miércoles, 12 de agosto de 2015

Poesía y confeti


   En la entrada del diario de Zenobia Camprubí del 11 de marzo de 1937 encontramos una descripción del curioso modo de trabajo de Juan Ramón Jiménez, si bien, si atendemos a las propias palabras del poeta, era un trabajo de pareja: esa misma mañana, según Zenobia, JRJ se muestra muy contento y comenta: "Esto es lo único que vale la pena, este trabajo que hacemos juntos".

   El poeta corrige sobre el manuscrito y dicta a su mujer; vuelve a trabajar sobre la copia a máquina, más clara, "y a menudo dicta una tercera vez". A Zenobia le gustan los manuscritos de su marido y le gustaría conservarlos, "pero mientras va dictando tacha las palabras una a una" y al final rompe el papel en pedacitos "con deleite, como si fuera un trabajador quitando el andamio", en lo que se adivina, además del deleite, la meticulosidad y atención con la que acometería la acción, por no hablar del cuidado que pondría el muy pulcro Juan Ramón en tirar hasta el último trocito de papel a la basura; y no deja de ser curioso que escritor tan obsesionado con la presentación de su Obra se mostrase tan desapegado con sus originales.

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