miércoles, 10 de junio de 2009

Juventud en marcha


Como hitos de mi regreso a la normalidad tras las semanas pasadas fuera de casa están mi visita a la biblioteca del barrio, de donde he sacado la autobiografía de Ballard y una novela de Pablo d'Ors, y el regreso a la Filmo, donde me acerqué a ver un rato Juventud en Marcha, la celebérrima película de Pedro Costa, que a estas alturas ha debido de ver todo el mundo porque éramos pocos en la sala. Como estaba cansadísimo sabía que no la vería entera, y en cuanto empezaron a cerrárseme los ojos me fui a casa. En el metro me entretuve leyendo el fascículo que han sacado los de Cahiers cantando loas al radical cine del portugués. Yo debo confesar que no aguanté entera En la habitación de Vanda, qué le vamos a hacer, todos tenemos nuestros momentos de debilidad.
El caso en que Juventud... es mucho más transitable, desde luego. Tiene bastante gracia, aunque no creo haber leído en ningún sitio ese lado de comedia que tiene, empezando por el título, ferozmente irónico. Ya se sabe que el protagonista es Ventura, un inmigrante caboverdiano jubilado un tanto pusilánime al que acaba de dejar su mujer, o su novia (en realidad el propio Ventura no tiene muy claro quién ha sido la mujer que lo ha abandonado), a la que vemos en una secuencia fabulosa al principio de la peli (tras un plano general en el que salen despedidos por una ventana todos los enseres de una casa, plano emblemático de la comedia de toda la vida) rememorar un recuerdo de su infancia cuchillo en mano y mirando agresivamente a cámara, antes de fundirse con el negro del fondo y salir de la ficción. Luego nos enteramos de que no es a nosotros, si no a Ventura al que van destinados improperios y amenazas.
Total, que Ventura se dedica a vagabundear por el barrio y a contarle sus cuitas sentimentales a todo el que se encuentra por el camino, a los que denomina sus hijos aunque las más básicas leyes de la genética hacen imposible que esos pálidos habitantes de las chabloas tengan nada que ver con nuestro héroe, salvo una chica que no le hace mucho caso ni cuando le lleva comida. Aunque Ventura es habitualmente grabado en un contrapicado majestuoso, como protagonista tira más bien a débil. Salvo quejarse un poco de la situación y confesar que se la tiene bien merecida, poco más hace que escuchar pacientemente las diatribas de la famosa Vanda, que cuando hace acto de presencia no deja meter baza a Ventura y no para de hablar.
Hay una secuencia bastante divertida en la que un agente social le ofrece un piso blanquísimo a nuestro personaje, que se queja de que hay pocas habitaciones para tantos hijos como tiene, y la última secuencia que recuerdo tiene lugar, un tamto desconcertantemente, en un museo, lo que choca con todo lo que hemos visto hasta ahora. Ahí es cuando me di cuenta de que el cansancio me cerraba los ojos, y como me estaba gustando bastante lo que estaba viendo decidí esperar con paciencia a que la pongan otra vez y así descubrir si Ventura recupera a su mujer, se hace con un piso más grande, celebra su cumpleaños rodeado de su inverosímil progenie o ver como acaba todo.

3 comentarios:

Ventura dijo...

Me alegra que hayas visto mi pelicula. Pero se te ha olvidado mencionar a mi gran amigo Lento. Desde aqui aprovecho para saludarle.

abbascontadas dijo...

Gracias, Ventura;
por cierto, que leí tu gloriosa reseña de tu paso por Cannes para presentar la peli de Costa: la mejor descripción del gremio de los críticos españoles que he leído nunca.

Un saludo

Ventura dijo...

Gracias por habernos leido Abbascontadas. Continuaremos en contacto.

Saludos.