martes, 25 de octubre de 2016

La poesía antes de Auswitch

A estas alturas convendría volver a recordar que el famoso aforismo de Adorno sobre la poesía y Auschwitz fue proferido "en caliente", por así decir, y data del 46, con la guerra recién terminada, con lo que no tiene mucho sentido seguir esgrimiéndola cuando la mayoría de los poetas actuales han nacido después de guerra mundial y no vivieron el shock en directo, de la misma manera que es poco probable que hoy nadie se plantee problemas teológicos porque en 1755 hubiera un terremoto en Lisboa.

Pero esta entrada se ocupa de alguien que sí abandonó (en cierto modo) la poesía antes incluso de que Auschwitz fuera creado, aunque ya se vislumbrara en el horizonte; me refiero a Chaplin, que ideó una parodia de El triunfo de la voluntad y acabó haciendo desaparecer a su personaje para para asumir la palabra prácticamente en primera persona en uno de los discursos más famosos de la historia del cine, el que cierra El gran dictador. Conviene volver a las grandes películas de vez en cuando porque hay cosas que se olvidan y otras que se pasan por alto. Yo no recordaba que el film se cierra no con un plano de Chaplin, ni siquiera con uno de las masas que lo escuchan, sino con el rostro de Paulette Goddard iluminado por el sol y por las palabras que acaba de recibir. Evidentemente el director inscribe en el texto la reacción (que espera) de los espectadores al escuchar la soflama democrática, pero al margen (o por encima) de esa función empática nos encontramos con uno de los mejores primeros planos femeninos que se hayan visto en una pantalla.

Tal vez Chaplin se encontraba ya mayor para la pantomima. Para mi gusto la mejor secuencia cómica es la que transcurre en la mesa a la que están sentados el grupo de judíos protagonista, delante de un bizcocho en el que se esconde una moneda que designará al "voluntario" que se inmolará para volar el palacio del dictador. El tempo y el montaje es magistral, aunque me sorprende la audacia que supone que la secuencia se articule como una referencia jocosa a la última cena, tanto del relato evangélico como de sus referentes pictóricos.

jueves, 20 de octubre de 2016

Lo que nadie ha dicho nunca de las películas de Straub y Huillet, o un comentario donde no se va a utilizar el término "radical" por primera vez en la historia de las exégesis de la obra de la famosa pareja

Las de Huillet y Straub son las mejores películas de la historia del cine para aprender idiomas.

Dedicado a Sergio Sánchez, mon semblable, mon frère

miércoles, 19 de octubre de 2016

Que se perturben ellos...

Los azares de la cinefilia ecléctica que aquí nos gastamos me ha llevado a ver Elle y Passion (una película de Brian de Palma del 2012 con fotografía de Alcaine que no me suena que se estrenara en España) prácticamente el mismo día. Como todo el mundo sabe la peli de Verhoeven ha sido consensuadamente aclamada desde su pase en Cannes este año y twitter está lleno de ditirambos en los que se elogia su carácter perturbador, subversivo y transgresor, y como en un twitter no caben más que los ya míticos 140 caracteres no hace falta explicar qué subvierte ni qué transgrede, aunque lo que queda claro es que los que se perturban y escandalizan son siempre los otros; y como casi nadie recordará cuento aquí que la de Brian de Palma tuvo también una consensuada acogida, pero negativa, tras su pase en Venecia. Vistas las dos en programa doble, me han parecido un poco lo mismo, aunque en Passion hay bastante más pitorreo con el material narrativo (bueno, a todos los niveles, porque la McAdams tiene pinta de habérselo pasado como los indios y a Alcaine le han debido de dejar que se soltara la melena todo lo que le viniera en gana); tal vez el aire de familia venga de que cuentan con el mismo productor, Saïd Ben Saïd, al que en el mundillo cinematográfico gabacho consideran casi un superhombre por haber colocado este año un par de films en la sección importante de Cannes (Elle y Aquiarius), proeza que según los cannelólogos sólo está al alcance de los elegidos por los dioses.  

martes, 18 de octubre de 2016

S/H ON WORK

Dentro de la espectacular oferta cinematográfica que nos depara este octubre a los que vivimos en el centro del imperio, idónea para hacerse un curriculum envidiable para codearse en los círculos más exclusivos de la cinefilia pija (Straub & Huillet y sus discípulos Farocki y Pedro Costa, más Jacques Becker para relajarse) se ocultan dos modestos documentos-homenaje que muestran a la pareja de titanes currando: "Jean-Marie Straub y Danièlle Huillet ruedan una película a partir del América de Franz Kafka", de Farocki, y "¿Dónde yace vuestra sonrisa escondida?", de Pedro Costa. Los dos son muy divertidos (bueno, sólo si te interesa la pareja de directores) y complementarios, ya que Farocki testimonia la exhaustiva labor de preparación que se llevaba a cabo con los actores (y que a ratos uno tiene la impresión que linda con la locura) y una jornada de rodaje (Straub pertenece al linaje -como el propio Costa- de los directores que repiten una toma hasta la extenuación) de la estupenda (aunque yo creo que sólo comprensible si has leído la novela) adaptación de la obra de Kafka.
 No sé si porque Costa conocía este documental, o porque cuando le encargaron el proyecto era lo que estaban haciendo, el portugués nos muestra a Straub y a Huillet delante de una moviola montando Sicilia!; en las cerca de dos horas que dura el documental Jean-Marie y Danièlle consiguen ponerse de acuerdo en el fotograma de corte de un par de planos, con él paseándose como un galán histriónico y ella fija en la silla sin apenas moverse (en el de Farocki la cosa era parecida). La impresión que uno saca es que esta mujer era una santa de paciencia infinita, aunque nunca se sabe con estas cosas...