domingo, 30 de diciembre de 2007

Un Straub y un Begrman de una tacada!




Sábado 29 de diciembre: mientras las masas andan atormentadas por el menú y la fiesta de Nochevieja, los regalos por comprar y el asesinato de Benazir Bhutto, yo me voy a la Filmo a ver La Crónica de Ana Magdalena Bach, primera (creo) película de Straub, que no había visto hasta ahora, para escándalo del 0'00001 % de la humanidad que sabe quién es Straub. Para mi desdicha, la ponen en una copia de 16 mm. con lo que el sonido es infame, hándicap importante cuando el 90 % del metraje es música. La Crónica ... puede ser considerado un musical bressoniano (la influencia del jansenista es palmaria) o un sobrio documental. Oímos la voz en off de la segunda esposa del compositor alemán desgranando acontecimientos de su vida (el matrimonio, el ascenso social del músico, las rencillas provincianas, la muerte de alguno de los numerosísimos hijos, los últimos días de Bach), y asistimos a las interpretaciones de algunas de sus obras en largos planos más bien estáticos. El superstar Leonhardt hace de Bach, y muy bien, por cierto, en una clave muy diferente al Bach que nos presenta Portabella en su reciente película. Los subtítulos se empeñan en traducir Klavier por piano, cuando hasta un analfabeto musical como yo sabe que la aparición del piano como instrumento total es bastante posterior. Justo antes de empezar la peli se sienta a mi lado un espectador que debe de llevar un par de días sin cambiarse de ropa. El metro huele fatal... Rozarse con los humanos tiene esos inconvenientes, y supongo que por eso la red arrasa.


En fin, salgo de la Filmo y me voy al Fnac a comprar la Wii, que mi hermano ha prometido regalar a sus sobrinos, que a la vez son mis hijos, con la única condición de que la compre yo. Al parecer la dichosa (y exitosa) consola prácticamente ha desaparecido de las tiendas. Sólo queda un modelo con un par de juegos absurdos. El precio me parece desorbitado, pero como mi hermano ha devenido millonario desde que trabaja para el Ministerio me la llevo al Círculo de Bellas Artes, donde he quedado con mi hermana parisina para ver Secretos de un matrimonio, serie televisiva de Bergman que sólo recuerdo haberla visto en una tele en blanco y negro. Mi hermana me dice que dura tres horas. Cuando llevo una le digo que me voy, que me estoy durmiendo y que ya la terminaré de ver en otra ocasión. Está compuesta de largas secuencias muy dialogadas, como piezas de teatro de cámara. Las primeras secuencias las repitió Woody Allen en Maridos y mujeres, y se nota que al judío neoyorkino le encanta la película, y no es para menos, porque los diálogos son soberbios. Ahora que venden las pelis del sueco en los quioscos, a ver si me hago con un dvd y lo veo con Inma, a la que creo encantará la peli.

No hay comentarios: