Ya hemos vuelto a Madrid, ayer, un viaje en nuestro Rover antiquísimo siempre con miedo a que se quedara tirado en Despeñaperros, con la carísima Redone en el maletero y apilada en el asiento de atrás.
El domingo, último día de rodaje, tuvimos una jornada algo sensata y fue lo más parecido que hemos conocido a una pla de roaje cumplido. Rodamos enlos Bañuelos, unos baos árabes qu hay en el Albaicín. Descargar el material fue una pesadilla, las furgonetas tenían que interrumpir el tráfico y Granada es una ciudad con muchos cortes y un tráfico demencial, así que cualquier actuación de este tipo encuentra siempre una respuesta indignada en la población, ya preparada automáticamente por la costumbre para el cabreo y la disputa. Un conductor llamó a la Policía Local, seguro de que se nos caería el pelo; afortunadamente teníam,os algo parecido a un permiso impreso en papel oficial: nos cayó un pequeño chorreo y los policías, probablemente habituados a este tipo de lances, se marcharon a otro sitio haciendo la vista gorda.
La noche del sábado teníamos previsto grabar en el Albaicín, que supone ser un laberinto en el mundo onírico de la niña protagonista, pero un tormentón vespertino nos hizo renunciar y cambiar de planes sobre la marcha: El barrio morisco quedará para más adelante, cuando nos caiga del cielo financiación.
Uno de los problemas más curiosos de este mundo de los rodajes es que nadie confiesa sus limitaciones o carencias. A cualquier pregunta se responde con que uno es capaz de hacerlo, aunque eso no sea cierto. Con lo que hay cosas que se podrían hacer de manera sencilla que acaban complicándose. Un ejemplo: se le preguntó a la steadi si podría hacer un plano contrapicado fijo, dijo que sin problemas y luego perdimos un montón de tiempo por esa chorrada.
El corto no está terminado, nos faltan planos y la escena del Albaicín. Como dice Mercedes, tal vez ha llegado la hora de dar con un gestor eficaz.
La noche del sábado teníamos previsto grabar en el Albaicín, que supone ser un laberinto en el mundo onírico de la niña protagonista, pero un tormentón vespertino nos hizo renunciar y cambiar de planes sobre la marcha: El barrio morisco quedará para más adelante, cuando nos caiga del cielo financiación.
Uno de los problemas más curiosos de este mundo de los rodajes es que nadie confiesa sus limitaciones o carencias. A cualquier pregunta se responde con que uno es capaz de hacerlo, aunque eso no sea cierto. Con lo que hay cosas que se podrían hacer de manera sencilla que acaban complicándose. Un ejemplo: se le preguntó a la steadi si podría hacer un plano contrapicado fijo, dijo que sin problemas y luego perdimos un montón de tiempo por esa chorrada.
El corto no está terminado, nos faltan planos y la escena del Albaicín. Como dice Mercedes, tal vez ha llegado la hora de dar con un gestor eficaz.
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