domingo, 23 de diciembre de 2007

El día en que volví a ser cámara



Hay retransmisiones que son extremadamente sencillas, como la de este fin de semana en Alcobendas. Pero hay mil maneras de que algo se complique, y más cuando hay un par de docenas de trabajadores de TVE implicados, y además un domingo por la mañana.

Así que no había salido del metro cuando Cristina me llamó para decirme que un cámara había tenido un accidente y que probablemente no iba a llegar. Lo siguiente que me dijo es que se había ido a urgencias porque se le había hinchado un ojo del golpe con el airbag. Así que llegué a la iglesia y se lo conté al realizador, que decidió dejar la cámara que llevaba el angular en general, sin que los cámaras se opusieran. Pero hablando con Cristina de nuevo me dijo que lo podía hacer yo, y como a ella le pareció bien, y nadie puso pegas, e incluso hizo cierta gracia, me subí a la cámara y me hice la misa, lo que me ha servido para reafirmarme en el acierto que supuso pasarme a producción, porque ha sido un auténtico tostón.

Y como todos tiramos a supersticiosos, aunque no lo reconozcamos (o podríamos decir que nuestra mente tiende compulsivamente y por naturaleza a tender relaciones de cuasa-efecto entre todos los fenómenos), cuando me han contado que uno de los conductores de los tropecientos vehículos que llevamos a las retransmisiones no ha podido ir porque le habían parado en un control de alcoholemia y le habían inmovilizado el vehículo, me he asustado pensando que algo estaba ocurriendo y que la cosa se podía poner complicada.

Aunque marrón el que tenían en la Misa Evangelista, que retransmiten en directo esta tarde, sin que nadie se haya tomado la molestia de transmitírselo a emisiones, con lo que noy hueco en la parrilla.

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