lunes, 30 de septiembre de 2013

Variaciones sobre un mismo tema



La verdad es que lo que más me gusta del (estupendo) palmarés del Festival de San Sebastián es que me he visto todas las pelis premiadas; divisibles en dos grupos: los premios gordos (Pelo malo, La herida y Club Sandwich, que se ha llevado la mejor dirección), que giran en torno a parejas madre/hijo (hija, en el caso de La herida) en las que el padre brilla escandalosamente por su ausencia, y la pedrea (Le week-end, Quay d'Orsay y Caníbal), que retrata a personajes masculinos que fallan estrepitosamente en sus roles, si bien en un amplio registro que va de la farsa (Tavernier) al gore comedido de autor (Martín Cuenca).

Las tres primeras me parecen las mejores que se han visto, y seguramente yo las hubiera puesto en el mismo orden (a la de Eimbke se le nota demasiado el rollito minimalista resultón que siempre da el pego para colocarte en una selección oficial de un festival, mientras que las dos entronizadas son las más "vivas" que han pasado por aquí, con todos sus defectos). Las tres segundonas se ven bien (La de Tavernier es bastante divertida y su premio de guión era casi tan obvio como el de Marián Álvarez, que todos dábamos prácticamente por seguro desde antes del certamen, de la misma manera que se puede vaticinar su Goya con la misma seguridad con la que se puede afirmar que el Madrid no va a ganar nada esta temporada) y poco más.

Vi la mitad de Enemy (la otra mitad la pasé dormido), y me pareció el típico ejercicio manierista que sólo puede soportar un adolescente, con truquitos de parvulario en cada secuencia para desconcertar al espectador acerca de la identidad de un Dr Jeckyll, un infra-Lynch que, por otro lado, es algo más transitable que Devil's knot, un insoportable telefilm con ínfulas al que me acerqué porque me tocó entrevistar a un Egoyam que sigue en horas muy bajas. No muy por encima vuela Vivir es fácil, que a un retrato limitadísimo del franquismo añade esa lacra de la corrección política que es extirpar cualquier rasgo de virilidad de todo personaje masculino que se atreva a encarnar la posición paterna, con lo que ese profesor encarnado por Javier Cámara acaba siendo una especie de eunuco que no parece saber nada de la experiencia sexual.  

2 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

Le leí a alguien que la de Trueba parecía más de Málaga que de Donosti, que ya hay que tener mala leche. Un enorme placer siempre leer.

abbascontadas dijo...

Pues algo así pensó mucha gente, aunque Vivir es fácil se dio un baño de multitudes en el pase de gala, llevándose la ovación del festival (según me cuentan).
Lo que alguno se pregunta es cómo le quitó el hueco de la cuota hispana a Mar Coll y Jordi Cadena, que van a Valladolid y de cuyas películas cuentan maravillas los que las han visto.