jueves, 19 de julio de 2012

Llega un extraño



Pasolini rodó seguidas un par de variaciones sobre el conocido tema del extraño que llega a un espacio que acaba poniendo patas arriba. Edipo Rey narrativiza la tragedia de Sófocles y en Teorema una especie de ángel llega de invitado al casoplón de un industrial para que toda la familia (incluyendo a la chacha) se lo cepille. No se parecen en nada, aunque tal vez la principal diferencia es que la adaptación de Sófocles está muy bien mientras que Teorema es una gilipollezc como un piano, aunque por esas cosas que tiene el prestigio diría que es más famosa que el Edipo.

A Pasolini le debía de ir todo, y en los sesenta se dedicó a darle brillo a algunas de las obras claves de la cultura occidental, y así rodó su archifamoso Evangelio según San Mateo, tan buena que hasta recuerdo que en el cole un profe del Opus reconocía que era la mejor adaptación que se había hecho de la figura de Cristo, aunque pareciera un poco rojo. En el tintero se dejó una peli sobre la figura de San Pablo, y en su lectura de Sófocles incorpora la inevitable interpretación cristiana y freudiana: el tema fuerte del film es precisamente la imposibilidad de recuperar una lectura "inocente" de la tragedia: la culpa de Edipo es el pecado original y la pulsión incestuosa,

En Teorema Terence Stamp sólo tiene que hacer acto de presencia para que los cuatro miembros de una familia de la alta burguesía se despelote con la sana intención de llevárselo al catre, con mención especial a Silvana Mangano, que tiene aquí una de las escenas más bochornosas de la historia del cine. Como este chico debe de ser un enviado celestial, su rabo tiene sorprendentes efectos taumatúrgicos: el padre descubre que le mkolan los chicos, la madre tiene un orgasmo por primera vez en la vida, la niña tiene su primera experiencia sexual y el chico descubre su vocación de pintarrajeador de vanguardia y compulsivo teorizador. Aunque la parte más graciosa se la lleva la criada, una Laura Beto que deviene curandera que hace milagros y levita en sus ratos libres. Cuando el chico se va, todos se quedan muy consternados porque les ha cambiado la vida: al padre industrial no se le ocurre otra cosa que dejar su fábrica a los obreros y despelotarse en medio de la estación de tren de Milán para, en el siguiente plano, aparecer en un desierto clamando al señor por sus pecados cometidos, la madre se dedica a la búsqueda de copias de su objeto absoluto de deseo, cosa que probablemente no consigue porque la dejamos en el trance de doblar la dosis de polvetes con adolescentes, el chico se dedica a derramar botes de pintura a ciegas sobre un lienzo, y la chica acaba catatónica, invirtiendo el cuerso normal de los cuentos tradicionales: aquí es el beso del prínciipe el que manda a la princesa a dormir. La criada, como se ha dicho, se hace mística en su pueblo natal y cura escrofulosos y acaba en una zanja haciendo surgir una fuente milagrosa.

La peli divertida que podía haber rodado Pasolini la hizo Miike años después, su desopilante Visitor Q.

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Yo vi en su día "Teorema" también con cierta sorna (en sesión de noche en un café que proyectaba películas, tiempos!), pero no me molestó, vamos, es que me costaría pensar que ese argumento pueda admirarse completamente en serio. La recuerdo provocando el asombro humorístico que provocan muchos melodramas.

abbascontadas dijo...

Yo también recuerdo haberla visto en la filmo con amigos y salir haciendo chistes (como que era el antecedente de Autopista hacia el cielo), pero vista en casa a solas provoca perplejidad: sería un film a clé, señalando a figuras conocidas de la sociedad italiana de la época?

La que me ha parecido mejor de lo que recordaba era Edipo rey, se ve que a Pasolini lo que le molaba era rodar en el desierto (que ya me contarás por qué la Grecia clásica tenía que ser ese desierto sin árboles)