sábado, 27 de octubre de 2012

Los setenta



El último número de Quimera publica una conversación entre cinco escritores españoles nacidos en los setenta: Pilar Adón, Alberto Olmos, Elvira Navarro, Álvaro Colomer y Mario Cuenca Sandoval, todos ya con más de una obra (léase novela) publicada, y en editoriales de postín (Alfagura, Anagrama, Mondadori...). Todos me sonaban y de ninguno había leído nada hasta ahora (salvo de Alberto Olmos, en concreto algunas entradas de su famoso -y desaparecido de la web- blog Lector Mal-herido), así que he decidido que entre este finde y el próximo puente me voy a poner al día (un factor clave es que la biblioteca de mi barrio tiene libros de todos ellos; ahora que Javier Marías ha sacado a colación la penuria por la que atraviesan no está de más recordar uqe una biblioteca es, probablemente, el producto más refinado que ha producido la civilización)

Tengo un prejuicio que he descubierto hablando con amigos que está más extendido de lo que creía, y es que desconfío de la literatura escrita por gente más joven que yo (especialmente si es española, aunque el prejuicio se está globalizando, como el caos financiero). En realidad, la cosa se circunscribe a mis contemporáneos, ya que no tengo problemas en leer el Werther, El joven Törless o cualquier cosa escrita por Kafka. Pero, en general, tengo la sensación de que los textos de los jóvenes escritores españoles los podía haber escrito yo, y los nombres que aparecen a lo largo de la conversación son los mismos que yo hubiera citado (yo también me pasé la adolescencia leyendo a Bernhard, he caído en las tretas publicitarias de los escritores norteamericanos y hasta participo de la revalorización que disfruta Torrente Ballester).

La primera novela que he leído, Los bosques de Upsala, de Álvaro Colomer, no ha disipado la prevención. Hay algo previsible en la deriva hacia la locura del narrador protagonista, se nota demasiado la faceta periodística del escritor en algunos párrafos acerca del suicidio, tema nuclear del libro, hay cierta desesperación impostada en el conjunto (aunque por contra el humor negro que destila está muy conseguido) y, el principal defecto, no me creo ese matrimonio que protagoniza la novela. Aquí el problema es que yo llevo casado más de veinte años, y como ya he escrito más de una vez, soy bastante sensible a las notas falsas en los matrimonios que se describen en libros y películas. En cierta manera, Los bosques de Upsala es una buena novela, en general bien escrita, pero uno tiene la sensación de que es prescindible, que seguramente hay cientos de novelas parecidas escritas en los últimos años.

7 comentarios:

´´ dijo...

Yo tenia una amiga que casi no leía autores vivos, yo no leo a autores jóvenes bueno a Flavia Company que es joven ( 49), no quiero que lea esto y me corte en pedazos, pero a pocos más. Giralt Torrente es bueno tiene un par de libros de cuentos de calidad.

abbascontadas dijo...

En principio el canon del pasado está ya hecho, y no pierdes el tiempo, pero de vez en cuando me dan arrebatos y le doy a los contemporáneos. A F. Company la he leído, pero a Giralt T. no.

Igor dijo...

Peo el blog "Lector Mal-herido" sigue existiendo, no?

abbascontadas dijo...


http://lectormalherido.wordpress.com/

´´ dijo...

Al Olmos este le dan unas hostias que sin leerlo ni conocerlo de nada me sabe mal. Hay ambientillo en los jóvenes, paseando por blogs se ve

Igor dijo...

Entendí que querías decir que había desaparecido, por eso me extrañó.

abbascontadas dijo...

Al segoviano Olmos le debe de ir la marcha, porque cuando escribes en ese plan un poco macarra lo normal es que la red te devuelva tu imagen en forma de posts agresivos.
Igor, mea culpa, entendí en el diálogo de Quimera que había dejado el blog, que luego se encontraba como desaparecido en blogspot, pero es que por no se qué rollos se ha pasada a wordpress (la famosa falta de rigor de la que se suele acusar a los que escriben en internet)