martes, 24 de mayo de 2016

Top Ten Cannes 2016

La conspiración que me ha impedido acudir a Cannes este año me ha permitido seguir el certamen desde la lejanía, lo que va a hacer posible realizar un balance más extenso y completo de lo que era habitual, al no estar constreñido por las películas que había visto: como diría un sabio taoísta, al no haber visto ninguna puedes hablar de todas. Aquí va lo más molón de este Cannes:

1- Francia tiene paletos geniales
En España queremos sacar campesinos y nos sale El olivo, que parece el director´s cut del anuncio de Casa Tarradellas. Francia tiene a Guiraudie y a Dumont. Por lo leído, resulta evidente que ningún crítico madrileño se tomó la molestia de pasarse por la filmo a ver el ciclo de tapadillo que le dedicaron al director de El desconocido del lago. Los que nos lo pasamos pipa estamos deseando ver Rester vertical. Ma loute va en el pack.

2- El imperio (heteropatriarcal) contraataca
De un par de años a esta parte sólo dos pelis se han acercado con grandeza al tema del matrimonio: Love is strange y E agora? Lembra me. El matrimonio heterosexual parecía desterrado a las TV movies, pero Cannes programó el mismo día Loving y Paterson, un programa doble que explora el lado heroico y sublime (respectivamente) que puede tener el compromiso matrimonial. A los franceses no acabó de convencerles (esclavos como son los pobres de la perversión, merecido castigo por haber dado cancha al cretino de Lacan), pero la crítica internacional levitó.

3- Rumanos y gitanos, primos hermanos
Los periodistas patrios se tomaron como una afrenta personal que el festival programara dos pelis rumanas en la sección a competición. Para vengarse, comentaron al unísono que Sieranevada ya la había hecho Berlanga mucho mejor. De Mungiu, alguien dijo a la salida del cine que como 4 meses... ninguna, y todos decidieron copiar el comentario para ahorrarse trabajo.

4- Padres e hijas
Si las madres son omnipresentes en el cine contemporáneo (ahí tenemos a Dolan, que no habla de otra cosa) los padres han retornado a la alfombra roja por todo lo grande: todo el mundo se hacía eco del éxito de Toni Erdmann, una peli de un padre que va al rescate de su hija. Por descontado, este "deseo de padre" sólo es perdonado (y ensalzado) si viene de una mujer. Graduation, de Mungiu, también tiene sus fans, pero menos.

5- El cine siempre necesitará chicas guapas
Igual luego son malas, pero uno no puede dejar de percibir cierto puritanismo progre en la inquina con la que han sido recibidas algunas películas en cuyo centro se encontraban guapísimas actrices,  para más inri filmadas en todo su esplendor: ya sólo por ver a sus protas me voy a acercar a ver Personal shopper, The neon demon, y hasta American honey.

6- El cine español lo peta
Había cuatro españoles por Cannes, y todos han pillado. Timecode se ha llevado el premio al mejor corto de la sección oficial, y eso que desde el principio se consideró el mejor corto de la sección oficial. Lo de Mimosas tiene todavía más mérito, porque hay consenso universal de que era la mejor peli de la Semana de la Crítica, y va y le dan el premio a la mejor peli de la semana de la crítica. El pobre Serrra se va hundido de tantas alabanzas que se ha llevado La muerte de Luis XIV, que la mitad de los críticos han considerado lo mejor visto en el certamen; en una de estas hasta Boyero lo elogia. Almodóvar ha tenido la suerte de no estar en el palmarés el año en que se ha consensuado que recibir un premio es una afrenta porque las buenas de verdad se han quedado fuera.

7- La familia for ever
Si las parejas en crisis ya sólo se llevan en Irán (aunque Farhadi haya pillado cacho en la gala de clausura) la familia es incombustible. Ahí tenemos Sieranevada y a Dolan, que ya ha instituido y perfeccionado su histriónica manera de agradecer los inevitables premios que sobre él derraman. Para estupor de propios y extraños, los críticos españoles se han quejado de que la familia del canadiense gritaba mucho. Se ve que todos se han criado entre cartujos.

8- El presente es mujer
Una de las hipótesis estrellas de este blog, la de que ya sólo hay relatos para los personajes femeninos, vuelve a demostrarse en esta edición de Cannes: Aquarius, Elle, Victoria, Personal shopper, Ma' Rose...si la polémica sobre las pocas directoras que presentan sus trabajos en el festival está en los media es porque se trata de un debate intrascendente. De mucho más calado es la reflexión de por qué han desaparecido los trayectos narrativos para los sujetos masculinos.

9- Viejos
En el top five hay que situar Le cancre, que el renacidamente prolífico Paul Vecchiali ha presentado en alguna sección rara. Hay algo fascinante en la pulsión creativa que les entra a algunos directores cuando pasan de los 70. Aunque sólo sea por eso merecerá la pena echarle un vistazo a lo que han hecho Bellochio, Schrader, Allen o Loach...   

10- Siempre nos quedará Asia
Si el año pasado a mí me encantó Jia Zhangke y al resto del universo Hou Hsiao Hsien, este año Park Chan-wook y Brillante Mendoza han tenido bastantes menos palmeros. Nos quedamos con lo último de Rithy Pahn y (para que no se nos acuse de exquisitos) de Na Hong-jin, sin olvidarnos de Nadav Lapid (en este blog Israel está en Asia). E incluimos aquí La tortuga roja, el anime francés de Ghibli.

sábado, 21 de mayo de 2016

Sarandon & Deneuve

Aunque mis compañeros de mesa tienen la idea de que no veo nada por debajo de Bresson o Dreyer, cual epígono intelectual de Schrader, la verdad es que soy bastante más omnívoro que casi todos los cinéfilos que conozco. Esta introducción es para comentar un nuevo género que he descubierto recientemente y que bautizaría (porque dudo que nadie le haya puesto nombre) como cine trash de buen gusto, y donde metería cosas como Zombis nazis, Bone tomahawk o Zombeavers, películas supuestamente gamberras de factura técnica tan impecable como insípida (Bone tomahawk además con ínfulas autorales, se ve que su director era el primero de la clase de su escuela de cine). No hace falta decir que cualquier Lucio Fulci molaba mucho más.

Y entramos en harina (teórica). Susan Sarandon (señora que a muchos amigos cae muy bien, no sé por qué) ha pasado por Cannes comentando varias cosas, entre ellas alguna corrección sobre su personaje que hizo desde su sabiduría y experiencia a un novato  Tony Scott en El ansia, un gore esteticista de la primera mitad de los 80, y que me he vuelto a ver gracias a Filmin. La verdad es que en su día no me gustó, pero vista hoy ha ganado puntos: ver en la ducha a  Deneuve y a Bowie juntos impacta, aunque resulte obvio que los planos de cuerpos pertenecen a dobles. También molan más ahora después de haber visto como Von Triers copia/homenajea la secuencia en el comienzo de Antichrist(o). Descubro que Tony Scott había visto Arrebato. Descubro que a Tony Scott le gustaba el giallo. Descubro que la Deneuve ha hecho un montón de películas rarísimas y que nunca se le ha reconocido, que si la gran dama del cine francés y cuando miras su filmografía siempre anda enredada con marcianos, el último Vecchiali. Descubro que Bowie anticipó su deterioro físico de una manera que, vista hoy, da un plus de potencia a la película. Que Tony Scott utilizó los filtros azules de una manera insufrible desde el principio. Que no hay vampiros pobres, aunque aquí tengan que vivir en el museo Cerralbo. Y que el principal hándicap del film (que anticipa el insoportable lesbian chic que nos invade) es que nadie se puede creer que ninguna vampira, aún después de milenios de convivencia, prefiera a la pavisosa progre de la Sarandon antes que a Bowie aunque tenga insomnio. 

viernes, 20 de mayo de 2016

El hombre sin atributos (ficcionales)

Hoy estrenan (al menos en Madrid) La venganza de una mujer y Más allá de las montañas, para mi gusto dos de las mejores películas que podremos ver este año y que muestran la buena salud de ese género que tan versátil se está mostrando en nuestros tiempos que es el melodrama. Las dos giran en torno a una mujer, en referencia tanto al personaje central de la trama como al cuerpo (y la voz) de la actriz que la encarna (característica esta que comparte con mis películas favoritas de este año, Mia Madre, Julieta y Cemetery of splendeur). En el caso de la sublime película de Rita Acevedo la narración nos muestra a una mujer cuya entrada en campo, tanto su discurso como su presencia física, abate al personaje masculino que parecía llamado a articular el relato, condenándole al silencio y a los márgenes de la puesta en escena. 

Si bien los medios se llenan de noticias sobre la falta de mujeres en la dirección o la discriminación salarial en Hollywood (con involuntariamente hilarantes piezas en los informativos en las que se nos informa de que Robin Wright ha conseguido igualar su salario con Kevin Spacey en House of cards) el motivo de reflexión debería ser el por qué de esta ausencia de relatos para personajes masculinos: de lo que he visto este año de cine reciente podría destacar El francotirador, que es principalmente una relectura de El sargento York que certifica la desaparición en nuestra contemporaneidad de la vía heroica.

jueves, 19 de mayo de 2016

De Godard a Apichatpong

El otro día me vi el fragmento de Histoire(s) du cinéma en el que salía Serge Daney diciendo cosas bastante interesantes (como casi siempre) mientras era interrumpido de vez en cuando por Godard farfullando banalidades incoherentes (también como casi siempre). Ya he comentado alguna vez el eterno desconcierto que me produce el arrobamiento con que suelen ser recibidas las palabras del director suizo, que en la mayoría de los casos no pasan de boutades sin sentido aptas, eso sí, para las exégesis más enrevesadas (afortunadamente, para sus muy hermosas películas tira a mansalva de citas ajenas). No deja de ser curioso que se recuerde menos una de sus confesiones más sinceras, cuando se definía a sí mismo como un director menor.

Entre sus aforismos más famosos se encuentra el que profiere en Notre musique acerca de la creación del estado de Israel y la entrada de los judíos en la ficción y de los palestinos en el documental, y al que se le pueden dar muchas vueltas, pero que aquí vamos a cruzar con el comienzo de Mysterious objet at noon, primer largometraje de A. Weerasethakul que ahora anda dando vueltas por España de la mano de Capricci, cuando la cámara, tras un largo paseo por alguna ciudad tailandesa, se detiene en un puesto ambulante y le pide a la joven que lo atiende que cuente una historia. La chica narra un momento realmente dramático de su vida, cuando prácticamente fue vendida por sus padres, que eran pobres, a un familiar. El interlocutor la interrumpe para decirle que eso está bien, pero que lo que ellos quieren es una historia de ficción, y así nuestra entrevistada se convierte en la primera narradora de la marcianada (en varios sentidos) que se irá desarrollando a lo largo de este film que ya tiene su pequeño culto.

Y esta escena fundacional se puede considerar una especie de manifiesto estético por el que el director reclama el derecho para (lo que solía llamarse) el tercer mundo a entrar en la ficción y no ser simplemente objeto de documental, esto es, sufrir la condena de no poder hacer otra cosa que articular una enumeración de penalidades e injusticias, como les pasa a los palestinos, eternas víctimas hoy algo preteridas por desgracias más mediáticas.