Las vacaciones permiten recuperar rituales ancestrales que uno pensaba definitivamente archivados en el desván de los objetos olvidades, así que igual que hay gente que se disfraza con una caperuza en Semana Santa y se marcha a ver procesiones, yo me vuelvo a comprar El País y me lo leo en papel. Ayer, sorprendentemente, había dos artículos interesantes aunque algo insuficientes que me llamaron la atención.
Uno era de Vargas Llosa, en el que recordaba que Zelaya, que tanta solidaridad internacional ha despertado, era un zote, un corrupto, un impresentable, y que su envío en pijama al extranjero no fue fruto del capricho de un general con ansias de mando, si no que era una orden dada por el parlamento. Zelaya estaba a punto de ser destituido por todas las instituciones del país, tan constitucionales como él; y es que la coletilla que no ha dejado de oírse acerca del presidente "constitucionalmente elegido" se parece mucho al "derecho divino" que otorgaba el poder a la monarquía absolutista y que tanto fue invocado por las monarquías europeas en el Congreso de Viena post-napoleónico (yo, que pienso que las monarquías, contra la trivial doxa contemporánea, tienen muchas ventajas y virtudes, creo que la principal es que los monarcas tienen un cuello que se puede -y se debe- rebanar de vez en cuando; pues lo mismo con los presidentes constitucionalmente elegidos). Zelaya había promovido un referendum para ser reelegido contra el mandato de la constitución, y vistos los precedentes de la zona todo el mundo se había movilizado para pararlo, empezando por su propio partido. La señora que cuida a los padres de mi mujer es hondureña, y cuenta que a Zelaya no lo quería nadie, que los que aparecen en las manifestaciones a favor suyo están pagados, y que las urnas del referendum venían de Venezuela y ya estaban llenas. Evidentemente desconozco si es verdad, ya que suena todo a manipulación y delirio inducido, pero habla bien de los miedos que el sorprendente abrazo de Zelaya al siniestro/simiesco Chávez habían despertado en la sociedad Hondureña.
En otro artículo algo somero Moses Naim describía el sorprendente silencio de tanto supuesto fanático e integrista musulmán ante las tropelías del gobierno chino con la minoría musulmana del país asiático, a medio camino entre la política de Israel con los territorios palestinos y la de Stalin con Ucrania, o sea, mandar a la población autóctona a deambular por el otro extemo del país y llenar la zona de chinos-chinos, llevándose de paso todas las prebendas. Como bien dice Moses, los campeones de la protesta del mundo musulmán, los vocingleros de Al-Qaeda o el inefable Ahmadineyad, tan prestos a sacar a multitudes a la calle y quemar embajadas por cualquier dibujillo chistoso, andan callados como putas en este clamoroso caso, lo que de paso los retrata, sobre todo al iraní, que tanta fascinacíón causa en cenáculos de izquierda por su pureza y radicalidad. Pues se ve que cuando son los chinos los que andan de por medio, se impone la realpolitik, con lo que convendría tomar nota. Según cuenta el artículo, alguna maniobra de los islamistas turcos en el poder, tampoco nada del otro mundo, un cafetito a la cabeza visible del exilio uigur, como quien dice, ha tenido una respuesta claramente amenazadora por parte de las autoridades chinas. El artículo se olvidaba de mencionar el caso similar del Tíbet, donde los chinos han llevado a cabo una política similar, diáspora de tibetanos e invasión de chinos han, con el corolario de un tren que les ha debido de costar un potosí que une pequín con Lasa, o algo parecido. Entonces hubo algo más de movida, porque el coleguilla del Dalai Lama tenía amigos famosetes en Occidente, pero estaba claro que todas las cancillerías europeas estaban locas por echar tierra al asunto, por no hablar de los americanos, a los que probablemente les encantaría que China se hundiera pero por ahora tienen que apechugar con el hecho que la ingente deuda norteamericana está en manos de los chinos, que son los que les han financiado sus delirios guerreros y ahora los deben de tener pillados, aunque yo en estas cuestiones de economía internacional estoy pez.
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