sábado, 21 de julio de 2012

El superhéroe que pegaba a las mujeres



Remito a la entrada de Sergio Sánchez para ahorrarme la introducción a Diamond flash, una de esas películas cuyo culto se cimenta sobre el hecho de que se ha visto poco y no es muy probable que su conocimiento se extienda en exceso, con lo que se puede convertir en clave de connaiseurs, con lo que eso mola. A mí me ha parecido que el referente descaradísimo es el primer Rivette (aparte de Lynch, claro), con esa curiosa explotación a mansalva de los tiempos muertos en el fantastique, en principio un género poco propicio a ello. Esto también puede explicar por qué Diamond flash puede convertirse (y va camino de ello) en un film de culto, y es poco probable que a Aquí y allá, que me parece mejor y que no creo que tenga una mejor vida comercial, le vaya a ocurrir lo mismo: un padre que intenta recuperar su sitio en la familia que abandonó en el México profundo mola menos que una historia de maltratadas y brujas y justicieros psicópatas, aunque tiren de recursos narrativos similares.

En cualquier caso Diamons flash no está mal, la primera parte es un rosario convencional de víctimas femeninas: mujeres maltratadas, padres incestuosos, una niña secuestrada. Luego la película va entrando en una espiral de delirio en el que descubrimos que hay otro nivel en el que las verdaderamente malas son las mujeres, con unas brujas lesbianas que hacen cosas con víctimas indefensas que nos tenemos que imaginar. Aquí aparece el Diamond flash del título, que es una especie de superhéroe que se dedica a salvar féminas en peligro con la particularidad de que le habita una pulsión salvaje que le impele a apalizarlas también (quiero decir que salva a las buenas y da unas palizas de órdago a las malas), aunque no es improbable que esa parte del film sea un delirio de una de las protagonistas, tal vez víctima de una violación y novia de un maltratador. Total, que con estos mimbres le haya salido una peli que se vea bien tiene bastante mérito, si bien todo apunta a que nos encontramos ante una muy esmerada tarjeta de presentación ante la industria, que tal como está el patio pedirá a Carlos Vermut que siga sacando adelante proyectos con el mismo presupuesto, que no hay para más.

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