mapa) cuando les dije que me la había visto cuatro o cinco veces.

Pero bueno, lo que iba a contar es que le eché un vistazo a la web a ver si, por casualidad, había algún libro de Augiéras publicado en España (más que nada porque Lacuesta hacía referencia, en algún sitio, al escritor Rodrigo Rey Rosa, del que decía que era el traductor de Augiéras al castellano). Y resulta que sí, la mexicana y muy molona Sexto piso publicó en el 2006 Domme o el ensayo de Ocupación (antes de la peli de Lacuesta, por lo tanto, si bien el abrumador éxito del film, del que aproximadamente la mitad de sus ingresos en taquilla se debieron a mi familia y a los amigos a los que convencí para ir a verla, no parece que animara a ningún editor a sacar más obra del pintor/escritor francés).

Y no sólo eso: ¡hay un ejemplar en las bibliotecas madrileñas!, sólo uno, eso sí, bien a resguardo en un sótano de la Biblioteca Manuel Alvar, sita en la calle Azcona, biblioteca a la que, por esas felices casualidades de la vida del lector irredento, acudía esta mañana mi hija para sacarse no sé qué libros de ingeniería. Total, que por primera vez en su corta vida este ejemplar ve la luz del día y los ojos de un lector: según mi hija, el bibliotecario le ha preguntado si ése era de verdad el libro que quería, y le ha tenido que pegar la hoja donde se sella la fecha de devolución, y hasta estoy tentado de dejar entre sus páginas una nota para animar a los próximos lectores a formar una especie de asociación secreta de escondidos lectores de Augiéras. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

El perenne encanto del slapstick



Una de las incontables manifestaciones de mi ejemplaridad como padre es que estos días me he visto con mi hijo menor cuatro películas de Jackie Chan, las cuatro dirigidas por él en Hong-Kong en los años 80: El chino, Police story, Police story II y Mr Canton and Lady Rose. Las police stories son completamente funcionales y funcionariales, y la descascarillada trama no tiene más función que el que Jackie Chan se entregue a sus divertidísimos mamporreos.

El chino resulta tan rara que uno no puede saber si participa de alguna corriente de cine popular o se dedica a parodiar géneros aborígenes (¿realmente hay una escuela de kung-fu que pelea con abanicos?). Con una estructura narrativa muy laxa que el film olvida constantemente para entregarse a demenciales vericuetos, El chino es tan asilvestrada que acaba rondando la vanguardia cinematográfica. Adornada con un puntillo filogay que le da mucha gracia, la peli nos regala una antológica pelea que ha hecho las delicias del que esto escribe, en la que Jackie Chan se enfrenta a la hija de un comisario y recibe recurrentes patadas cada vez que intenta meterse debajo de sus faldas.

Mr. Canton and Lady Rose, conocida en España como Un gánster para un pequeño milagro, es, efectivamente, un remake de la peli de Capra, y aunque queda bastante lejos de su muy hermoso referente, resulta bastante entretenida. Siendo una de las últimas películas dirigidas por el actor, da la impresión de que contó con un presupuesto más que holgado y se tomó en serio lo de dirigir, hasta el punto de que a ratos se vuelve loco con movimientos de grúa que parecen de Scorsese. También debió de seguir un cursillo acelerado de comedia clásica, porque algunas secuencias recuerdan a Lubitsch. Y a pesar de la inevitable deriva un tanto payasa que emerge en el desarrollo de la historia, ésta conserva cierto interés.  

martes, 11 de diciembre de 2012

Singularidades de las chicas rubias



Un momento recurrente en la comedia del cine clásico es aquel en el que el protagonista descubre que la mujer ante la que ha caído rendidamente enamorado no es lo que parece, esto es, una imago fascinante e impoluta. La chica puede ser pobre, ladrona, estafadora, cabaretera o amante de un gánster, como en Ball of fire, que es la última que me he visto. Indefectiblemente la imagen del objeto de deseo absoluto se viene abajo cuando éste emerge como cuerpo deseante, y el héroe tiene que hacer frente al hecho evidente de que lo que creía que era una reencarnación del objeto primordial es un cuerpo con evidentes deseos. La aventura de la comedia clásica (también del melodrama, claro) es la del sujeto que es capaz de sobrevivir a ese descubrimiento: tras el shock que supone para Gary Cooper conocer la verdadera naturaleza de Barbara Stanwick es capaz de atravesar el fantasma que había construido (una flor frágil y virginal) y volver al lado de esa mujer real con su demanda de goce.


La historia de la evolución del cine (y, en general, de los textos contemporáneos) es la del progresivo fracaso de los sujetos masculinos para afrontar esa misma demanda. Un ejemplo perfecto es Singularidades de una chica rubia, una película donde Oliveira trunca esta estructura clásica: el film se termina justo cuando el protagonista descubre la cleptomanía de su amada, una joven de la que significativamente se ha enamorado al contemplarla enmarcada por una ventana a través de un visillo, por lo que el proceso imaginario de fascinación queda bastante explicitado. Lo que en la estructura clásica sería el fin del segundo acto, que daría paso a la resolución heroica, aquí se convierte en el abrupto final que marca la imposibilidad del hombre contemporáneo para hacerse cargo del goce femenino. 


jueves, 6 de diciembre de 2012

Mito y memoria



Hace poco me llegó un correo de una distribuidora a mi cuenta personal (por así llamarla) de gmail. Me pareció raro porque siempre he dado el correo de la tele cuando he tenido que lidiar con el mundo del cine y, sobre todo, de la distribución (que es casi todos los días). Les contesté dándoles el email de tve, y unos días después pude conocer a Alberto Sedano, socio de Cine binario, que era quién me había escrito informando de que Nana, que ellos distribuían, iba a proyectarse en el Festival 4+1. De hecho, me lo presentaron a raíz de la entrevista que le hice a la directora, Valerie Massadien. Comentando el intercambio de emails, me dijo que me habían localizado por el blog, momento en que casi me caigo de espaldas. No es que lo conociera o lo leyera, por descontado, pero habían hecho una búsqueda de blogs de cine y había entrado en el muestreo, cosa que me hizo ilusión, para qué negarlo.


El caso es que este blog no tenía pretensiones de ser un blog de cine, ni de nada en concreto. Pero miro las entradas y, al final, veo que sólo escribo yo (mis compañeras han acabado retirándose), y sólo escribo de películas. Y, además, probablemente acabo siempre escribiendo lo mismo. Así que voy a hacer un intento de reintroducir otros temas. Si el Atleti hubiera tenido el detalle de ganar al Madrid hablaría de la destitución de Mourinho, pero como el maquiavélico Cerezo dio órdenes de que nos dejáramos ganar para que el mercenario luso hundiera un poco más la siniestra institución que mangonea (como si el oscuro Floro no se bastara él solito para semejante empresa) voy a comentar un par de cosas acerca de Tiempo de vida, libro que en torno a la figura (y la muerte) de su padre ha escrito Giralt Torrente, y al que me he acercado por dos razones: la primera es que Francis Black me recomendó al autor y la segunda es que, ese mismo día, leí que con este libro había ganado El Premio Nacional de Literatura en la modalidad de narrativa en el 2011, o sea, un año antes de que el premio se hiciera famoso gracias a que Marías lo rechazara.


Tiempo de vida no es una novela; más bien son unas memorias en las que el escritor pasa revista a la difícil relación que tuvo con su padre. Aún así, resulta muy interesante como el texto se va configurando como un relato mítico, en el que el autor/protagonista tiene que salvar un tesoro (el legado artístico del padre moribundo) de las maquinaciones de un ser malvado (literalmente, su madrastra) para lo que cuenta con la ayuda de dos figuras angelicales (la madre y la mujer del escritor), lo que lleva a elaborar profundas meditaciones acerca de si la literatura se configura necesariamente sobre modelos narrativos o es directamente la vida la que obligatoriamente acaba articulándose sobre patrones míticos.


No hay nombres en el relato: el padre siempre será "mi padre", la madre siempre "mi madre" y la madrastra malvada "la amiga que (mi padre) conoció en Brasil", un apelativo al que se muestra fiel con una constancia feroz hasta las últimas páginas, y que dan pistas de un rencor que el propio escritor es consciente de que puede llevarse por delante el libro que escribe. En cualquier caso es fácil poner nombres a los protagonistas, ya que el padre de Giralt Torrente es Juan Giralt, un pintor del que todo lo que puedo decir lo he sacado de internet, así que lo omito, su madre es Marisa Torrente, que además de ser la heroína del libro es hija de Torrente Ballester, y la mala es María Luisa Lorca Merino, que probablemente de haber tenido más luces no las hubiera tenido tan gordas con un escritor con bastante proyección. 


Giralt Torrente incorpora al relato las vicisitudes (las dificultades) de la escritura, una costumbre contemporánea, y reconoce que escribe sobre su padre "tras meses de dudas y de fracasar repetidamente en la búsqueda de otra inspiración". Enumera los libros que leyó para orientarse en su proyecto. Como la lista es muy interesante, la transcribo entera:
- El libro de mi madre, de Albert Cohen
- La invención de la soledad, de Paul Auster
- Mi madre, de Ricahrd Ford
- Mi padre y yo, de J.K. Ackerley
- Patrimonio, de Philip Roth
- Mi oído en su corazón, de Hanif Kureishi
- El año del pensamiento mágico, de J. Didion
- El monumento, de T. Behrens
- Amarillo, de Félix Romeo
- El velo negro, de Rick Moody
- Cartas entre un padre y un hijo, de V.S.Naipul
- Un pedigrí, de Modiano
- La maleta de mi padre, de Pamuk
- Carta a mi madre, de Simenon
- El olvido que seremos, de Héctos Abad
- Desgracia impeorable, de Peter Handke
- Ojalá octubre, de Juan Cruz
- Una muerte muy dulce, de Simone de Beauvoir
- La isla, de Giani Stuparich
-La familia de mi padre, de Lolita Bosch
- La hija de la amante, de A.M.Homes
- El africano, de J.M.C Le Clézio
- Quiero, de Márius Serra
- Equivocado sobre Japón, de Peter Carey
- Cineclub, de David Gilmour
- Me acuerdo, de Perec
- Una novela rusa, de Emmanuel Carrière
(Lista donde destaca sobremanera la ausencia de la Carta al padre de Kafka)

miércoles, 5 de diciembre de 2012

No todo está perdido




Me llegan casi seguidos dos avisos acerca de estrenos para la primera quincena de enero: Golem estrena In another country, la película de Hong Sang Soo con la Huppert dentro (y Marin Karmitz en la producción); una nueva distribuidora, Abordar Casa de Películas, con Ramon Colom a la cabeza (o sea, Sagrera bis) estrena Tabú, de Miguel Gomes; dos películas que hace un mes y medio hubiera puesto la mano en el fuego que nunca se estrenarían en nuestro país. 



Se anuncian nacimientos de nuevas distribuidoras, imagino que al socaire del digital, que abarata la exhibición y (supongo) permite amortizar la distribución en canales "alternativos" (alternativos a los multicines, esa plaga que ha hecho con el cine lo que Mourinho con el Madrid), básicamente el dvd y filmin, donde, por ejemplo, se pueden ver los mumblecores que distribuye Cine binario, que tiene la suicida ambición de estrenar en salas Nana, esa relectura muy moderna y minimalista de Caperucita Roja (muy moderna para desgracia de su protagonista, todo hay que decirlo) que ha dirigido Valerie Massadien y que se ha visto en 4+1 y en La Casa Encendida. 



Miñarro y Paco Poch, y algún marciano más han montado Splendor para distribuir sus películas, e imagino que la tendencia seguirá así, un poco como en Literatura, donde la inacabable crisis de grandes editoriales y pequeñas librerías ha venido acompañada de una eclosión de editoriales independientes que le ha dado mucha vidilla a la edición en nuestro país.

La Ley y la doncella



No había visto ninguna película dirigida por Ida Lupino hasta que la Filmo programó un ciclo el mes pasado, del que quedó excluida su, al parecer, vastísima obra para televisión (según cuenta el IMDB). Sólo me pude acercar a ver Hard, fast and beatiful, que me pareció buenísima, y que me ha abierto el apetito para ver el resto de su filmografía, y la última película que dirigió para el cine, The trouble with angels, dirigida cuando ya llevaba más de una década dedicada a la realización de series para la tele (este dato también lo saco del IMDB), y que en España está accesible gracias a la heterodoxa y desmelenada colección que Karma dedica al cine religioso, o espiritual, o como lo llamen.

The trouble with angels es un film que puede considerarse extremadamente provocador, dado que transcurre en un convento católico dedicado a la educación de adolescentes donde no hay monjas lesbianas ni psicópatas, y extremadamente ortodoxo, puesto que vuelve a narrar el desconcertante hecho de que la Ley no sobrevive allí donde no hay transgresión, y que es precisamente el rebelde el llamado a perpetuarla, pues es el único que en su desafío alcanza a percibir su grandeza. Así, ni la Madre superiora ni la película muestran mayor atención por el grupo de jovencitas pijas que son enviadas al internado para recibir una educación esmerada que las sitúe bien en el mercado conyugal de clase alta, y se centran en Mary, la irreductible gamberra que, por otro lado, parece la única que se siente verdaderamente interesada por lo que oculta/revela el rito respecto a lo sagrado.

La summa definitiva de la corrección política




Andaba todo el mundo entusiasmado en versión española con la última (y recién estrenada) película de Cesc Gay, Una pistola en cada mano, y allá que me fui todo ilusionado para encontrarme con una nueva (y no especialmente brillante) variación de lo que llamo female fiction para progres, que viene a ser lo mismo pero invertido que esas novelas de los que los críticos y escritores se burlan tanto y que arrasan (al parecer) entre el público lector femenino, y que no son más que la puesta al día del eterno arquetipo del príncipe azul (y en algunos casos, como Crepúsculo, del Amor cortés). Para los lectores y espectadores a los que les da reparo dejarse engatusar por las historias en las que aparece un hombre que está a la altura de la demanda femenina se ha inventado un género en el que los hombres son un fracaso, incapaces de asumir responsabilidades, infieles irredentos y compulsivos eyaculadores precoces. Pues nada, en Una pistola en cada mano hay un muestrario de todo eso y más, con el mal gusto añadido de que las figuras masculinas suelen ser humilladas por las mujeres al final de cada episodio, para gratificación del imaginario de la vulgata feminista

martes, 4 de diciembre de 2012

Sin noticias de Dios



El único milagro (o elemento fantástico o sobrenatural) que Rossellini se permite en El Mesías no aparece en los Evangelios, y se refiere al curioso hecho de que María, la madre del protagonista, no envejece ni un ápice en los 33 años que transcurren durante la narración, hasta el punto que, en el plano de la Pietá, más parece la hija que la madre del ajusticiado (siguiendo en esto, por otra parte, la tradición icónica occidental). Fuera de esto, nada, ni los trucos más simpáticos, como el de convertir cientos de litros de agua en Vega Sicilia, o darse paseos por encima del lago. El director italiano pone el acento en recordar lo obvio pero que se suele pasar por alto, como que Jesús era judío entre judíos, que era un currante (todo el rato fabricando herramientas cuando no arreglando las redes de pesca), que no tenía estudios, lo que le tocaba las narices a las elites religiosas del momento (sobre todo a los fariseos, con mala prensa desde entonces, aunque gracias a ellos ha sobrevivido el judaísmo a lo largo de los siglos). Y que era un tío de lo más sociable, que prácticamente nunca está solo en el plano. Eso sí, su padre que está en el cielo se parece a todos los padres modernos, y su rasgo principal es una ausencia escandalosa durante toda la vida de Jesús.