viernes, 20 de mayo de 2011

Apología del cine pequeño



Frente a los grands auteurs (Malick, Von triers, Almodóvar, Sorrentino) en el festival se ha podido ver la obra de los disidentes, aquellos que simplifican el cine en su origen, que se niegan a ser devorados por su magnificencia. Ahí está Kaurismaki, con sus sencillísima puesta en escena y el adelgazamiento de su relato hacia lo esuqemático, un camino que le lleva a hacer magníficas películas, pero que, en cierto sentido, le lleva a la esterilidad: no es extraño que, tras su prolífica furia filmadora del comienzo de carrera, tarde ahora cuatro o cinco años en montar un film.


Hoy me he visto The day he arrives, de Hong Sang Soo, un nuevo manifiesto del coreano en el que renuncia a esa carrera que parecía conducirle inevitablemente a su consolidación como el cineasta oficial de prestigio de Corea, puesto que parece que ha decidido dejarle al ampuloso Park Chan Wook. Aquí volvemos a tener esos planos largos en que los personajes dialogan eternamente, reencuadrados por zooms que parecen alardear de su mal gusto, y nos volvemos a encontar a ese personaje fetiche de Sang Sioo, el director de cine de autor, un poco ridículo, vagamente fracasado, que va encontrando mujeres a las que decepciona inevitablemente, siempre sorprendido de que alguien se tome la molestia de interesarse por él. Aquí nos lo tropezamos unos días en Seúl, donde en una especie de bucle se encuentra todos los días con la misma gente en los mismos lugares sin que la acción progrese apreciablemente, hasta que irrumpe una mujer a la que le hace promesas que se las lleva el viento.

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