jueves, 20 de octubre de 2016

Lo que nadie ha dicho nunca de las películas de Straub y Huillet, o un comentario donde no se va a utilizar el término "radical" por primera vez en la historia de las exégesis de la obra de la famosa pareja

Las de Huillet y Straub son las mejores películas de la historia del cine para aprender idiomas.

Dedicado a Sergio Sánchez, mon semblable, mon frère

3 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Ohhh, que sepas que yo siempre os reivindico (a ti y a tu blog) como los únicos del mundo capaces de admirar a Godard y hacer bromas sobre él al mismo tiempo (sin contar lo mucho que Godard se admira y hace bromas sobre si mismo). Y no es poco elogio.

Luis S. dijo...

Sobre lo que decías de De Palma y Verhoeven y el "más de lo mismo" transgresor y subversivo... algo relacionado, aunque no directamente (pues los directores que mencionaré son peores).

Hoy día hay un tipo de críticos tan acostumbrados al ditirambo enfrentados a la típica película "festivalera" que apenas sabe uno de quién fiarse. En las últimas semanas me he sentido casi estafado ante un Larraín, un Strickland, un Lanthimos (¡vaya timo!) y un Ostlund. Películas puestas por las nubes por, en efecto, su carácter transgresor, subversivo, etc.

Lo que debía de ser, en los sesenta o setenta, qué sé yo, desayunarse con un Godard, comer un Antonioni, merendar un Cassavettes, cenar un lo que sea.

Veo en cineastas y críticos festivaleros de hoy día una clara vocación a epatar o sentirse epatados atacando motivos o convenciones que uno creía ya lo suficientemente atacadas desde hace cincuenta años... Y de talento cinematográfico puro, mejor ni hablar. Lo de Lanthimos, de lástima.

Saludos.
Luis

abbascontadas dijo...

La verdad es que lo que me hace más gracia son los comentarios esotéricos que Godard o Straub suelen generar en sus exégetas (por otro lado Straun y Huillet me parecen más "serios" -también en el sentido peyorativo del término- en su producción teórica que el caótico suizo).

Luis, a mí me hizo gracia ver dos pelis seguidas, ambas encargos del mismo productor, ambas dibujando un espacio de perversión generalizada, ambas con una abrumadora influencia de Hitchcock (+ Buñuel en el caso de Verhoeven) que habían tenido tan opuesta acogida crítica, sin que yo viera razones para esa disparidad (la verdad es que las dos me gustaron, aunque a la hora me cansan, cuando descubres desalentado que es la enésima variación sobre mujeres locas en un mundo en el que todos los personajes masculinos son unos cretinos, que lo verdaderamente radical hubiera sido hacer El manantial, por ejemplo, película de la que el público actual sale verdaderamente conmocionado). A mí la de Ostlund me gustó, pero no deja de ser un epígono más de Viaje por Italia con una pereja de la que el deseo ha desaparecido (podríamos decir lo mismo, El hombre tranquilo es más radical y salvaje). Lanthimos de acuerdo, a ver si le ponen a hacer episodios de Black mirror, lo mejor que puede hacer con sus ocurrencias...